JORGESODA

 

Un pequeño libro de proverbios con carátula en cuero estampada al dorado que le permitió financiar un viaje por Colombia y parte de Suramérica lo condujo a adoptar la técnica del lapicero.

En efecto, con una compañera, Ofelia, se decidió un día a emprender un viaje por el país que terminó llevándolo a Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil y Perú. Ante la escasez de medios económicos la idea del libro de proverbios fue la salvación.

Cargaban las planchas y a cada sitio que llegaban mandaban a realizar la impresión, lo empaginaban en el modesto hotel en que se alojaban y lo vendían con un llavero. En Cuzco, Perú, pasaba horas enteras en una cafetera dibujando en las servilletas y para sorpresa suya un día la mesera le entregó un paquete completo con el cual en Palmira, ya de regreso al país, hizo su primera exposición en una cadena de supermercados. "Ahí, dice, a través del lapicero, encontró cosas que no había hallado antes ni siquiera con el óleo, tramas, transparencias y adoptó casi de modo definitivo esta técnica".

Jorge Soda, seudónimo de Jorge Tabares Rubio, nació en Ibagué en 1955 y vio transcurrir su infancia en la parte baja de la ciudad, en una calle de prostitutas y rufianes. Hijo de un transportador, desde niño siente afición por la caricatura y el dibujo y esta vocación siempre será apoyada por la madre. Tras ser expulsado de varios colegios durante su bachillerato por su pelo largo y una personalidad desafiante y rebelde, logra finalmente entrar a la universidad del Tolima en 1973 a estudiar diseño publicitario. Cuando se cierra la facultad de bellas artes viaja a Bogotá para continuar sus estudios en la Nacional y comprende que no es diseño publicitario sino pintura lo que quiere estudiar y en consecuencia cambia de facultad. Para entonces ya había recibido cursos de pintores como Carlos Naranjo, Manuel León Cuartas, Edilberto Calderón, Armando Martínez y otros. Por esta época utiliza el color en bodegones y otro11$s temas cuya realización era totalmente académica. Después vino el viaje y con el feliz descubrimiento de las posibilidades del lapicero que actualmente se ha ampliado al color pero con la misma técnica.

Tras el viaje regresa a Ibagué y de su unión con Ofelia queda una hija que actualmente tiene once años, Isandá. Problemas económicos terminan por romper la unión y por algún tiempo el pintor viajará solo por diversas ciudades y regiones del país, entre ellas Bucaramanga, donde realiza una exposición, al igual que en San Andrés, hasta su nuevo regreso a Ibagué donde ha efectuado en los últimos años varias exposiciones con buena acogida crítica.

Ya ha quedado muy atrás el manifiesto contenido social de su obra que ahora intenta penetrar en lo erótico, en el tema de la mujer, mujeres aladas desplegándose sobre un complicado juego de sombras, que se vale de claroscuros y otras técnicas que han impreso a su obra un poderoso toque personal. En Bogotá conoce a la que fue su segunda compañera y con la cual tuvo una hija de nombre Ximenas. Piensa que ahora su técnica se ha depurado, su contenido es más poético y se halla empeñado en trabajar con lapiceros de colores a fin de realizar una nueva exposición a finales de año.