POLÍTICA EN EL TOLIMA. 1958-2010

 

Por: Carlos Orlando Pardo

 

Por el más de medio siglo de vida política en el departamento comprendido entre 1958 y el año 2010 -exactamente 52 años-, se observa el esplendor y la decadencia, el subdesarrollo y el progreso, los enfrentamientos y la reconciliación, pero en lo fundamental un tiempo de violencia con diversas modalidades. Podrá verse cómo, el resumen, muestra una época donde florece la fortaleza de los partidos políticos tradicionales, abunda su atomización y finalmente generan en mucho su crepúsculo, así como advierte el renacer de nuevas opciones políticas y la renovación de jefaturas. La perspectiva genera la visión de la existencia en el pretérito de sobresalientes jefes conservadores y liberales con una representación vital que desprende para el departamento la posición de ser un fortín nacional, hasta el nacimiento de nuevos partidos que con diferentes motes forman finalmente una diversa configuración.

Se trata de un período donde nace y se consolida el Frente Nacional y lo ocurrido en su época posterior, por cuyo tiempo han desfilado doce presidentes de la república y treinta y cinco gobernadores, dirigiendo una población en el Tolima que parte de 670 mil habitantes en 1958 a 1.312.703 en 2005. A partir del 7 de agosto de 2010 sería un nuevo presidente.

Es la etapa donde llegan a ocupar ministerios apenas trece tolimenses. Son ellos Darío Echandía Olaya, Roberto Arenas Bonilla, Alfonso Palacio Rudas, Rafael Caicedo Espinosa, Alberto Santofimio Botero, Guillermo Angulo Gómez, Alfonso Jaramillo Salazar, General Abraham Varón Valencia, Miguel Merino Gordillo, Roberto Mejía Caicedo, Gabriel Millán López (e), Carlos Gustavo Cano y Juan Lozano Ramírez. Si realizamos el contraste con los cincuenta años anteriores, hallamos que lo fueron sólo en educación ocho ministros. Desde Miguel Abadía Méndez en el gobierno de Marco Fidel Suárez quien se desempeñó en el período comprendido entre 1919-1921; Carlos Lozano y Lozano y Darío Echandía en el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, el primero en 1934 y el segundo entre 1935-1936; Juan Lozano y Lozano en el gobierno de Eduardo Santos en 1941 y tres ministros del ramo en el segundo gobierno de López Pumarejo: Rafael Parga Cortés, Carlos Lozano y Lozano y Antonio Rocha. En el de Mariano Ospina Pérez se desempeñó por dos ocasiones Fabio Lozano y Lozano y en otros ministerios por varias oportunidades estuvieron a partir del mismo Miguel Abadía Méndez, Alberto Camacho Angarita, José Joaquín Caicedo Castilla, Darío Echandía, Deogracias Fonseca, Carlos Lozano y Lozano, Rafael Parga Cortés, Gabriel París, Antonio Rocha, Aníbal López Trujillo, Hugo Ferreira Neira, Fabio Lozano Torrijos, Miguel López Pumarejo, Carlos Peláez Trujillo y Alejandro Bernate.

Bajo este marco de referencia encontramos que en el Tolima se cumple lo pactado como Frente Nacional. Aquí se está reflejando otro punto de apoyo para desarrollar conductas de acuerdo a lo sucedido en el país, donde el poder burocrático del estado, las cámaras, asambleas y concejos, independiente del número de votos, excluyendo de la alianza a cualquier otro partido, alternan durante dieciseis años los períodos presidenciales. Surgen paralelamente, tanto en Colombia como en el Tolima, los movimientos de autodefensa campesina y sindical, se forman los autollamados ejércitos de liberación nacional, se inicia la denominada segunda pacificación en Colombia y finalmente surgen el narcotráfico y los paramilitares. Mientras se inaugura la luna de miel entre los partidos para turnarse el gobierno, es en el Tolima precisamente donde nace la lucha contrainsurgente frente a repúblicas independientes comunistas y se ofrece una querella de tierra arrasada con bombardeos en el Pato, Guayabero y Marquetalia. Así mismo, nacen los grupos paraestatales que poco a poco van tomando su empuje y se refuerza la ofensiva de Estado, tal como lo señala Fernando Ayala Poveda en su  Manual de Historia Colombiana.

