LA SUBIENDA

 

En la ciudad de Honda, flor de leyenda,

donde guarda mi alma tiernos amores,

llegan al pie del río los pescadores,

a pescar ilusiones en la “Subienda”.

A lo lejos se escucha el rumor del viento

y, envuelto en el azahar de los limoneros,

hay un temblor de aromas y de luceros

que sugiere bambucos de sentimiento.

Se encienden mil fogatas sobre la playa

cuando nacen los cantos de la alborada,

relucen las escamas de la “dorada”

prisionera en las piolas de mi atarraya.

Nos tiene así el alma, linda morena,

prisionera en las redes de tus antojos:

por la tierra y el cielo busco tus ojos

los busco hasta en las aguas del Magdalena.

En medio de la noche clara y serena,

inclinado en el agua sólo pretendo

pescar unas estrellas, porque comprendo

que así hallaré tus ojos luz de mi pena.