ALBERTOSOTO

 

Ibaguereño de nacimiento y antioqueño por adopción, Alberto Soto comienza a destacarse desde muy temprana edad en el medio artístico de Medellín donde alterna con maestros como Pedro Nel Gómez y Eladio Vélez quienes lo inician en el proceso que venía cumpliéndose en él, desde cuando, a los 16 años, resolvió comprar colores y telas al tomar conciencia de que la pintura sería, irreversiblemente, el único lenguaje posible para la plasmación de sus, entonces, todavía ensoñadores proyectos.

Primo en segundo grado del maestro Daró Jiménez, Soto fue uno de los fundadores de la Universidad del Tolima con los sacerdotes Pedro José Ramírez Sendoya y Restrepo Jaramillo. Será el pintor tolimense quien consiguiera, mediante su tenaz persistencia, un aporte de cuatrocientos mil pesos del gobernador de la época, César Augusto Cuellar Velandia.

Coordinador inicial de la Facultad de Bellas Artes de la misma universidad, Soto la instala en una casa antigua en el centro de la ciudad, compra los primeros caballetes y comienza su labor docente de 9 de la mañana a 9 de la noche. Profesor durante dos años de las Facultad de Bellas artes de la Universidad del Tolima y de la Universidad Nacional durante siete, Alberto Soto comienza a descubrir entre sus alumnos pintores como Edilberto Calderón y Carlos Granada, que más adelante marcarían hálitos renovadores en el arte del Tolima

Entre 1956 y 1960 elabora cerca de 2300 metros de vitrales entre los que se encuentran los de la iglesia San Simón en Ibagué, el instituto IFOS y la universidad San Buenaventura de Bogotá así como en diversas iglesias de Pereira, todo apoyado en una técnica que ya no practica pero que le aportó parte del inmenso prestigio con que hoy cuenta.

Expresionista obsesionado por el color, el óleo, las acuarelas y el dibujo, Soto realiza su primera exposición individual en 1950 en el Museo de Antioquia con trabajos que incluyen paisajes y bodegones, iniciando un camino de exposiciones individuales que lo llevaría en varias ocasiones de nuevo al Museo de Antioquia, a las galerías, El Automático y Leo Matiz de Bogotá y a la Biblioteca Santander en Medellín en 1953, a la Sala de Exposiciones de la Gobernación del Tolima en 1955, al Salón del Conservatorio de Ibagué en 1957, a la galería Diners en 1986 y a la CEA de la Aeronáutica civil de Bogotá en 1995.

Su Exposición de Acuarelas ha viajado por las galerías de Bellas Artes en México en 1963, la Acosta de San Salvador en 1966, la Feria Internacional de Lima en Perúen 1969, la galería Central de San José de Costa Rica en 1971 y la galería Colombia de Panamá en 1972.

Oleos y Acuarelas, otra de sus muestras, fue expuesta en la galería Las Américas en San Juan de Puerto Rico el mismo año. Ganador en 1959 del segundo premio del Salón de Pintores Colombianos en Ibagué y una mención de honor en el mismo evento en 1961, además de una mención honorífica en la galería Vlidicich en Checoeslovaquia en 1965, Soto alternó, por la época dorada del café Automático, con grandes intelectuales como León de Greiff y Camacho Ramírez, dos de sus grandes amigos. Miembro del grupo de Ignacio Gómez Jaramillo, Soto jamás recibió formación académica formal. Autodidacta, compartió cátedra en la Universidad Nacional con sus cooterráneos Jorge Elías Triana, Manuel Hernández y Marco Ospina. Realizó estudios propios en escultura sin que se hubiera dedicado a ella de una manera definitiva. De inclinación izquierdista, el maestro viajó a los países de la Unión Soviéticas donde realizó conexiones con varios pintores rusos que le abrieron las puertas en diversas galerías europeas.

Hacia 1953, en un salón de Fabricato en Medellín, realizó su primera exposición colectiva.

El Salón Nacional del Centro Artístico en Barranquilla en 1955, la Casa de la Amistad en Moscú en 1965, la galería Torres Rodeth de Guadalajara en 1971, la Bienal por la Paz en México en 1972, el Club de Industriales de Bogotá en 1984, el Kulturkeiss en Hamburgo en 1985, la IberoAmarikanishe Tage en Frankfurt en 1986, el Salón de Artistas Tolimenses en Bogotá en 1987, el Salón de Agosto del Museo de Arte Moderno en 1988, el salón 33 de Forma y color en Colombia en Medellín en 1989 y la exposición permanente en El Capiro, su taller de La Calera en Cundinamarca desde 1994, son testigos del trabajo de este tolimense que sigue leyendo a García Márquez mientras escucha a Bach y se dedica de tiempo completo a ver crecer su obra pictórica.

Soto, quien naciera en mayo de 1927, no trabaja una temática específica. De sus primeros paisajes ha pasado a los desnudos y luego a los payasos de su última época, en un lenguaje que hoy define como limpio, honrado y fresco.

Un hombre que habla de sí mismo como un pintor seguro de lo que está haciendo y que ha contribuído no sólo a la formación de tantos artistas sino que ha logrado, con base en un trabajo persistente, pasear el arte tolimense por las mejores galerías del mundo, es hoy por hoy uno de los artistas más respetados por las viejas y nuevas generaciones de la pintura colombiana.

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