ELADIORAMOS

 

La pintura de Eladio Ramos, un autor entregado a la recuperación del equilibrio clásico, al concepto de la armonía de las formas, a la decoración contenida y con seriedad gramatical en la fachada de la esquina de barrio, la casona o el paisaje, parece una reencarnación de viejas formas donde los elementos vitales y decisivos de su mundo, los lugares desiertos de control dimensional y con aparente repetición de esquemas espaciales, nos dejan siempre el ejemplo típico de ambientación montañera o de sabana, semejando una especie de documento memorable que recuerda una cadena de fisonomías perdidas en un recoveco del recuerdo.

A través del muestreo de esa Colombia pintoresca que ya pocos artistas trabajan porque sus alas van a describirla de muchas maneras diferentes al retratismo, Eladio Ramos sabe sacar de su rincón de olvido el discreto encanto de lo decorativo en mayúsculas más allí de los sitios solitarios.

Sin embargo no aparecen gratuitas sus preferencias por la naturaleza porque este pintor nacido en el Líbano en 1951 creció en un ambiente de montaña y paisaje, rodeado de quebradas con aguas claras y limpias y un aire puro en medio de árboles que le permitirían fijar para siempre aquel escenario grato ya desaparecido. De allí que a pesar de tantos años pasados en la capital de la república haya escogido un pequeño pueblo de Cundinamarca para instalar su estudio y experimentar la sensación de paz en medio de su siempre añorada naturaleza.

Su obra, ubicada particularmente en Miami y Caracas, Estados Unidos y una parte en Europa, en particular Suiza, es pedida siempre con urgencia. Por eso se niega el placer de una colección para repetir una exposición amplia de su trabajo como lo hiciera en la Biblioteca Darío Echandía de Ibagué en 1988, invitado por el gobernador de la época, un amante del arte y admirador de su obra, el hoy parlamentario Germán Huertas Combariza o últimamente en la galería de Arte Autopista de Medellín.

Eladio Ramos procede de una familia del campo y sintió los estremecimientos de la violencia de mitad de siglo, protegido siempre por sus padres como hijo único. Cursó sus estudios primarios en la escuela Juan XXIII de su pueblo natal y parte de la secundaria en el Instituto Isidro Parra del mismo municipio, años desde los cuales advertía su facilidad para dibujar acumulando una inmensa cantidad de trabajo. Alfonsito Arango, memorable profesor de dibujo y caligrafía lo orienta en aquellos meses hasta que por una huelga debe terminar sus estudios en Neiva.

Instalado en Bogotá, gracias a la ayuda de su madre, realiza cursos de dibujo, artes gráficas y publicidad, al tiempo que comienza a descubrir la identidad cultural buscando sus raíces y ensayando un particular tratamiento al paisaje colombiano de cuyas investigaciones, con la variedad de cada región, salen obras que le ofrecen un sello y una marca de fácil identificación.

Ramos ha realizado doce exposiciones individuales y ha participado en unas veinte colectivas, manejando dentro de su dominio técnico la exploración del surealismo verista y a veces lo onírico, pero ante todo el paisaje como una fantasía que ubica al espectador en una dimensión que parece real o absurda pero que en medio de sus vertientes pretende el disfrute del ser humano.

Eladio Ramos vive y pinta desde 1996 en un estudio aún sin nombre que tiene en el municipio de San Francisco, en Cundinamarca, donde comparte su cotidianidad con gente humilde y aprovecha la atmósfera tranquila de esa población para su arte, mientras prepara sus continuas exposiciones en las más importantes galerías de Bogotá.

En el 2009 hizo una exposición colectiva en el Banco de la República.


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