JORGEANIBAL VILLEGAS

 

Quienes incursionen en la bibliografía del país para descubrir algunos de los aspectos básicos de la historia económica y social de Colombia, tendrán siempre que tropezar con los libros que escribiera Jorge Aníbal Villegas Arango.

Este nervioso y obsesionado estudioso de su patria nació en el Líbano en 1932y falleció en Bogotá el 8 de diciembre de 1977, pero sus escasos 45 años le bastaron para sostener una ávida y en ocasiones angustiosa carrera por archivos, vidas, temas y preocupaciones que fue plasmando en libros y acciones hoy recordados y que sin lugar a dudas, sirven ampliamente para un mayor entendimiento de puntos álgidos del devenir nacional.

Cuando el tema del petróleo aparecía apenas como una noticia perdida en los periódicos o en los discursos incendiarios de los estudiantes que clamaban contra el imperialismo norteamericano, Villegas, acucioso, investigador, se dio a la tarea de ir hasta el fondo del asunto, recorrer su itinerario, examinar y comparar cifras y situarlo en el lugar trascendente que merece. De allí saldría su consagrado libro Petróleo Oligarquía e Imperio que se edita en forma clandestina impulsando con ello el manejo adecuado de los hidrocarburos en Colombia. La seriedad del trabajo llevó a que comentaristas de la talla de O!Connor, especialista mundial en el tema, lo recomendara académicamente y sirviera de base a numerosos estudios en América Latina.

Dos años intensos le exigió su culminación. Entre 1963 y 1965 no existió nada distinto para su jornada. La primera edición apareció en mimeógrafo, realizada clandestinamente porque se suponía que era un trabajo de revolucionarios subversivos. Con esta copias Villegas inició las ventas del libro entre trabajadores del petróleo sindicalizados (LA USO) y dictó más de 230 conferencias sobre el tema, por lo que le mereció el apodo del papa negro.

Considerado paradigma de una generación que conocería innumerables aspectos de la violencia nacional en forma directa, el escritor participa en el surgimiento de los movimientos estudiantiles y viaja a Cuba dentro de un brigada de colombianos que recibirían instrucciones conducentes al triunfo de la revolución en su patria. Va calificado como arquitecto, título adquirido en la universidad Nacional. Trabajo como tal en un barrio diseñado por él, el Salvador Allende 710, sede de la sociedad “Amigos de Cuba” donde ahora funciona el instituto de lingüística y literatura y en el cual se celebraba, en 1977, una hermosa exposición sobre el primer milenio del castellano.

A su regreso a Colombia compiló notas y formó archivos hasta concluir un libro clásico de la investigación colombiana llamado: Petróleo Colombiano, Ganancia Gringa.

Apoyado por el Departamento Administrativo de Estadística (DANE) prosiguió intensamente su tarea investigadora. Allí formo, igualmente, un grupo de jóvenes que más tarde haría parte de una generación dedicada al estudio de la historia. En 1976 la universidad de Antioquia editó du nuevo libro: Sucesos Colombianos 1900-1924 en asocio con José Yunnis autor con quien escribiera la Guerra de los Mil Días. Con ellos, Villegas lograba textos de lectura obligada para estudiantes e investigadores y al morir prematuramente a sus 45 años, había concluido, además, la compilación periodística correspondiente al periodo 1924-1950.

Sobre uno de los aspectos más significativos de la historia social y económica del país, el relacionado con los enfrentamientos Iglesia-estado en el siglo XIX, llevó a cabo una investigación publicada 1980 por editorial La Carreta. En este trabajo se estudian también las relaciones entre estado y baldíos y entre indígenas y colonizadores. De igual forma realizó estudios sobre afrodescendientes en la bota caucana que aún no sido editado.

