GUILLERMO QUEVEDO ZORNOSA

Durante los años posteriores a la guerra de los mil días, surge en Ibagué un ambiente cultural que actúa como paliativo a las heridas causadas por la guerra. Alberto Castilla en compañía de intelectuales como Andrés Rocha, José Eustasio Rivera, Eduardo y Roberto Torres y el compositor Guillermo Quevedo Zornosa, serían los encargados de crear la atmósfera necesaria para un clima espiritual de convivencia cuando la capital del departamento apenas despertaba al nuevo siglo. De esta manera, un zipaquireño que había nacido el 25 de noviembre de 1886, Guillermo Quevedo Zornosa, comenzaba a perfilarse como protagonista no sólo de la capital del departamento sino del Tolima entero.

Bachiller del colegio San Luis Gonzaga de su ciudad natal, dirigido por el doctor José Joaquín Casas, comenzó su carrera musical con Julio “Chapín” Quevedo Arvelo, hermano de su padre e iniciador de los estudios de armonía en el país junto a Oreste Sindicci (autor de la música del Himno Nacional de Colombia) y Pedro Morales Pino.

El talento que traía en la sangre comenzó a demostrarse en 1903 cuando, con tan sólo 17 años, Quevedo compone la zarzuela Revelatorum, que estrena en un acto que contó con la asistencia de las primeras personalidades de la sociedad zipaquireña. Es entonces cuando el general Félix García le encomienda la formación de la banda dentro de su regimiento. Su trabajo fue tan meritorio que en 1905, tras hacerse acreedor al reconocimiento del general Augusto Patín, inspector de las bandas nacionales, es nombrado por el presidente Rafael Reyes director de la Banda de la Escuela Militar de Cadetes, donde compone su famosa obra Pizzicato, para cuarteto de cuerdas, presentada al concurso de Reuter obteniendo el primer premio y 500 dólares y el segundo puesto en el Concurso Internacional de Música de Argentina en 1910.

En 1908 viaja a Ibagué integrándose al proyecto musical e intelectual de Alberto Castilla a quien había conocido en la famosa tienda Rondinela, de Bogotá. Cuando la Escuela Orquesta fundada por el maestro Castilla fuera proclamada establecimiento oficial en 1909, Guillermo Quevedo es encargado de la dirección de la misma. Desde allí solidificaría el proceso del futuro Conservatorio de Música del Tolima, participando además en la nueva ola cultural que se gestaba en Ibagué. En abril de 1910 participa como jurado del Concurso Literario del Centenario, junto a Clímaco Botero, Braulio Estrada, Castilla y Antonio Pineda. El primer premio lo ganó Manuel Antonio Bonilla y el segundo el hasta ese momento poco conocido José Eustasio Rivera.

Este zipaquireño, hijo de aristocrática cepa y de familia de poetas, nieto de Nicolás Quevedo Rachadell quien fuera edecán del libertador Simón Bolívar y uno de los primeros profesores de música de Bogotá por el año de 1835, continúa desde Ibagué su trabajo de composición: en 1912 estrena en el teatro Colón La vocación, una zarzuela con textos de Hernando Riaño Cualla. En 1919 se lleva los laureles del Concurso del Ministerio de Instrucción Pública con motivo de la celebración del centenario de la Batalla de Boyacá con su Marcha triunfal. En el mismo año estrenaría Tristezas de amor.

En 1924, luego de dos años del cierre del Conservatorio de Música del Tolima debido a dificultades fiscales, el maestro Quevedo parte a Bogotá por problemas personales y es encargada la dirección del Conservatorio al maestro Miguel Uribe, quien la ejercerá hasta 1926 cuando Quevedo retorna a Ibagué.

Durante su estadía en Bogotá estrena El duende gris, con textos de Luis Martínez, y Acuarela musical o Promesa a la virgen, ejecutada actualmente por las mejores bandas musicales del país. En 1928 logra el primer puesto del concurso organizado por la revista Tierra Nativa en Bucaramanga con Fantasía orquestal, compuesta a partir de temas nacionales.

En Medellín se realizó la segunda versión del Congreso Nacional de la Música que se vio interrumpida por la muerte del expresidente Carlos E. Restrepo en 1937. Más de setenta artistas participaron en el evento que se organizó en memoria del creador de la idea, el maestro Castilla. La embajada del Tolima, compuesta por 98 personas y presidida por don Guillermo Quevedo, se hizo presente obteniendo uno de los más brillante triunfos. Quevedo y Alfredo Squarcetta, este último como Director Artístico del plantel, se constituyeron en figuras centrales del congreso y fueron proclamados Hijos Adoptivos de Ibagué en el mismo año.

Sería ésta la última actividad del maestro en el Conservatorio del Tolima que lo recuerda como uno de sus más grandes impulsores. Iniciando la década del cuarenta, Quevedo se radica en Zipaquirá desde donde continuaría su tarea como compositor: el torbellino Alma campesina ganó en 1945 el concurso de Autores Nacionales de Coltejer. Caperucita, La número 5, Catleya, A tu lado, Himno a la raza, Himno a la paz, Ni de fierro que uno fuera, Primavera, Tu boca, Añoranzas, Regálame los ojos, He soñado contigo, Ay amor que ya se ha ido, Bayeter, y Amapola Amapolita son composiciones suyas que recorren los ritmos del bambuco, el pasillo, el bunde, el vals y la danza y dejan constancia del recorrido de un compositor que respiró Tolima y, por sobre todas las cosas, música. Muere el 17 de mayo de 1963.