HÉCTOR SÁNCHEZ VÁSQUEZ
Es no sólo uno de los novelistas más significativos de la literatura colombiana contemporánea, sino de los pocos autores en nuestro país que ha logrado ser ampliamente acogido por importantes editoriales extranjeras. Siglo XXI, Joaquín Mortíz y Fondo de Cultura Económica de México; Goyanarte de Argentina; Editorial Universitaria de Chile; Plaza y Janés, Argos Vergara, Planeta y Círculo de Lectores de Barcelona. Y pocos, también, han dedicado sin reservas su vida a la literatura, apareciendo aquí sus libros por Colcultura, Tercer Mundo, Educar y Pijao Editores .
Este autor, quien nace en la población tolimense de El Guamo el 6 de agosto de 1940, es igualmente uno de los más prolíficos de la nación. Su obra, que ha sido reconocida por la crítica internacional, valorada dentro de su patria, incluída en representativas antologías, destacada en historias literarias, ha despertado creciente interés y se escriben estudios sobre su vida y sus libros así como numerosas tesis de grado.
Su infancia transcurre en medio del calor, las canciones y el cine mexicano, el juego del billar y ese cúmulo de personajes anónimos y derrotados que más tarde poblarán sus páginas. Es en este llano ardiente, en su casa a orillas del ferrocarril, donde ve pasar sus días de estudiante. Era aún posible dormir tranquilamente con las puertas abiertas pero en Bogotá asesinan a Gaitán, estalla el bogotazo y la paz huye por los pastizales.
Como no existía en el pueblo un colegio de bachillerato, su padre lo hace repetir toda la primaria para que no pierda el tiempo. A los trece años se encuentra en el internado del colegio de San Simón, en Ibagué, organizando en la parte de atrás un garito con juego de cartas y dados para poder así conseguir el escaso dinero que le servía para golpear duro en las mesas de los bares donde pedía cerveza.
Este ambiente, señala Jorge Eliécer Pardo en un libro sobre su vida y obra, aparecerá en repetidas escenas en su novela El tejemaneje. De las anécdotas del colegio saldrán los temas para su primer libro, Cada viga en su ojo, en el cual se venga literariamente de sus profesores.
En 1959 tres hechos cambiaron su vida: una guitarra envuelta en papel regalo que le diera una amiga, la muerte de su padre que le impidió hacerse bachiller y el ingreso al mundo de los telones y los maquillajes para hacer teatro. Frecuenta por esta época la lectura de los autores clásicos y se hace miembro de la Academia Literaria Manuel Antonio Bonilla. Tras una temporada en la radio como locutor, actividad en la cual cifraba grandes esperanzas, termina por hacerse maestro de escuela y combina esta actividad con su participación en un grupo teatral, primero como actor y después como director.
Abandona Ibagué en 1965 y en Bogotá se enreda en el periodismo en un cargo en Colombia Press que le consigue su coterráneo, el escritor Hugo Ruíz y en una agencia de publicidad, años que luego recreará en su novela Entre ruinas. Más tarde hará crítica literaria y teatral en El Siglo, cuyos juicios certeros lo llevan a ser designado jurado del Primer Festival Nacional de Teatro Universitario en 1966 y al año siguiente dirige el grupo de teatro de la Universidad La Gran Colombia. En 1968 se enrola en un grupo teatral que viaja a México a las Olimpiadas Culturales, luego de haber editado por su cuenta, en 1967, su primer libro de cuentos, Cada viga en su ojo. Deserta del grupo y se queda en México con los originales de su novela Las maniobras, obra que, sin ninguna clase de padrinazgos, lograría publicar en la editorial Joaquín Mortíz para empezar a proyectarse en el ámbito latinoamericano. Sobre ella afirmó el consagrado crítico Angel Rama que es el antecedente de una nueva vida donde se encuentra una múltiple versión de los elementos marginales, cifras dispersas de una sociedad que intenta acomodarse justamente al advenimiento de los nuevos tiempos y en la cual se asiste al lento desplazamiento del mundo rural hacia la vida urbana.
Por varios años vive en México y escribe, en medio de zozobras económicas, una novela que le hizo sacar la cabeza del agua y que le granjeó, durante el tiempo de su escritura, la amistad solidaria y entusiasta del poeta Alvaro Mutis. Con este libro lograría su siguiente acontecimiento narrativo. Seleccionado entre 122, gana con Las causas supremas el Premio Esso de Novela Colombiana que antes había alcanzado, entre otros, Gabriel García Márquez con La mala hora. La obra es editada en 1969 por Lerner y luego por Goyanarte en Argentina.