En 1958 cuando ejerce la presidencia de Colombia Alberto Lleras Camargo, primer mandatario del Frente Nacional, los liberales votan en masa para el Senado de la República por la circunscripción electoral del Tolima y por Alfonso López, como su único candidato. No existe uno solo de los 43 municipios de entonces donde este consagrado aspirante dejara de tener su respaldo, hasta el punto de alcanzar 144.637 votos dentro de los 3.108.567 que obtuvo en toda la nación. Entre los tres candidatos por los que sufragaron para esa época los conservadores, Diego Tovar Concha y Campo E. Concha, apenas hubo un tolimense, Manuel Arbeláez, que alcanzó tan sólo 2.551 votos. Antes de la vigencia de la nueva Constitución expedida en 1991, el Tolima elegía tres senadores principales y suplentes, pero a partir de 1992, la elección para ellos es hecha por circunscripción nacional y para un período de cuatro años. En virtud a la misma nueva Constitución, el departamento elige ahora seis Representantes a la Cámara sin suplentes, también para períodos de cuatro años. Respecto a la Asamblea, antes se componía de 19 diputados, pero en la actualidad son 17 sin suplentes con sede en Ibagué. Qué no decir de los Concejos municipales que tienen un total de 512 sin suplentes, elegidos por los 47 municipios del Tolima.

La gobernación del departamento la ocuparon en el período que va de 1958 a 1962, los doctores Darío Echandía Olaya, Rafael Parga Cortés, Alfonso Palacio Rudas y Alberto Rocha Alvira. Para el año de 1960, tras dejar su cargo en el departamento, Darío Echandía es encargado de la presidencia de Colombia. La región se encuentra con los deseos de paz proclamados, pero en una situación económica y social alarmante como consecuencia de una época radical de violencia creada por los partidos políticos a nivel nacional y local. No sólo la gente del campo se desplaza masivamente a los centros urbanos dejando abandonadas sus parcelas por la inseguridad y el miedo a la muerte violenta, sino que la pobreza campea en todas partes. Inclusive los conocidos como guerrilleros y bandoleros propagan el terror con sus cuadrillas y el conflicto continúa en medio de masacres. No ahondamos en este aspecto que ya se trata en otro capítulo del libro, sino dejamos entrever un paisaje de desolación donde las preocupaciones de la clase política y los demás sectores, es la de lograr por lo menos un clima de concordia. Inclusive cuando se posesiona Darío Echandía como gobernador, muestra en su discurso como meta central de su administración el querer lograr “que los tolimenses puedan volver a pescar de noche”.

Al iniciarse el período de Guillermo León Valencia, 1962-1966, la gobernación la desempeñan Alfonso Jaramillo Salazar (1962-1963), Alfredo Huertas Rengifo (de febrero a noviembre de 1964) y Rafael Caicedo Espinosa (noviembre 1964 – agosto 1966). Es precisamente para este tiempo donde se consolida el fin del bandolerismo con la caída de sus principales cabecillas y donde pareciera empuntarse el departamento hacia otras metas generando una temperatura diferente, pero sin que en otros aspectos la plena justicia llegue a los desprotegidos. Sin embargo, la inauguración de escuelas, el crédito a los campesinos, la construcción de nuevas carreteras, la reapertura de caminos y en parte la pavimentación de vías principales, ofrece un panorama de mayor equilibrio. Al asumir como presidente Guillermo León Valencia, es cuando el tolimense Germán Guzmán Campos junto a Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, publican su ya clásico libro La violencia en Colombia, en el que resumen todo el drama de los colombianos, en particular los del departamento. Es allí donde se ofrece la historia viva mediante testimonios y estadísticas de lo que significó en todos los órdenes la tragedia de los tolimenses en el período conocido como de la violencia. En este ciclo, 1963, es dado de baja el famoso bandolero Chispas y en 1964 surge la operación Marquetalia y con ella las FARC, al tiempo que caen entre otros Desquite, Tarzán  y Sangrenegra.

Carlos Lleras Restrepo preside el país de 1966 a 1970 y sus gobernadores son Néstor Hernando Parra (agosto, 1966—octubre, 1967), Ariel Armel Arenas (octubre, 1967— junio 1969) y Alberto Lozano Simonelli (junio, 1969 –agosto, 1970). Gracias a las medidas del gobierno nacional creando institutos y ofreciendo un tiempo de armonía, el país despega de mejor manera, dándose en lo regional atisbos de reformas administrativas, construcción de escuelas y puestos de salud, obras que transforman por ejemplo a Ibagué como capital del Tolima con motivo de los IX Juegos Nacionales y un impulso a la producción agrícola y generación de empleo en los campos. Debe resaltarse que se desempeñó como Ministro de Carlos Lleras Restrepo, Roberto Arenas Bonilla.

