Los 80 años de Eduardo Santa y sus libros recientes

Carlos Orlando Pardo

 

Durante 60 años, con una perseverancia proverbial, Eduardo Santa ha navegado exitosamente por el maravilloso mundo que ofrece la cultura. Sin prisa pero sin pausas el regalo de sus libros abarca esas memorables décadas logrando convertirse con algunos de ellos en un clásico de la literatura colombiana, en un ejemplo del buen escribir, del bien investigar y de entregar conocimiento y ternura a través de novelas, cuentos, ensayos, biografías, análisis y poemas que sobrepasan los 40 títulos. Quizá sea él como decano de los escritores tolimenses el que mejor encarna un oficio donde la contienda con el lenguaje y las ideas, lahistoria y la ficción se dan cita de la mejor manera. Y con la certidumbre de que seguirá dando la pelea ahora que acaba de arribar a sus 80 años en medio de un vigor y una lucidez poco común. Como lector impenitente y con una larga experiencia en la cátedra, el periodismo y la rectoría de destinos educativos y culturales del país, puede vérsele ya como cofundador de la universidad Jorge Tadeo Lozano, rector de la Universidad Central, profesor emérito de la Universidad Nacional, director de director de Colciencias, de la Biblioteca Nacional, entre otros oficios, dentro de los muchos que ha desempeñado desde niño, sin olvidar jamás su condición esencial de escritor de tiempo completo y horas extras. Su biografía abarca no sólo postgrados en ciencias políticas en Washington, especializaciones en bibliotecología, técnicas de investigación en Nueva York o eminente abogado, sino que sus méritos lo han llevado a ser miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, de la Academia Colombiana de Historia y de la Real Academia de Historia de España, Presidente Honorario de la Academia de Historia del Tolima, miembro del Instituto de Geografía e Historia con sede en México y en Bruselas de civilizaciones diferentes; socio honorario de la Academia de Artes y Letras de Nueva York donde le otorgaron la condecoración de La Gran Cruz, y a pertenecer a otros centros científicos y culturales del continente. El que justamente fuera Premio tolimense de literatura en 1982 y que es permanentemente invitado a diversos congresos internacionales, ha publicado entre otros los relatos de La provincia perdida, reeditado como un homenaje de la alcaldía del Líbano en el marco de la Feria Internacional del libro de 2006. Inolvidables son sus novelas Sin tierra para morirEl GirasolAdiós Omayra y Las señales de Anteo publicada hace poco en España, pero particularmente Cuarto Menguante o su libro de cuentos Los caballos de fuego, su clásica biografía de Uribe Uribe que elogiara Vargas Llosa, al igual que El pastor y las estrellas, un clásico de 20 ediciones, Recuerdos de mi aldea y El libro de los oficios de antaño. En fin, no se trata de recorrer tantos títulos que realizan aportes trascendentes a la bibliografía nacional, sino de emocionarnos con su presencia, su oficio, su amistad, su ejemplo y la seguridad de encontrar en él la encarnación de un patrimonio vivo del Tolima. Decía alguna vez Cervantes, una de sus devociones con cuyo ensayo se ganó el premio internacional de la universidad de Salamanca, que quien sabe leer sabe ascender y quien sabe escribir sabe volar. Lo que ha hecho siempreEduardo Santa de la más admirable manera.


La provincia perdida

Desde cuando se publicara La provincia perdida en 1951, son numerosos los escritores e intelectuales del país que han ofrecido halagadores comentarios y críticas a una pequeña gran obra que representa una poética, transparente y hermosa colección de estampas donde dibuja física y espiritualmente la vida sencilla y patriarcal de aquella época de la pequeña aldea ya desaparecida. Pero por la magia de la literatura sobrevive gracias a su palabra sencilla, maestra y talentosa porque escribir es siempre una batalla contra el olvido.

Por fortuna este libro poema del retorno a la edad jubilosa de los primeros cantos es preferido por su autor porque a pesar del tiempo se respira en él la frescura matinal al ser una serie de líricas y conmovedoras acuarelas escritas con el corazón. Debe recordarse que iniciada la televisión en Colombia es La Provincia Perdida la primera obra de autor colombiano llevado a la pantalla porque desentrañaba la esencia de la nacionalidad y que quien quiera rastrear una época encuentra el camino acertado en este libro donde curiosamente no se pierde sino se rescata la provincia. Igualmente se señala que se conserva el texto intacto como lo afirmara Eduardo Santa en su preámbulo a la edición de 1957 y que firma dos años antes de aparecer el libro tras su primera impresión en Ediciones Espiral de 1951 y a la que agregó nuevos capítulos.

