CUANDO EL SOL DECLINA

 

Triste es la tarde cuando el sol declina

y la siniestra noche sin piedad se asoma,

agazapadas las penas a mi alma llegan,

el cruel recuerdo que sin cesar te nombra.

Me pregunto si al querer odiarte

es justo que al tenerte cerca,

tiemble de angustia y en aquel instante,

váyase nublando la mirada incierta.

En mi desvelo sin dormir te sueño,

quiero alejarte pero estás conmigo,

aunque arrancarte de mi alma quiero,

todo es vano porque no te olvido.

Cuento las horas que sin afán avanzan,

el reloj parece que no andar quisiera,

cada noche es un siglo en que las penas danzan,

como si a cada instante la ilusión muriera.

Vuelve la noche con el rigor de ausencia,

como un verdugo a perturbar mi vida,

en medio de la soledad el alma enferma,

te grita, ¡AMADA! te quiero todavía.