ANTONIO ROCHA ALVIRA

 

Miembro del equipo redactor de los estatutos de la Organización de Estados Americanos (OEA) y presidente del Consejo Directivo de dicha institución así como de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, ministro en varias oportunidades, parlamentario, catedrático y embajador ante la Santa Sede, Antonio Rocha Alvira desempeñó estos y otros cargos con un refinamiento jurídico y humanista que lo hizo brillar con luz propia entre sus pares.

Perteneciente a una brillante generación de juristas oriundos de Chaparral como Darío Echandía y José Joaquín Caicedo Castilla, nació Rocha Alvira en esa población el 11 de noviembre de 1899. Sus padres, Uldarico Rocha Tavera y Julia Alvira Durán, debieron abandonar Chaparral y trasladarse a Girardot para huir de los horrores que en la región causaba la guerra de los mil días cuando su hijo contaba apenas seis años de edad. Vivió en ese puerto fluvial sobre el río Magdalena con sus hermanos Anibal y Ana Julia hasta terminar su primaria. El padre era un reconocido odontólogo y comerciante de café.

Tras cursar sus primeros años de estudio en este puerto sobre el río Magdalena, a los trece años es llevado a Bogotá para adelantar su bachillerato en el Colegio Mayor del Rosario, siendo rector en ese entonces Monseñor Rafael María Carrasquilla, de quien sería asistente. Fue elegido colegial de número y en ese mismo claustro cursó todos sus estudios de derecho, graduándose con honores en 1923. Entre sus condiscípulos se contaron Carlos y Juan Lozano y Lozano y Alberto Zuleta Angel.

Inicia su carrera profesional en el Tolima como juez de circuito, magistrado del Tribunal Superior de Ibagué, fundador y gerente del Banco Agrícola Agropecuario del Tolima, Secretario de Hacienda y Gobernador del Departamento en 1933, durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera. Como mandatario seccional contribuyó fuertemente a la fundación del Conservatorio de Música de Ibagué.

Elegido Representante a la Cámara por el Tolima, se desplaza con su familia a Bogotá. Se había casado el 4 de enero de 1928 en Neiva con Julia Botero, matrimonio del cual hubo tres hijos: Alvaro, fallecido muy joven, Blanca y Ana, los tres nacidos en Ibagué.

En Bogotá su prestigio lo acompaña y es nombrado director del partido liberal. Empieza por esta época su ejercicio en la cátedra de pruebas judiciales, que se hizo famosa, y derecho mercantil en las universidades Nacional, Externado y Rosario. A lo largo de su vida Rocha Alvira volvería siempre a su oficio de profesor de derecho. En la Nacional llegó a formar parte de la directiva de la universidad y fue Decano de su Facultad de Derecho. De su labor como catedrático dijo Abdón Espinosa Valderrama: “ El habla pausada, elegante, ceñida al concepto; el tono persuasivo; el ademán mesurado, hacían de su cátedra espectáculo digno de escuchar y de ver. Ante sus alumnos absortos, parecía sentirse en el foro romano, levantando edificios de vocablos, cargados de profundidad y sabiduría”.

En 1935 llega a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia y allí consolida su prestigio con fallos que hicieron historia. Hacen parte entonces de la Corporación Darío Echandía y Ricardo Hinestrosa. Durante su primer gobierno, en 1937, el presidente Alfonso López Pumarejo lo nombra inicialmente Ministro de Industrias y Trabajo y luego de Relaciones Exteriores. En su segunda administración López lo designa Ministro de Educación en 1943 y de Gobierno al año siguiente.

Su devoción por la educación lo llevó a fundar en 1940, en asocio con la señora Celia de Duque, el plantel Nuevo Gimnasio. Entre 1943 y 1947 ejerció, con los necesarios intervalos que el desempeño de sus cargos le exigía, su calidad de Senador de la República.