De aquel tiempo para acá son numerosas las obras que ha publicado y que siguen siendo recibidas como entonces con marcado entusiasmo porqueEduardo Santa ha sido testigo ejemplar de su tiempo al ofrecer su testimonio estético, literario, histórico, sociológico, periodístico, poético o de investigador intenso a lo largo de su fructífera existencia. Las traducciones a sus libros o las publicaciones en editoriales europeas, su inclusión en antologías y un respeto ganado día a día y obra tras obra.


Crónica de un bandido legendario

Eduardo Santa entrega al público colombiano su obra número 40, esta vez la crónica cinematográfica de un bandido legendario como lo fuera Reinaldo Aguirre Palomo. Su personaje calificado como el Robin Hood del Norte del Tolima narra la vida y las aventuras de quien, durante la década de 1930 a 1940 asoló toda la región del Norte del Tolima. Sus permanentes y audaces asaltos al cable aéreo de Mariquita a Manizales,-el más largo del mundo con setenta y dos kilómetros sobre cordilleras y abismos-lo mismo que los perpetrados al ferrocarril de La Dorada y a la fábrica de cigarrillos más conocida con el nombre de Casa Inglesa, en Ambalema, llevaron su nombre y sus hazañas a las páginas de los principales periódicos colombianos de aquel entonces. Pero como bien lo dice su editor, Palomo Aguirre fue un bandido generoso, que trató de hacer justicia social por su propia mano, asaltando poderosas empresas, para repartir su botín con las gentes más pobres y menesterosas de su departamento. Era uno de aquellos protagonistas de películas al estilo del Zorro, el Águila Negra o tantos que se colocaban antifaz en sus comienzos para recibir el aplauso de su comunidad. Por eso las gentes del pueblo lo amaron y protegieron hasta el último día de su vida. Terminó por suicidarse pegándose un tiro cuando, después de un intenso combate contra la policía y el ejército, en las proximidades de la población de Mariquita, fue cercado y conminado a que se entregara incondicionalmente. Con el correr del tiempo las personas que recibieron su respaldo fueron construyendo su interesante y hermosa leyenda de hombre valiente, temerario y generoso. Eduardo Santa, tras una cuidadosa investigación realizada durante varios años, nos cuenta con su pluma maestra, en veintiséis cuadros, llenos de emoción y colorido, con la agilidad de una película, todos los avatares de quien no secuestró ni cometió crímenes sino corrió por el camino de la aventura. Los detalles rescatados por el gran escritor nos dejan el testimonio de un bandido cuya memoria se hubiese silenciado sino es por obra de su oficio. El libro que forma parte de la biblioteca de autores del Líbano, su tierra natal, posee impecable factura literaria, como todo lo suyo, que ofrece cada vez, un aporte al rico acerbo cultural del país.

 

Don Quijote por los caminos de América

El nuevo libro que sobre El Quijote escribiera el maestro Eduardo Santa, muestra cómo su tarea intelectual continúa abriéndose camino en sitios como España donde algunos de sus libros como El Pastor y las estrellas le consolidan su prestigio, al igual que el concurso que ganara convocado por la universidad de Salamanca en un premio de ensayo sobre el Caballero de la Mancha. Don Quijote vino a América y se quedó para siempre es su trabajo, escrito con la impecable factura literaria de un estilo transparente y seductor, respaldado desde luego por una investigación de muchos años. Quien estudia a fondo se encuentra en un estado permanente de tener qué decir y qué enseñar. Y es lo que queda al fondo con sus textos, trátese de novelas o de cuentos, de ensayos humanísticos e inclusive poemas y canciones. Don Quijote por los caminos de América es una edición conmemorativa del IV centenario del Ingenioso Hidalgo, un trabajo de 160 páginas que ha sido ya considerado laborioso y ameno. La ruta de este Caballero de la Triste Figura puede encontrarse aquí con cada una de sus huellas, no sólo desde su llegada al puerto de Cartagena de Indias en 1605, sino cómo ha sido su influencia en los países latinoamericanos, su impacto entre los grandes ideólogos, en sus gestas libertarias y en el campo extraordinario de la cultura misma. El mismo Eduardo Santa ha sido de muchas maneras un Quijote puesto que fiel a su oficio de escritor ha rechazado en diversas ocasiones ofertas de ministerios o gobernaciones, embajadas y delegaciones culturales, pensando que estas circunstancias son episódicas y mueren tan rápido como las horas, mientras el quehacer intelectual aportando conocimiento y siendo faro y guía, genera una memoria permanente. Su trabajo está no sólo poblado de planteamientos y conclusiones novedosas en medio del mar de libros que se conocen sobre Miguel Cervantes, sino que generan reflexión y provocan, sin lugar a la duda, volver sobre el Quijote.