Durante el cuatrenio de Misael Pastrana Borrero (1970-1974), quien se posesiona en medio del toque queda al ser acusado de fraude electoral a Gustavo Rojas Pinilla, los gobernadores son Rafael Caicedo Espinosa (de agosto del 70 a junio del 71), Jaime Polanco Urueña (de junio del 71 a abril del 73) y Alberto Rocha Alvira (de abril del 73 a agosto del 74), los que transcurren en medio de un respiro colonial sin soluciones de fondo para ninguno de los graves problemas que permanecen o surgen, aunque conservando los ribetes de integridad moral y sin susceptibilidades de ningún escándalo como ocurriría muchos años después.

Culminado el Frente Nacional, los Senadores liberales tolimenses fueron Darío Echandía y Felipe Salazar en el período de 1962, logrando el primero 57.086 votos y el segundo 44.783, representando el uno la oficialidad y el otro al Movimiento Revolucionario Liberal que encabezaba Alfonso López Michelsen. Darío Echandía que ya era una figura nacional de importancia pero no se preocupaba en virtud a su temperamento por la consecución de votos, salvo que se tratara de sus discursos en grandes reuniones o de conversaciones privadas que llevaba con gran inteligencia, era en el fondo un símbolo bajo cuya sombra se escudaba Rafael Caicedo Espinosa, un jefe liberal que además de sus principios políticos ejercía su liderazgo con privilegios para los sectores de Ibagué. De los conservadores, entre otros, aparecen José Antonio Montalvo con la suplencia de Manuel Arbeláez y Laureano Gómez con la de Jaime Pava Navarro, pero sólo encabezaba el tolimense Manuel Coronado que logró 8.930 sufragios. Este abogado de Armero que fuera gobernador de 1957 a 1958 designado por la Junta Militar de Gobierno presidida por el ibaguereño Gabriel París e integrada por otro coterráneo suyo como Deogracias Fonseca, se mostraba antes como un jefe conservador mayoritario gracias a su espíritu de servicio y simpatía, pero ante todo por conservar un decidido carácter y por supuesto una actitud resuelta, hasta el punto de haber pertenecido al famoso escuadrón suicida de Laureano Gómez, entre los que estaban jóvenes de la época como Belisario Betancur y que se constituyó para combatir al gobierno de Rojas Pinilla. Su beligerancia logró niveles destacados en el país y como recompensa a sus servicios por la democracia, Alberto Lleras Camargo lo designa embajador en Noruega. Debe anotarse que ante la incapacidad física de Laureano Gómez para asistir al Senado, quien ingresa es su suplente, Jaime Pava Navarro, el que se convertirá en el máximo jefe conservador de la época. Había empezado Pava como secretario del directorio Laureanista desde 1958 y en 1960 ya estaba candidatizado para la Cámara de Representantes. Al regresar Coronado de su misión diplomática, los conservadores aún fieles a su dirección le solicitan que encabece la lista de Senado entre 1958 y 1962, pero Diego Tovar Concha, que aspiraba repetir, termina atravesándose, mientras Pava, asesorado por Hugo Escobar Sierra toma las banderas conservadoras y por los resultados descritos al comienzo, se da un relevo entre los conservadores y termina prácticamente la carrera política de Manuel Coronado.

En los otros períodos las figuraciones nos traen los nombres de Luis Antonio Alvarado Pantoja, Guillermo Angulo Gómez, Rafael Caicedo Espinosa, Francisco Danilo Castro, Gustavo Cortés González, Darío Echandía, Hernando Forero Gómez, Carlos García Orjuela, Jaime Pava Navarro, Guillermo Alfonso Jaramillo, Mauricio Jaramillo, Alfonso Jaramillo Salazar, Hilda Martínez de Jaramillo, Alfonso López Pumarejo, Juan Lozano Sánchez, Antonio Montalvo, Maximiliano Neira Lamus, Marco T Padilla, Alfonso Palacio Rudas, Saúl Pineda, Jairo Rivera Morales, Jorge Enrique Robledo, Felipe Salazar Santos, Alberto Santofimio Botero y Juan Toles Lis. Fueron hasta esa época igual el número de suplentes .