En Medellín dónde trabajó en la Universidad de Antioquia, conoció al consagrado Compositor Crescencio Salcedo, lo que lo movió a escribir un interesante documento sobre la vida y obra de numerosos artistas colombianos que contribuyeron a enriquecer, sin mayor contraprestación, a las disqueras de entonces. En colaboración con Hernando Grisales publicó este volumen en 197, bajo el sello editorial Hombre Nuevo de la capital antioqueña. El libro se anunció como el primero de una serie que intentaba mostrar la verdad escueta de la cultura en el país. No Falló. El segundo versó sobre Francisco Correa Múnera, El Culebrero, el resultado de 16 cintas magnetofónicas de entrevistas directas con estos personajes de los mercados de provincia que amanzaban peligrosas culebras y preparaban sanalotodos para cualquier mal del alma o del cuerpo. La obra fue publicada por Procultura.

Otro de sus trabajos versó sobre el problema social que suscitaba la tenencia de la tierra en unas pocas manos y la explotación de la mano de obra campesina especialmente sobre la reforma de 1936, esta obra nos lega un minucioso inventario de textos sobre la función social de la propiedad de la tierra.

Fue proverbial su generosidad. Gerardo Rivas, editor, recuerda como entre 1969 y 1970, cuando él y otros miembros participaban en la formación del Frente de Estudios Sociales (FES) debieron realizar una preventa de 100 pesos por persona y Villegas al enterarse les donó $20.000.°° con lo que se hizo posible sacar el primer título: Documentos de Simón Bolívar sobre los orígenes de la dependencia neocolonial. Este gran recuperador del patrimonio nacional que apoyó toda nueva iniciativa como la revista Planas se convirtió para los estudiosos de entonces en un mecenas y un auténtico guía espiritual.

Fue Jorge Villegas uno de los creadores y fundadores de la revista Alternativa, producto del apoyo económico de variados movimientos clandestinos para que realizaran los contactos con influyentes periodistas del país como Daniel Samper Pizano y Enrique Santos Calderón, exponentes de un reconocido pensamiento liberal dentro de un movimiento que se proponía situar al hombre en el entorno de las libertades democráticas. Eran años de represión donde fluían las tendencias políticas campesinas expresadas en la ANUC. La indigenista con Víctor Manuel Bonilla, los comienzos del M-19, con Carlos Vidales, las comunidades cristianas, orientadas por Orlando Fals Borda, el E.L.N y toda una gama de fuerzas que ofrecían una gran actividad política de izquierda. Los primeros números de ALTERNATIVA develaron la realidad nacional y crearon una atmósfera en la cual se hacía posible, por encima del establecimiento y los medios tradicionales de comunicación, presentar otro camino. Por diferencias con sus compañeros de equipo, Villegas se retira cuando la revista llega, apenas, al cuarto número. Al examinar el proceso del país por esos años, se advierte la importancia fundamental que tuvo la revista al permitir a sectores contestatarios expresar sus conceptos en forma masiva.

El libro negro de la represión, un polémico volumen de varios autores que atrajo la atención internacional, fue producto de su impulso con tal éxito que llegó a los 12.000 ejemplares. Esta obra, financiada en gran parte por ALTERNATIVA ofreció un magnífico espacio para que perseguidos y torturados por el régimen hicieran sus denuncias sustentadas con una cronología verosímil y detallada de innumerables atropellos que atrajo la atención de la Comisión Internacional de Derechos Humanos, pero ahí no se detenían sus tareas. Escribió artículos y prólogos inteligentes que enriquecían los libros, tales como el preparado para CONTRAINSURGENCIA Y LUCHA REVOLUCIONARIA, del médico de Valledupar Jaime Vásquez García, uno de tantos idealistas que se iban a la guerra para luchar por una patria mejor.

Con Estanislao Zuleta, Mario Arrubla, Jorge Orlado Melo, y Jorge Vaquero, entre otros académicos participa en la conformación de un partido socialista que difunde numerosos trabajos sobre la realidad nacional. Es entonces cuando Villegas publica su libro Petróleo, oligarquía e imperio.

