JOSÉ FAXIR SÁNCHEZ

Poeta del sentimiento popular.

José Faxir Sánchez siempre recordaba aquella madrugada cuando tenía 6 años y escuchó por primera vez los versos de una antigua canción: No volverán mis ojos a mirarte, ni mis oídos a escucharan tu canto, voy a regar los mares con mi llanto, adiós, adiós, adiós para siempre adiós.

Aunque en ese momento era muy pequeño entendió que esa melodía nostálgica y cansada que rebotaba contra una ventana cerrada era cantada por última vez por un hombre que con ruana sombrero, pistolas y caballos, dejaba a su amor para partir a una cita con la muerte.

Eran los años cincuenta, época en que los guerrilleros de nombres famosos hicieron de Planadas, un pueblo frío y montañoso al sur del Tolima, escenario de una película mejicana en la que los duelos, los caballos, las peleas de gallos eran alentados por aquella gente que imitaba a pancho villa y Emiliano Zapata, ídolos de otra revolución lejana.

Aprendió a cantar desde muy pequeño escuchando a su padre Luis Antonio Sánchez, Un hombre recio, comerciante, político y ganadero que amaba los caballos, la música de Pedro Infante y jugaba cartas en las encrucijadas de los caminos bajo la luz de la luna.

Aunque Olga su madre, murió cuando tenía poco más de un año, la recuerda como una mujer elegante, cariñosa, tierna y generosa que saco su nombre de una radionovela en la que Faxir el árabe era un héroe invencible, romántico y soñador.

Empezó a escribir poemas de amor siendo un adolescente de pelo largo y bota campana irreverente, indisciplinado, contagiado por el movimiento hippie de los años sesenta. Soñaba con estudiar bellas artes, pero su progenitor, como todos los padres de esa época, quería que fuera abogado. Viajo a Bogotá a estudiar derecho pero los grupos de teatro de la candelaria, la música, la pintura, la bohemia, y las serenatas con los mariachis de la playa, los desviaron de su camino.

Regreso a Planadas donde conoció a Amparo Narváez, la mujer que siempre lo acompaña lo inspira y con quien tuvo cinco hijos. Mientras tanto lo perseguían las imágenes y las sensaciones del bajo de los cafetales en flor, los rajaleñas que cantaba su abuela, el rio las montañas, el horno de barro blanco y humeante, las casas de bareque y palma, y el tiple.

Esa es la doble herencia que le permitió componer con la misma facilidad un bambuco, una ranchera, un huapango, un pasillo un vals, o un corrido. Al fin y al cabo, como él decía “ El sentimiento es el mismo, no importa el ritmo en que se exprese, eso explica que Pedro Infante y Javier Solís hayan cantado pasillos Colombianos con la misma pasión de todas sus canciones”.

Como intérprete grabó cinco discos larga duración y dos sencillos, El primero de música Colombiana para la cooperativa de caficultores del sur del Tolima. En el segundo para rápido Tolima, canta sus primeros temas con influencia Mejicana. El tercero titulado, prisionero de ti, hace una recopilación de sus mejores rancheras, logrando un trabajo del que se escuchan en las diferentes emisoras temas como Prisionero de ti, el testaferro y laberinto de tu amor.

En el cuarto Vuelve conmigo incluye un monumental pasodoble en homenaje al torero Pepe Cáceres. La canción se convierte en himno de la plaza de toros de la ciudad de Ibagué. Y el quinto titulado Volví otra vez, en el que hace una nueva versión de su clásico Quiéreme ahora y también incluye temas como Volveré por mis pasos, Eres un amor y La reina de la casa.

Quiéreme ahora es la canción por la cual este compositor ha sido conocido a nivel nacional e internacional; grabada por el dueto viejo Tolima en ritmo de pasillo, fue escogida por el concurso de música Colombiana Garzón y Collazos como una de las tres canciones más bellas del departamento. Las canciones del maestro José Faxir, han sido grabadas por artistas como el trío Martino, Juan Carlos Coronel, el dueto Viejo Tolima, Silva y Villalba, María Mercedes Falla, Los Hermanos Tejada, Los inolvidables, Lara y Acosta ,Juan Carlos Zarabanda, los Hermanos Casallas, y La gran rondalla colombiana, Báez, Tati y Olga walkiria entre otros.

José Faxir Sánchez nació en Praga, Huila, el 5 de abril de 1952, pero se considera Planaduno porque allí lo bautizaron, creció, se enamoró y escribió sus primeras canciones, era amante de la lectura y tenía muy buena memoria. Pensaba que cualquier hora del día era propicia para escribir. Una vez terminada una canción, nunca la olvidaba. Sus amigos lo recuerdan como un gran narrador, capaz de contar historias noches enteras, algunas reales, la mayoría inventadas.

Sus canciones eran sencillas, trataron temas cotidianos como el amor, el desamor, la soledad. Es por eso que se escuchan por igual en grandes salones, cantinas de pueblo, en festivales o en serenatas románticas. Compartió escenarios con artistas como Antonio Aguilar, Vicente Fernández, Los Visconti, Luis Alberto Posada y Darío Gómez.

Compuso los himnos de los municipios de Planadas, Aipe y Velú y un homenaje a las fiestas del San Juan de Ibagué interpretada por la orquesta Siloé titulada Mi ciudad de Fiesta.

Fiestas de mi pueblo, Quiéreme ahora, Eres un amor, Alma campesina, Volveré por mis pasos, El andariego, Ilusión campesina, Prisionero de ti, Mi niña se va, Pepe Cáceres !torero!, Llegamos tarde, entre otros, son temas que ya hacen parte del álbum musical del Tolima y Colombia y detrás de ellos estaba ese hombre sensible al dolor y a la alegría que se ha bebió la vida y que gozó con intensidad cada momento, que ha amó y creyó siempre en la música y, sobre todo, transmitió ese amor a sus hijos que tratan de seguir sus pasos.

En el año 2007 fue condecorado por el Congreso de la República con la medalla Simón Bolívar, Orden de la democracia en el grado de Gran caballero por su aporte a la cultura del país. También recibió condecoraciones como hijo ilustre del municipio de Planadas y del municipio de Aipe. Sus canciones han sido grabadas en países como Venezuela México, Estados Unidos y Ecuador.

El día de su muerte producida por un derrame cerebral, José Faxir viajaba a Bogotá para grabar unos vídeos de su último disco. Estaba preparando una producción para celebrar sus 25 años de vida artística. Soñaba con ver a sus hijos siguiendo el camino de la música.

En una de sus últimas canciones escribió: Que más le puedo pedir a esta vida que me han dado, Licores, brindis, amigos, a mi nunca me han faltado y en cuestiones del amor para que voy a negarlo. Por una mujer bonita muchas veces he llorado.

H e vivido plenamente en la mala y en la buena, una cosa si me duele y es dejar a mi morena, a mis amigos les pido que ese día en que me muera, no me canten misereres ni me pongan cuatro velas, que mas bien canten bambucos de esos que paren mi tierra.

Murió el 8 de febrero del 2008 en la clínica San Pedro Claver de la ciudad de Bogotá. A su funeral asistió una multitud de amigos y seguidores como una forma de demostrar el amor que sembró en el pueblo con sus canciones. Es ese el mejor reconocimiento a la vida de un poeta del sentimiento popular.

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