FRANCISCO DE PAULA ROJAS SÁNCHEZ

Aunque nació en Altamira, Huila, el 30 de julio de 1899, el maestro Francisco de Paula Rojas Sánchez es tan tolimense como el Conservatorio, el San Juan o el Bunde. Hijo del maestro Epifanio Rojas Rodríguez, director de la banda de Altamira y coralista de Garzón, Guadalupe y Altamira; y de Catalina Sánchez Trujillo, viaja a la población de Flandes en 1920, llamado por el maestro José Ignacio Bolaños, director de la Banda del regimiento Sucre Número Dos, acantonado en esta población tolimense. Allí reemplazó al luego famoso Francisco Cristancho.

De su padre recibió la primera instrucción musical, empírica por demás, y de Pedro Sierra, los primeros pinos en la académica. En 1922 se traslada a Ibagué y luego a Bogotá donde “Pachito”, como siempre lo llamaron, ingresa al Conservatorio Nacional que dirigiera Guillermo Uribe Holguín. Se graduó en armonía y contrapunto.

Del Conservatorio Nacional pasa a las Bandas del Regimiento Sucre, de la policía y a la Banda y Orquesta Sinfónica Nacional como profesor de primera categoría, en una labor que perdurará hasta 1939 cuando es llamado por el Conservatorio del Tolima para formar parte del cuerpo de profesores.

Desde allí conformará el Conjunto Femenino, compuesto por alumnas adelantadas del mismo centro. Profesor de materias teóricas y de cuerdas típicas del Conservatorio, el maestro Rojas también dictó música y canto en diferentes colegios de la capital musical como San Simón, Liceo Nacional y las Normales de Señoritas, de Varones y María Inmaculada.

En 1959, para el primer festival folclórico de Ibagué, organizó y dirigió el conjunto de cuerdas Tolima Grande que tantos éxitos obtuvo no sólo en el departamento sino en el país, toda vez que se hiciera acreedor al Momo de Oro del carnaval de Barranquilla en 1962, y el Tiple de Oro del diario El Tiempo en el mismo año. En 1963 obtuvo medalla y disco de oro con el sanjuanero Folclor tolimense, una de sus composiciones.

En 1973 fue condecorado con la medalla Primer Festival del Bunde, organizado por Gonzalo Sánchez, y el 11 de diciembre de 1976 recibe la condecoración Fulgencio García, otorgada por la Banda Departamental. Quien escribiera el himno de la Escuela Anexa de Ibagué, también recibió la medalla al mérito artístico del Concejo de la misma ciudad, en 1980, en un merecido homenaje a un hombre que respiró música hasta su muerte, acaecida el 18 de abril de 1984.

Sin lugar a la duda, la mayor importancia de su labor radicó en la dirección que hiciera del grupo Tolima Grande, no sólo por los éxitos que consiguió a lo largo de su itinerario, sino por el impulso que dio a la música en una época que marcó el alma de los ibaguereños y, en general, de todos los tolimenses.

Su labor docente es recordada por cada uno de sus educandos, hasta el punto de aparecer como símbolo mayor de una generación que aún lo recuerda dirigiendo la tuna del colegio San Simón o de tantas otras instituciones que forjaron el alma musical de un pueblo que lo evoca con nostalgia.

Quizá mañana sus composiciones pasen al olvido o quizá logren saltar el obstáculo del tiempo, lo que sí es seguro, es que en las anécdotas de cientos de músicos que crecieron con las melodías de Tolima Grande, su nombre aparecerá repetidamente como epígono de una vocación.

Sus composiciones más conocidas son los pasillos Gotitas de rocío y A mi esposa; los bambucos Primer festival del bunde, dedicado al Espinal y El indio cochinillero; las guabinas Semblanza y Mi pueblo; el sanjuanero, laureado, Folclor tolimense y la rumba Catucha, interpretadas en su mayoría por el conjunto de cuerdas Tolima Grande, conformado por Leopoldo Quimbayo, Gustavo Torres, Carmen Castillo, Aura Meneses de Rojas, Maruja Torres, Luis A. Benavides, Adolfo Viña, Blanca Álvarez, Alfonso Viña, Simón Collazos, José A. Bravo, Carmen Alicia Viña, Milton Marulanda, Germán Medina, Emilio Díaz, Marco T. Reina, Pacheque, y Manuel Álvarez.