Una nueva maleta y otro libro lo llevarán a Suramérica. Visita Ecuador, Perú, Chile y Argentina durante dos años y dicta algunas conferencias. Su presencia es destacada por los periódicos de esos países. En 1972 aparece en la Editorial Universitaria de Chile su libro de cuentos La orilla ausente, lo mismo que su ensayo Literatura y chantaje publicado como el segundo volumen de la Biblioteca de Autores Tolimenses de Pijao Editores. Al año siguiente sale en México, publicada por Siglo XXI, su novela Los desheredados cuya segunda edición es hecha por el Círculo de Lectores de España.
En 1975 viaja a Barcelona donde permanecerá doce años. Vive de las investigaciones que realiza para diccionarios y enciclopedias y como lector de editoriales, pero nunca con un horario establecido ni escritorio asignado. En Barcelona aparece su cuarta novela, Sin nada entre las manos, editada por Planeta en 1976. Esta novela fue llevada en 1984 a la televisión colombiana bajo el nombre de El faraón, y reeditada sucesivamente por Educar y Pijao Editores
En una nota de la contraportada, el autor afirma que “la literatura es el mejor trabajo que he tenido porque nadie me lo ofreció y en cambio estoy obligado a rendir cuentas del mismo. Esta no será mi última tentativa ni mi última novela porque todo narrador que se respete quiere cometer el crímen perfecto que tantas decapitaciones ha provocado en este mundo.”
En 1979 Plaza y Janés edita su novela El tejemaneje y en el mismo año el Instituto Colombiano de Cultura, en su colección de Autores Nacionales, publica su libro de cuentos Se acabó la casa. Sus éxitos y aceptación en el territorio de habla hispana continúan y la editorial española Argos Vergara, en su selecta colección Fénix, publica en 1983 su novela Entre ruinas. Más adelante, en 1989, Tercer Mundo edita su novela El héroe de la familia, encontrándose en prensa actualmente (1995) Las mujeres de Manosalva, también novela.
Tres libros de cuentos y ocho novelas, sin vanidad y con la altivez de un escritor que ha gastado más de media vida en el oficio, dignificándolo desde la humildad y el respeto, con su pinta de adolescente como si estuviera condenado a nunca envejecer, son el resultado hasta ahora de una tarea que asume como la extensión de su existencia. En Barcelona, ejercerlo no fue sólo una entrega vocacional sino una manera de ganarse la vida, allí donde una actividad mirada en Colombia como disparatada adquiere una dimensión sólida y respetable. El amor, como la literatura, son para él las más asombrosas pasiones, así como la arrogancia, la soberbia, la prepotencia infundada, desquician el proyecto humano y lo convierten en algo cercano al reino de los animales.
Sus libros son la historia del desarraigo, la ironía y la desesperanza, la vasta crónica de pequeños personajes, verdaderos antihéroes que se debaten entre lo grotesco, lo escatológico, lo divertido y lo irónico. Estas obras muestran el mapa interior del hombre contemporáneo y su tránsito de los pequeños poblados a la gran ciudad. Sánchez ha experimentado en sus libros diversas formas narrativas. En ocasiones aborda un cierto estilo surrealista y en otras se vale de un estilo desenfadado y cercano a lo esperpéntico para trazar, como en Las maniobras, la vida de aquellos que viven en mundos subterráneos, en los extramuros, los basureros, sumidos en el alcohol, el desempleo, la falta de techo, el deterioro de la existencia y la búsqueda de nuevas oportunidades en medio de la derrota. O, como en Las causas supremas, dibujar personajes que desde un pequeño poblado de tierra caliente ven el desmembramiento de la seguridad personal con la aparición de la violencia y la supremacía arbitraria de la autoridad y la dictadura. Los acontecimientos lugareños, la lluvia, todo un mundo rutinario y provinciano narrado con elementos de lo grotesco a fin de caricaturizar los hechos de un modo apartado de lo tradicional. En sus obras, suma de realidades y de sueños, ofrece ricas vertientes imaginativas, visiones satíricas y doloridas de los seres humanos que se consumen en un presente desvertebrado y caótico.
Ubicado por Isaías Peña Gutiérrez en la denominada Generación del bloqueo y el Estado de sitio que más tarde llamará del Frente Nacional, Sánchez, quien conserva varias obras de teatro y dos libros de cuentos inéditos, continúa sin hacerle caso a los halagos ni a la coquetería del poder fatuo de la burocracia, enfrentado a todos los riesgos de escribir en un país donde poco se lee y poco se respeta el oficio, inmerso en sus historias y en el ya largo camino recorrido. Disfruta de los pequeños y felices momentos que le ofrece la vida, poseído por el placer de ver que lo que escribe surge de una manera cálida y animada porque si bien pinta la desesperanza, ésta no lo habita. Su largo peregrinaje por la literatura y por el mundo lo identifica como uno de los más importantes novelistas de la generación posterior a Gabriel García Márquez.
Es coautor del Manual de Historia del Tolima, y publicó en 2007 su novela Mis noches en casa de maría Antonia y en el 2010 su libro de cuentos Confabulaciones.