EDGARVARÓN OVIEDO

 

A los cinco años de edad Edgar Varón sintió el impulso de pintar su primer cuadro. Penetró en el taller de su padre, quien se dedicaba a elaborar avisos publicitarios en lámina, buscó en los galones y sólo halló un poco de pintura café. Como quería mostrar un rostro con unos labios encarnados, utilizó el labial de su madre y para darle otros matices acudió a la crema dental. Así terminó su primer collage y así selló su destino, pues jamás ha podido sustraerse a la gravitación de su existencia en torno a la pintura. Edgar Varón nació en Ibagué en l963.

En el colegio se dio el lujo de recorrer los salones dibujando en los tableros los esquemas y gráficos que le solicitaban los profesores. Fue un estudiante discreto para todas las materias a excepción de dibujo, donde alcanzaba las máximas notas, por lo que su padre decidió costearle un curso por correspondencia, el cual no terminó porque se trataba de caricatura y dibujo publicitario y sus expectativas estaban por los lados de la pintura.

Se graduó como bachiller en el Inem, colegio donde desarrolló una gran actividad estudiantil. Lideró importantes campañas, entre otras la creación de un taller de pintura. De ahí que su primera exposición fuera precisamente en el I Salón Nacional de Estudiantes de los Inem y los Itas en Bogotá. Después de pagar servicio militar se presentó a la Universidad Nacional y sus líos con las matemáticas lo privaron del sueño juvenil de estudiar pintura, pero siguió insistiendo y se inscribió en la Escuela de Artes del Distrito, donde obtuvo el primer puesto en el examen de aptitudes, único requisito que le exigían.

Estudia dos semestres y llega el desencanto de la academia, no puede amoldarse al acartonamiento y a la rigidez, su espíritu y sus propuestas superan estas limitaciones y decide seguir como autodidacta. Regresa al Inem a dejar su impronta en un mural donde rinde homenaje a las culturas precolombinas y a esa etapa primigenia en la que busca, como él mismo lo afirma, encontrar un tema primordial, el de nuestra raíz histórica, el de la identidad que nos corresponde como pueblo, como cultura. En el año 1984 es seleccionado por primera vez para el Salón Departamental de Arte Joven en la Biblioteca Darío Echandía del Banco de la República.

Esta participación se repite durante tres años consecutivos. Sus posibilidades se abren en el exterior y expone en San Luis de Missuri, USA, en l985, junto con otros nueve pintores colombianos jóvenes. Su etapa inicial está marcada por cierto geometrismo inscrito en el proyecto precolombino, como una actitud de reencuentro con el pasado.

Así lo afirma en la autopresentación de una muestra individual: Primero fue el estudio acerca de los primitivos pobladores de América, de sus mitos, de su arte, de su ciencia, de su origen y, finalmente, de la tragedia que siguió a la aparición del conquistador, Inquieto por la suerte de las artes plásticas en nuestro medio, funda con un grupo de pintores jóvenes la Asociación y Galería Viva el Arte. Un sueño que se va configurando como un punto dinamizador del proceso pictórico de la ciudad para elevar el nivel crítico y de análisis, no sólo de sus integrantes, sino de un público receptivo que acepta la propuesta y que les permite realizar exposiciones regionales, talleres, conferencias y seminarios. y Los saldos en rojo y las cuentas por pagar, terminan con esta aventura cultural y en el año l995 se cierra Viva el Arte, no sin antes haber dejado su huella en la formación y educación del público y en la consolidación de un mercado para las obras de noveles pintores.

Este gran esfuerzo le es reconocido por parte de la Alcaldía Municipal y en el año 1994 se le otorga una condecoración por sus grandes aportes como gestor cultural. El maestro Manuel León Cuartas escribe una apretada síntesis de esta evolución: En un principio, optó por el camino que conduce al mundo de las etnia y lenguajes prehispánicos, expresadas en obras de mucha experimentación textural y erótica; de abstracción morfológica de singular tratamiento plástico que, aunque ha dejado transitoriamente, es recurrente en muchas de sus obras recientes.

El pintor es claro en advertir que cada una de las etapas de su búsqueda es una especie de puerto al que se regresa en forma constante, lo que significa que sus exploraciones siempre tornan a los puntos de partida. Por ejemplo en estos momentos experimenta con lo que el mismo maestro León denomina geografía humana y que consiste en la representación antropomórfica hibridizada de paisaje, de colores y formas topográficas, del particular espacio topológico, en fin, de naturaleza hecha hombre.

Varón nos descubre en cada cuadro el potencial erótico de la naturaleza y lo imbrica con el cuerpo humano. Una flor que se abre es análoga al sexo femenino, un torso desnudo surge de la maraña de lianas que se entretejen, una cabellera se confunde con las ondas del follaje y los miembros vigorosos adquieren la textura de cortezas milenarias.

El mensaje de los cuadros de Edgar Varón Oviedo queda explícito, la intencionalidad aparece en cada trazo y su afán de comunicárselo al espectador, lo torna reiterativo. Las montañas, las flores, los árboles y el paisaje, constituyen el mejor ejemplo del erotismo.

La sensualidad es el aire que se respira en cada imagen, en cada línea que se diluye con la luz, en cada cuerpo que se retuerce empujado por las fuerzas del amor o de las corrientes subterráneas de la magia. Las técnicas que experimenta Edgar son variadas, como son variados los lugares donde muestra el trabajo para dejar bien claro su mensaje. Utiliza el óleo, la acuarela, el acrílico, el troquelado, etc. Pero si la experimentación técnica avanza, su temática a veces gira sobre sus propios pasos y retorna a motivos conocidos, tal es el caso de la etapa actual donde ha regresado a su geometrismo prehispánico, a sus figuras precolombinas, pero esta vez con el vitral, reivindicando el carácter plástico y mostrando sus posibilidades expresivas en contextos contemporáneos. Además de innumerables exposiciones colectivas en Ibagué, Neiva, Medellín y Bogotá, en el año l993 Edgar Varón viajó a Santiago de Cuba donde expuso en el Centro de Convenciones Teatro Heredia. En 1995 estuvo en Europa y colgó sus cuadros en la Galería Raczka de Cracovia y en el Alsergrunder Kultar Parki, en Viena. Posteriormente viaja a New Jersey, EE.UU., donde expone en la Communite University.

Ha recibido distinciones como la Mención de honor en la Segunda Muestra Nacional de Arte Joven en Ibagué, l987. Otra en Manizales en l988 y la adquisición de una obra para el Museo Huilense de Cultura en l994. Una distinción que él aprecia mucho es el que un cuadro suyo haya sido seleccionado por la editorial Planeta en el año l99l para ilustrar la carátula del libro Desgarradura, de E.M. Ciorín.

Este hombre de contextura delgada, de movimientos nerviosos, abierto al diálogo sobre su oficio y atento a los mensajes cifrados que le envía la naturaleza, trabaja incansablemente para alcanzar su propia forma de expresión, busca el camino que le permita ir dejando un mensaje contundente a ese hombre que se ha extraviado por los laberintos de la modernidad y se pierde el gran espectáculo que tiene a su alrededor, una naturaleza sensual e infinitamente variada que, a través de los colores y las formas, susurra su canto mágico al oído de cada ser sensible que pueda captar su melodía.

En los últimos años, como director de Corcultura, ha desarrollado un importante trabajo como gestor cultural.

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