A ORILLAS DEL CAMINO
De la carretera al camino entre malezas
sin más señal que una imperfecta cruz,
Hijo de la ignorancia y la miseria
yaces en el suelo de la muerte.
No hay inscripción: No sé cuál fue tu nombre;
Tampoco hay flores: No dejaste amor;
Sólo te canta el ave de tu bosque;
Sólo protege tu reposo nuestro Dios.
El viajero nocturno se santigua
al pasar, y murmura una oración;
que si respeto inspira toda tumba,
la abandonada les inspira horror.
Dejaron a tu lado la camilla
en que tu último aliento se exhaló,
signo de tu pobreza y tu agonía
mudo testigo de tu gran dolor.
Dicen que en las noches hondos
gemidos escuchan,
y la sombra ven de aquel viajero,
Dí lamentas hallarte en este asilo
de los mortales lloras el desdén?
Oye: El Dios hombre que murió humillado
entre odios, desprecios y baldón,
ama los corazones ignorados
que en silencio devoran su dolor.
Humilde viajero, no sé tu nombre,
no te vela la sombra de tu amor,
Lo cantarán las aves de tu bosque;
“Protegerá tu sepultura Dios”