Uno de sus más brillantes papeles lo cumplió en Washington como Delegado Especial de Colombia al Consejo Directivo de la Unión Panamericana, cargo para el cual fue designado por el presidente Alberto Lleras Camargo en 1945. Con los representantes de 21 países y los embajadores de México y Perú en Washington, Rocha Alvira intervino en la creación de la Comisión Preparatoria de los estatutos de la futura Organización de Estados Americanos. Estos estatutos fueron aprobados en Bogotá en desarrollo de la Conferencia Panamericana realizada en el Gimnasio Moderno de esta ciudad en abril de 1948 y que vio amenazadas sus sesiones por el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. En 1946, al año de trabajar en esta misión, el ilustre chaparraluno fue elegido por unanimidad como Presidente del Consejo Directivo de la Unión Panamericana. Hasta entonces tal cargo sólo había sido ocupado, de modo invariable, por Estados Unidos a través del embajador estadinense que ocupara la Subsecretaría de Estado en Washington.

El Director General de la Unión Panamericana durante veintisiete años, Leo Rowe, falleció en 1947. Por instrucciones del expresidente López Pumarejo, quien vio una oportunidad para el país, Rocha Alvira gestiona, coordina y logra la elección para el cargo de Alberto Lleras Camargo el 12 de marzo de 1947. La Unión Panamericana tenía en sus dos principales puestos de dirigencia a dos colombianos.

A partir de 1948 se dedica a su profesión de abogado y regresa a la cátedra, es elegido miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, del Instituto Sanmartiniano de Colombia, de la delegación a la ONU y a la Conferencia Interamericana Extraordinaria celebrada en Río de Janeiro en 1967.

A la muerte del rector del Colegio Mayor del Rosario, Monseñor José Vicente Castro Silva, ocurrida en 1968, lo remplaza en el cargo. Fue el primer rector seglar del claustro en 78 años ya que la dirección del prestigioso plantel había sido ejercida por Monseñor Rafael María Carrasquilla entre 1890 y 1930 y Monseñor Castro Silva entre este año y 1968. Allí adelantó trabajos de remodelación tendientes a modernizarlo, entre ellos la construcción de dos torres en el costado occidental del antiguo claustro donde hoy se encuentra la mayor parte de las áulas y la biblioteca que lleva su nombre. Creó los institutos de lenguas y traducción simultánea, reabrió la facultad de filosofía, apoyó la creación de la tuna rosarista, restauró la capilla de La Bordadita y abrió nuevamente la Capellanía. En octubre de 1972 se le reeligió para un nuevo período pero su designación en 1973 como embajador ante la Santa Sede, durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero, hizo que se retirara de la rectoría del colegio.

En Roma debió encargarse, en colaboración con Aurelio Caicedo, de renegociar un nuevo Concordato que actualizara el pactado en 1887. Esta reforma había sido intentada por su paisano Darío Echandía en 1944 pero finalmente no fue aprobada. El Concordato, cuyos nuevos términos fueron negociados por Rocha Alvira, fue aprobado y se encuentra vigente en buena parte. Los dos temas principales que se revisaron fueron los concernientes a la educación y al matrimonio.

Condecorado con las órdenes del Libertador en el grado de Gran Cordón y con la Francisco Miranda, Rocha Alvira fue presidente honorario del Jockey Club, institución de la cual fue miembro por muchos años. La Universidad Externado de Colombia, de la cual fue profesor, le confirió el título de Doctor Honoris Causa en 1986 y reeditó algunos de sus libros. Conocía a cabalidad el inglés y el francés y en su tiempo libre visitaba a su padres en Girardot, pintaba al óleo o departía con sus amigos Juan Lozano y Lozano y los hermanos Alberto y Eduardo Zuleta Angel.

Los títulos más importantes de su obra son: Historia y Estado Actual del Derecho de Propiedad del Subsuelo Petrolífero de Colombia, 1923;Derecho Mercantil, Discurso del Libro, 1944;

Conferencias de Derecho,1958; De la Prueba en Derecho,1967; Lecturas sobre la Sociedad Colectiva,1968; Derecho probatorio: El nuevo Régimen Legal, 1971; Matrimonio, Educación y Actualidad Concordataria,1975; Tratado de Derecho Mercantil.

Murió el 10 de octubre de 1992. Un año después de su muerte, con ocasión del Primer Congreso Rosarista, se descubrió un busto como homenaje póstumo a Antonio Rocha Alvira con la inscripción de las que fueran sus palabras sobre el Colegio del Rosario:

Aquí se enseña, se profesa y se practica la virtud.