LA CEIBA
Como una cruz se yergue piadosa en la llanura,
en la montaña virgen con majestad se empina,
pone todo su orgullo en dominar la altura
y en divisar la pampa que está tras la colina.
Sus brazos amorosos extiende con ternura,
y desde que el día nace hasta que el sol declina
proyecta sobre el césped su palio de verdura
una sombra magnánima de protección divina.
Sus raices se prenden como garras al suelo
en horas de tormenta: cuando el ciclón la azota
o cuando rasga el rayo la bóveda del cielo
Es del trópico ardiente la más vibrante nota,
y en su ambición quisiera, con maternal anhelo,
cubrir con su ramaje la inmensidad ignota...!