LA OTRA SOLEDAD
Aquí estoy pervertido de soledad y angustia
De tedio de silencio
Perdido en el remoto horizonte de la ausencia
Dormido sobre tu nombre que es la soledad misma
El deseo desintegrado sobre las cúpulas distantes
Quizás una manzana o una mandarina
Sin piel amarga que gustar
Me darían la clave de tu beso
Pero el ansia se pierde en la noche
La noche se pierde en la mañana densa
Y la mañana se oculta en los trabajos del día
Monstruosamente cuotidiano.
Sin embargo el día está allí
Oculto entre las sombras de la ternura vana
Perdido entre las sombras de la luz oscilante
Vacilante sobre el si-es-no-es de tu mirada
¿Cómo saber si el día ha amanecido
O si la noche es realmente noche
O si el alba revienta
Sin que se tome en cuenta tu cintura
Sin que la aurora nazca de tu senos recientes?
Una mano se posa sobre la cabeza nocturna
Un dedo indica el único camino posible
Y el amor se conforma con tu nombre
Vive de tu nombre
Se desplaza con tu nombre
Y la soledad se torna compañía
Y tus ojos se vuelven vacíos
Aguardando el eco de otros ojos
Así pudo descubrir la noche
El encanto de su negrura
Y tu oído el encanto de su silencio–
Una voz que no dijo lo que siempre había oído
Una mano que nunca halló su molde imprescindible
Un ojo que no tuvo pupila en la cual detenerse
Un labio que no encontró una boca
En la cual murmurar su largo anhelo
Y así con mis ojos que te hablan y tú no escuchas
Con mi voz que te mira por todo el cuerpo
Con mis manos que quisieran palparte y no te encuentran
Tú huyes en la noche
Te fugas con el alba
Y en el día eres apenas un recuerdo
Un río que tiembla de distancia
Un deseo que se ignora y no se dice
Por eso te recuerdo en silencio
Pero tú conoces mi corazón
Y bien sabes qué corto es el anhelo
Y qué largo el hastío
Ojos y miel y manos cayeron al vacío
Pero la noche continúa sonriendo
Sobre el monstruoso contubernio
De dos cuerpos que se ignoran
Y flotando en el aire sólo quedan
La soledad de ti la soledad de mí
La soledad de ambos en el tiempo.