ROMANCE DE REYNALDO AGUIRRE PALOMO

 

Ante la tarde llanera

y sobre un caballo moro,

al plan del Tolima baja

Reynaldo Aguirre Palomo.

Ha escapado del presidio

por un callejón angosto.

La justicia le persigue

por veredas y villorrios.

La mirada bandolera

y la ruana sobre el hombro,

frente al llano que se tiende

genuflexo ante sus ojos

con cruda sed de venganza,

Reynaldo Aguirre Palomo,

avanza por un sendero

de acechanzas y de abrojos.

Lleva en el alma el proyecto

de azarosos episodios

en el cinto, cartucheras

con medallones de plomo,

un puñal de turbio acero,

treinta monedas de ahorro,

y en la mente, pensamientos,

arcillas de amores y odios.

Arbol errante en la noche,

Reynaldo Aguirre Palomo…

Te persigue una jauría

de guardias rurales hoscos;

ofrecen por tu cabeza

muchos denarios sonoros;

detrás de aquel matorral

la muerte mira en los ojos

de cañones que te apuntan

al moreno pecho heróico.

Guarda tu piel y tu sangre

Reynaldo Aguirre Palomo!

Piensa que los campesinos

esperan hoy tu retorno

y si demoras, la noche

sin que se sienta tu potro,

sin que suenen las estrellas

de tus espolines de oro,

presentirán que tu mano,

inanimada en el polvo,

no volverá, limosnera,

a prodigarles socorro.

Y el camino montañero

se llenará de sollozos...!

Quítale la brida al viento

Reynaldo Aguirre Palomo,

y espoléalo que apuntan

el sol y rurales hoscos.

Que en la piel del llano tenso

den los cascos de tu moro

noticias de que anda un macho

tocando resecos bongos,

noticias de que te llamas

Reynaldo Aguirre Palomo!

Al plan del Tolima bajan

el bandolero y el potro

-centauro de la llanura;

amalgama hecha de arrojo-.

Va corriendo hacia la muerte

por el camino más corto.

La piel se le ve tostada,

buscan altivos los ojos

y en la boca se estrangulan

muy castellanos oprobios.

El labio fino está seco

-ausencia de los ventorros-

y en las sienes son martillos

presentimientos recónditos.

La muerte aleve en acecho

por detrás de los matojos,

dibuja un círculo humano

de sanguinarios propósitos.

Se oye en la brisa algo extraño

indefinible y abscóndito

que las vivaces orejas

del caballo ágil y pronto

registran, mientras el casco

continúa golpeando el bongo,

las ranas y las estrellas

buscan el agua en los pozos.

-Mira que cerca del cerro,

Reynaldo Aguirre Palomo,

brillan lámparas tenaces

entre unos rifles absortos.

Vas a caer en las garras

de veinte gendarmes toscos.

Sin hidalguía y sin batalla

rodarás bajo los plomos

y llevarán tu cabeza

como escarnio a los villorrios,

mientras tu sangre se vacie

como un cántaro roto.

Qué dirán de tu leyenda,

Bandolero perentorio?

Te entregarás a la guardia

con desdén y sin enojo?

Vas a terminar tu vida

sin luz en un calabozo,

mientras rudos prisioneros

rían frente a tus cerrojos?

No, bandolero del norte,

bizarro fuerte y heróico!

No, por tu gloria y tu raza

que han sido tu patrimonio!

En la mañana llanera,

mañana de brisa y oro,

por una brecha ignorada

burló fusiles y códigos.

Y en la piel del llano tenso,

dan los cascos de su moro,

noticias de que anda un macho

tocando resecos bongos,

clamores de que retorna

Reynaldo Aguirre Palomo!