JOSÉ MARÍA RINCÓN

Llegó a Ibagué de Santa Isabel, su pueblo natal, a ocupar un cargo en la Inspección quinta municipal por insinuación de José Ramírez Castaño, pero la música ya se lo había robado desde los nueve años cuando escuchó la bandola de don Efraín Delgado, un músico amigo de la casa que le facilitó su instrumento por dos semanas, logrando en este corto tiempo interpretar Cachipay y La virgencita.

Nació el 26 de agosto de 1915 y durante quince años perteneció a la Banda Departamental tras haber adelantado estudios teóricos en el Conservatorio de Música. Allí ingresó en 1954 como instrumentista barítono. Cinco años después desempeñó el delicado oficio de copista y finalmente asumió la ejecución de los timbales, pues una terminante orden médica lo separó de la práctica aerofónica. Luego, sólo el tiple, la guitarra y, en especial, la bandola, atraparon la mayor parte de su tiempo.

Alumno de Francisco de Paula Rojas y reconocido como uno de los mejores teóricos que haya tenido el Conservatorio, el historial de “Pachito” Rincón tiene un eje conductor: la creación de conjuntos musicales. Junto a Mariano Guarín, el célebre bandolista de los pies descalzos, organizó el quinteto Alma Tolimense, integrado además por Julio y Ernesto Rodríguez y Luis Morales. Aunque duró poco tiempo, el conjunto tuvo buena acogida entre la sociedad ibaguereña.

Los Andes fue la siguiente agrupación que conformó. Integrada por los dos hermanos Rodríguez, Alonso Castro y Rincón. Logró, luego de haber ganado en Ibagué el concurso patrocinado por la Esso Colombiana, participar en el concurso de la emisora Nuevo Mundo donde obtuvieron un segundo lugar, detrás de Los Tolimenses que ganaron el certamen.

La estudiantina Tolima Grande, junto a Francisco de Paula Rojas y el quinteto de cuerdas Pentagrama Colombiano, resultó ganador del segundo puesto en el festival de música colombiana Mono Núñez de 1979, también formaron parte del listado de grupos que José María Rincón Becerra había creado como parte de una labor de cultor selecto, riguroso y exigente de la música colombiana.

El Trío Andino sería el más reciente grupo que conformara la “bandola de oro de Colombia”, como es justamente conocido. Formado por Conrado Londoño, un libanense que naciera el 12 de junio de 1915, contador público de profesión pero guitarrista desde temprana edad, y Hernando Santos Guevara, un ibaguereño nacido el 29 de noviembre de 1922, tiplista, y por Rincón en la bandola, el trío interpretó obras de Luis A. Calvo, Pedro Morales Pino, Emilio Murillo, Cantalicio Rojas, y del propio José María Rincón Becerra.

Con el quinteto Pentagrama Colombiano, Rincón llevó al acetato sus dos primeros larga duración y, gracias al Instituto Tolimense de Cultura, bajo la dirección del escritor Carlos Orlando Pardo, grabó, junto al trío Andino, su tercer disco con obras de su propia inspiración como los pasillos Tolima grande, Alma y paisaje, Lluvia de flores, Tardes de abril, Beatriz, Brisas del Combeima y Chalo; las danzas María y Nereida; los bambucos Nohora María y Don Eucario; la guabina Flor María, el pasodoble Luz Maribel y la gavotta Homenaje a José Ignacio Camacho Toscano. Sin embargo, la mayor parte de la producción del maestro Rincón Becerra se encuentra inédita.

Casado con Ana María Cardona y con tres hijos, admirador de Guillermo Abadía Morales, en su concepto el más grande e importante folclorista de Colombia, y del Quijote, José María Rincón Becerra continúa su vida atado a su vieja bandola, interpretando Ilusión, su primera composición, y creando nuevas melodías con la seguridad de encontrar en algún amigo la posibilidad de conformar un nuevo grupo que haga honor a la música colombiana.

Y es seguro que lo logrará, como lo ha logrado ya tantas veces. Mientras tanto el maestro José María Rincón continúa en su infatigable tarea de compositor a la espera de que tanto sus viejas obras inéditas como las nuevas vean algún día la luz y entren a hacer parte del inmenso repertorio musical del Tolima.

Aunque ya con sus composiciones conocidas ha alcanzado un sitial de honor dentro de la música regional, el maestro no desmaya en la creación de nuevas canciones y en la ejecución de la bandola, alimentando diariamente su práctica y soñando con la creación de un nuevo grupo que, al igual que los anteriores, interprete tanto sus canciones como las de otros compositores para dar nueva vida a nuestros aires autóctonos y divulguen lo mejor del repertorio tolimense y nacional.

De esta forma, este maestro de Santa Isabel ve pasar los días repasando sus viejas composiciones, releyendo El Quijote, ambicionando la creación de su nuevo conjunto y creando composiciones que vienen a sumarse a su vasto material de obras inéditas.