Jorge Mora junior, hijo de uno de los propietarios de la librería Gran Colombia, a donde el escritor iba frecuentemente, recuerda que Villegas, en su condición de director de ediciones del DANE, conformó con gente clave de izquierda un grupo de personas vinculadas a actividades políticas. Allí. Enrique Pinzón, Gilberto Naranjo, Germán Rojas, cofundador del M-19, y otros estudiosos, se dieron a la tarea de revisar el pasado y cuestionar el presente. El grupo bajo la dirección del maestro, se vinculó con diversos artistas y escritores. En las reuniones que siguieron, Villegas hizo gala no solo de su particular metodología sino de su disciplina, nobleza, carácter radicalismo y su pasmosa sensibilidad. La visita del Papa sirvió al grupo como elemento aglutinador para escribir una cartilla en la cual se denuncia como la visita Papal servía de pretexto para tender una cortina de humo al clima de represión imperante y el abandono de las clases marginadas.

En ella se recalcaba, también, el perfecto matrimonio existente entre la clase dirigente del país y la Iglesia Católica.

Su permanente contacto con artistas que entonces empezaban como Diego Arango y Gilma Zárate, con pintores de la categoría de Carlos Granada y Giangrandi, con periodistas como Iader Giraldo, de intelectuales como Indalecio Liérvano Aguirrey Otto Morales Benite, la solidaridad de Cecilia , su compañera lo acompañan en le proyecto de profundizar en la relación posible entre el arte y su servicio a la comunidad o sea la función social de arte. Luego de muchas conferencias fue detenido durante algunos meses por su proselitismo. Por esa época inicia su carrera cinematográfica, produciendo algunos documentales como VIA TERRA, en la cual Salomé y la virgen de Piendamó aparecen como protagonistas para ilustrar el fanatismo religioso.

Este investigador insaciable, de sólida responsabilidad, que sentía una pasión verdadera con su patria y a quien le indignaba la injusticia. Comenzó por estos años a mirar con recelo a buena parte de los grupos de izquierda. Los equiparaba con los políticos de derecha, culebreros o toda clase de charlatanes. En los reportajes realizados para este perfil por el escritor Antonio Villegas, coinciden todos los entrevistados en realzar su calidad humana, su radiante inteligencia y generosa comprensión, virtudes de las que carecen muchos denominados intelectuales.

Con Germán Castro Caicedo, quien por entonces no tenía la importancia de hoy, discutieron muchas veces sobre el tipo de reportaje y el periodismo requerido por el país, asuntos que el actualmente famoso periodista parece haber tomado encuenta para los trabajos que luego realizaría. Afortunado con las mujeres, fue dueño de una vida afectiva y amorosa bastante intensa. Se dolía de la soledad en que vivía su madre y reconocía que sus actividades políticas aumentaban sus habituales y pequeñas desventuras. Estaba con ella, precisamente, cuando le sobrevino el infarto.

Perseguido sin descanso en una época donde la cacería de brujas era el pan cotidiano. Este lector de ciencia ficción era capaz, sin ruborizarse, de derramar lágrimas por una película que lo conmoviera o frente a un cuento o un poema, conservaba por su hijo una devoción teñida de permanente preocupación por no poder compartir con él permanentemente el tiempo. No vivió lo suficiente para sufrir, casi 10 años después de su muerte, el noviembre fatídico de 1985, la desaparición a los 14 años de su hijo bajo el lodo de la avalancha de Armero Tolima.

Con probada rectitud y disciplina, sacaba de cada conversación una enseñanza y mantenía por la amistad un culto verdadero. De ello pueden dar testimonio personalidades como Estanislao Zuleta, Mario Arrubla, Mario Rivero entre otros, quienes guardaban por él fraternal admiración y lo consideraban un guía. Viajó por Europa, especialmente por los países socialistas y a su muerte dejó varios proyectos como HISTORIA DE LA CARICATURA EN COLOMBIA, una enciclopedia de las luchas agrarias en el país desde 1930 a 1960.