CONOZCO DE SOBRA LA MESITA DEL CAFÉ...
Conozco de sobra la mesita del café
donde ese hombre disfrazado de payaso
siempre a la misma hora cada tarde
se mira en la pequeña luna de un espejo roto.
Tiene una nariz de pelota de ping-pong,
una sonrisa verde, a veces amarilla
y un sombrero demasiado pequeño para su cabeza.
Conozco de sobra el olor agridulce
de su humor y del sudor de sus zapatos grandes,
de sus axilas mal rasuradas
y del fondo inacabable de sus bolsillos remendados.
Conozco demasiado bien cuando el payaso
se borra con las manos tocadas de saliva
la comisura de alguna carcajada y se toma
de un solo trago el primer vaso de vino;
y es entonces cuando recupera la tristeza
que le devuelve la luna de su espejo roto
y otra vez como cada tarde empieza apenas
a reconocerse.