Entre 1974 y 1978 gobierna Alfonso López Michelsen, luego de concluido el Frente Nacional, mientras al fondo el M-19 rapta la espada de Simón Bolívar. En 1975 se establece la mayoría de edad a los 18 años con ponencia de Alberto Santofimio Botero quien será Ministro de Justicia y va a representar entonces la mayor promesa política del departamento. En este cuatrenio son designados como gobernadores Carlos Eduardo Lozano Tovar (de agosto del 74 a febrero del 76), Yesid Castaño González (de febrero del 76 a noviembre del 77) y Cesáreo Rocha Ochoa (noviembre del 77 a agosto del 78). En relación a su desempeño es en el apartado correspondiente a los gobernadores donde se precisa, pero debe señalarse que fueron designados en el departamento más por cuenta de la presidencia, en el caso de Lozano Tovar, antiguo militante del M.R.L y por apoyo de Alfonso Palacio Rudas, Ministro de hacienda, en lo referido a Yesid Castaño. Palacio era desde el alto gobierno una figura influyente no sólo por haber sido alcalde de Bogotá durante dos años, mantener una presencia intelectual como columnista sino alcanzar esa cartera.

De 1978 a 1982 con la presidencia de Julio César Turbay Ayala y con la toma de la embajada dominicana por el M-19, se inician los diálogos de paz, se ofrece salida negociada y se promulga la Ley de amnistía en marzo 23 de 1981, con la participación destacada como ponente de ella del parlamentario chaparraluno Darío Ortiz Vidales. En buena parte gracias a su intervención, tal como lo había hecho su padre Severiano Ortiz Nieto en época de Parga Cortés, se concretan conversaciones que a la postre darán positivos resultados. Precisamente en febrero 19 del año siguiente, Turbay Ayala indulta a los guerrilleros que entreguen armas, suministren la identidad de sus compañeros y deseen desertar dentro de los 30 días siguientes a la ley, modificándose en noviembre 19 cuando el Congreso decreta amnistía a los guerrilleros pero se aumentan las penas por posesión y porte ilegal de armas.

Curiosamente es en el período de Julio César Turbay Ayala donde mejor le va al Tolima en cuanto al adelanto de sus obras en materia de salud, educación y desarrollo, en virtud a que designa como ministros del ramo a Alfonso Jaramillo Salazar durante todo su cuatrenio, a Guillermo Angulo Gómez en Educación durante casi un año y a Gabriel Millán López como viceministro de desarrollo. Ellos, como dirigentes destacados en la política liberal y conservadora, cumplen no sólo un importante papel de avance en el país, sino con mayores veras en el departamento. Sobre Alfonso Jaramillo Salazar, Carlos Lleras Restrepo en su revista Nueva Frontera al calificar el gabinete, dijo de la equivocación de Turbay designando a un médico de pueblo, a “un médico rural”, para después de su ejemplar desempeño admitir que se había equivocado y se trataba de su ministro estrella, como en efecto lo fue. No se busca describir en detalle las obras que en un trabajo incansable realizara el íntegro político tolimense por el país, sino de resaltar de qué manera por su intermedio tanto en las gobernaciones de Miguel Merino Gordillo con Yesid Arciniegas como secretario de salud, e inclusive en la de Gregorio Rudas con  Ramiro Lozano Neira en esa cartera, el departamento todo, casi sin excepción, alcanzó la creación de numerosos puestos de salud, el fortalecimiento de sus hospitales en cada municipio no únicamente en lo referido a una magnífica dotación, sino con reformas en la construcción, adecuaciones modernas en sus instalaciones, lo mismo que aportes con significativas partidas presupuestales que sanearon y ordenaron su marcha para la mejor prestación de sus servicios. Nunca tuvo la región, desde fundada, una empresa de tales dimensiones y quizá jamás la alcance en otro período después de aquella época, puesto que luego la orfandad y las pequeñas soluciones tuvieron su turno para dejarnos hoy, sin lugar a la duda, en una etapa de alarmante crisis.

