EMILIO URREA DELGADO
Dueño como pocos de un temperamento netamente liberal, dió siempre lecciones prácticas de honradez política y, también como pocos, fue siempre consecuente con sus convicciones. Agregaba a su trato sencillo y directo una sensibilidad social y un progresismo ideológico que en algunas oportunidades lo llevaron a la controversia, no sólo, por supuesto, con sus contradictores, sino con sus propios correligionarios.
Emilio Urrea Delgado militó en diversas corrientes del liberalismo colombiano, pero cuando la esencia progresista de los mismos se distraía en menesteres menores, era el primero en deslindarse de esos espacios enrarecidos, actitud que le trajo contratiempos políticos y eventuales ostracismos públicos.
Así fue cómo, en más de una ocasión, prefirió marginarse de halagüeñas expectativas personales, antes que traicionar sus propias convicciones. De esta manera, Emilio Urrea Delgado recorrió los caminos de la vida empresarial y pública sin concesiones ni debilidades. Y así, en esa actitud estóica y rígida, lo encontró la muerte.
Este liberal integral nació en Honda en 1927 y murió en Bogotá en 1990 como consecuencia de un accidente mientras jugaba polo, deporte que fue para él una verdadera devoción. Contaba 63 años de edad.
A lo largo de su brillante trayectoria se desempeñó como eficaz Asesor Presidencial en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, luego de haberlo acompañado en su extenso y exhaustivo recorrido de campaña por todos y cada uno de los rincones de Colombia. Se constituyó, a su lado, por los tiempos del Frente Nacional, en una de las figuras destacadas de un equipo que transformó al país.
De otra parte, conoció como pocos la clase dirigente de su patria. Fue nombrado Secretario General de su partido en una época en que esta colectividad tenía vocería, organización y poder, elegido parlamentario en una ocasión y designado Alcalde de Bogotá.
Desde el 7 de agosto de 1966 cuando Lleras Restrepo inicia la que bautizó Transformación Nacional, participó activamente en la que sería la verdadera modernización de Colombia. Su trabajo en el equipo que suprime el mercado libre de divisas, regula la inversión extanjera en Colombia, contrata empréstitos internacionales para atender realizaciones en diversos campos, la iniciación en la interconexión eléctrica y ante todo la amplia reforma administrativa, fue definitivo para darle el impulso a las ideas del presidente.
Fue notorio su trabajo ejecutivo y organizacional en la coordinación de los eventos que dieron a Bogotá un momento memorable como fue la visita del Papa Pablo VI con motivo del Congreso Eucarístico Internacional en 1968 y sus actos en los delicados problemas políticos afrontados por el gobierno en virtud a la vigorosa y beligerante actitud de la Anapo por los meses en que se efectúan no solo los preparativos sino las elecciones para suceder a Lleras donde Misael Pastrana Borrero y Gustavo Rojas Pinilla son los candidatos de mayor opción.
Igualmente, Urrea Delgado organiza los foros dictaminados por su jefe político con el objeto de revitalizar la reforma agraria y darle impulso a la organizacón campesina, así como tiene la responsabilidad de revisar los documentos que dieron a la postre el nacimiento de instituciones tan útiles al país como el Icetex, Colciencias, Colcultura y el Institto Colombiano de Bienestar Familiar.
En su calidad de alcalde de Bogotá continuó impulsando los planes y programas que ofrecerían la posibilidad de una ciudad con servicios y más aún cuando estaba creciendo de manera desordenada y por encima de los cálculos de los más avesados, obedeciendo en forma particular a la búsqueda de oportunidades de las gentes que no hallaban en el campo seguridad, sobre todo cuando el clima de violencia reinaba de una manera aparatosa en sus antiguos lugares de vida y de trabajo.
Su nombre y su figura se hicieron familiares para la nación, ante todo porque llegaba a los rincones apartados y sectores marginales de las capitales de departamento, con soluciones concretas a sus problemas como era la consigna concreta de un mandatario de la talla de Carlos Lleras Restrepo.
Su trabajo intelectual lo plasmó en varios proyectos de ley y artículos de prensa, condensando parte de su pensamiento en los libros Dos años frente al comercio y La Integración Popular. Dejó también un curioso volumen de poesía que circuló entre sus amigos titulado El Timbre ha sonado dos veces y que contó con favorable acogida de la crítica.