Guillermo Angulo Gómez quien se desempeñó como Ministro de Educación Nacional de mayo de 1980 a marzo de 1981, sucedió allí a Rodrigo Lloreda Caicedo y fue en su administración donde se desarrolló la Campaña de Alfabetización Nacional Simón Bolívar, cuya iniciativa y desarrollo partió del Tolima en la administración de Miguel Merino Gordillo como gobernador y de Carlos Orlando Pardo como su secretario de educación. Con ella se redujo de manera eficiente una de las graves situaciones que vivía y en parte aún vive el pueblo colombiano. Angulo Gómez en su condición de Ministro ordenó para el Tolima la construcción y dotación del Centro Auxiliar de Servicios Educativos Docentes, C.A.S.D, la construcción y dotación de la Biblioteca Soledad Rengifo, del colegio Manuel Mejía Vallejo del barrio Yuldaima, la creación de los Institutos de Formación y Educación Técnica en Espinal y Honda, a más de construcción de colegios y escuelas en parte de los municipios del Tolima, agregándose como importante el otorgar más de mil plazas de maestros con los que se solucionaron los sobresalientes déficit en este sentido, a más de generar empleo para los profesionales de la docencia. En la época de Turbay Ayala ejercen como gobernadores  Miguel Merino Gordillo (1978-1980) y Gregorio Rudas Chinchilla (1980-1982).

De 1982 a 1986 durante la presidencia de Belisario Betancur a cuyo solio llega por la división liberal entre Alfonso López Michelsen y Luis Carlos Galán Sarmiento, el Tolima tiene al dirigente conservador Roberto Mejía Caicedo en el ministerio de Agricultura por un corto periodo. Se desempeñan como gobernadores Armando Devia Moncaleano (1983), Carlos Martínez Silva (1983), Eduardo Alzate García (1984-1986) y José Ossorio Bedoya (1986).

De 1986 a 1990 gobierna el país Virgilio Barco y son gobernadores Guillermo Alfonso Jaramillo (1987), Juan Tole Lis (1988), Germán Huertas Combariza (1988), Álvaro Sierra Figueroa (1988-1989) y Eduardo Aldana Valdés (1989-1990) De agosto de 1990 a 1994 gobierna César Gaviria y los mandatarios seccionales son Fernando Espinosa Tovar (1990-1991) y por elección popular vienen desde Ramiro Lozano Neira (1992-1994), Francisco Peñaloza Castro (1995-1997), Carlos Alberto Estefan Upegui (1998-2000), Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez (2001-2003), Jorge García Orjuela (2004-2005), Fernando Osorio Cuenca (2005-2007) y Oscar Barreto Quiroga (2008 2011). Todos los gobernadores han sido 86 desde 1885 a 2010.

Los contralores que a su vez fueron y son expresiones de la clase política, han sido 24 de 1958 a 2005, repitiendo tan solo Gabriel King Rodríguez. Entre otros son Saúl Pineda, Alfredo Huertas, Félix Tiberio Guzmán, Belisario Arciniegas García, Rómulo Salazar, Pedro J Ramos, Darío Ortiz Vidales, Gabriel King, Germán Huertas, Flavio Rodríguez, Jaime Guzmán Palma, Edgar Osorio, Álvaro Delgado, Diego Alvarado, (1992-1995) Jenny Silvestre Reyes, (1995-1998) Gonzalo Gómez Jaramillo, (1998-2001), Gustavo Hernández Guzmán (2001-2004) y Mariano Rodríguez (2004-2007)

 

Los parlamentarios

Si se examina el paso de quienes han estado con el título de parlamentarios a lo largo de las casi cinco últimas décadas, nos encontramos que la mayor parte de ellos hicieron historia pero personal. La demostración está a la vista porque buena parte lograron una substanciosa pensión vitalicia pero no presentaron un solo proyecto de ley ni se destacaron en el país. Contados son con los dedos de las manos quienes alcanzaron tal dignidad y generaron beneficios para toda la región por encima de los intereses de grupo o de partido y limitados fueron aquellos que lograron figuración por sus debates enriquecedores en los diversos procesos de interés nacional. Sus intervenciones se limitaron a plantear querellas contra los gobernadores de turno y en ocasiones contra ministros que no atendían peticiones regionales, pero al revisar los Anales del Congreso son contadas las leyes. En el fondo, fuera de los grandes jefes, se trató de figuras menores sin trascendencia política o acaso de aquella transitoria o episódica del liderazgo y de los votos aportados en sus provincias, la cuota de lealtad o de abyección para sus dirigentes y ante todo sobresaliendo por su postura imperceptible sin jerarquía ninguna.

No es sino realizar una encuesta tanto entre quienes ejercen hoy la política como entre quienes no, para ver cómo ya nadie recuerda por lo menos al 87% de quienes figuraron en las últimas décadas. Pasaron y posaron como parlamentarios sin pena ni gloria y sólo ellos o de pronto sus familias recuerdan el episodio. En el fondo lograron la bendición de sus directores para que de un plumazo los colocara en la lista por su lealtad incondicional a pesar de sus limitaciones, por el liderazgo ofrecido en alguna región pero sin equipaje para más alto vuelo o en los últimos tiempos agregando la posibilidad de su aporte económico. Pareciera que las condiciones fueran exactamente esas porque no desean que nadie se les crezca y todo acto de figuración más allá de las de sus otorgadores de destinos la asumen como de alto riesgo o por lo menos con señal de alerta. De allí que sea fácil al examinar sus hojas de vida y la trayectoria cumplida en el parlamento, tropezarnos con un desempeño simplemente rutinario por no decir mediocre. Quienes demostraron a los jefes de partido o movimiento condiciones personales altas o intelectuales, de liderazgo y de estudio, de proyección y de ambiciones, quedaron tendidos en la mitad de sus deseos. Por eso, al examinar las cifras electorales de los últimos 50 años, no se encuentra sino uno que otro nombre meritorio diferente al de los comandantes generales. En el capítulo correspondiente a las cifras electorales, tendrá el lector un detallado informe sobre quiénes y por quiénes votaron los tolimenses para llevarlos a esas dignidades.

De otro lado es importante destacar que los jefes de los partidos tradicionales por razón de su trabajo intenso, capacidad de maniobra, aceptación entre la gente y respuesta positiva a parte de sus aspiraciones, lograron permanecer por décadas al frente de sus colectividades concentrando el poder sin que se diera durante ese tiempo movilidad alguna, terminando sus carreras políticas casi a la brava por sustracción de materia, cansancio de los electores, surgimiento de nuevas realidades. Si se miran los nombres de Rafael Caicedo, Alberto Santofimio y en general los Jaramillo, junto a Jaime Pava y Guillermo Angulo, se observa que permanecieron como cabezas durante treinta años y en ocasiones más, sobreviviendo apenas Guillermo Alfonso y Mauricio Jaramillo. Igualmente debe señalarse que unos y otros iniciaron sus carreras desde la temprana juventud y antes de llegar al congreso se formaron como concejales y diputados.

Un matiz que todos ellos tuvieron fue el de la circunstancia de haber estado vinculados a un entronque nacional, trátese de los directorios liberales o conservadores con sus diversas tendencias o de candidatos de tales organismos a la presidencia del país. Las marcadas divisiones en el seno de los partidos alcanzaron aquí su foco, como por ejemplo entre los conservadores el de la Casa Ospina representada por Angulo Gómez, la Casa Laureanista por Jaime Pava o el Turbayismo por Alfonso Jaramillo Salazar.

Desde el punto de vista político, tanto el Partido Liberal como el Conservador eran organizaciones fuertes, con jefes reconocidos nacionalmente. Colocaban altas cifras en las elecciones que no han vuelto a repetirse, se lograba importante participación en el gabinete nacional y los Institutos descentralizados y se presentaban con verdadera autoridad. Después lo que ha venido es la atomización de los partidos, la conformación de microempresas electorales, el establecimiento de un archipiélago de dirigentes sin respetabilidad en el país, salvo lo alcanzado por algunos al ocupar cargos directivos en el parlamento, concretamente sus presidencias. En términos generales es la mediocratización que deviene en una de las causas por las cuales no tiene el Tolima mejores oportunidades frente al presupuesto nacional y desde luego contribuyen por su causa al atraso y a cultivar el subdesarrollo de la región. Es tal la poca influencia que ningún mandatario los tiene en cuenta para desempeñarse en cualquiera de los ministerios o institutos y si acaso llega alguno es por cuenta de sus capacidades y su cercanía personal a los presidentes.

De otra parte pareciera que se dejara al azar, a las circunstancias del momento la administración de los municipios sin que la auténtica responsabilidad en la escogencia de los candidatos a las alcaldías se notara en muchos casos. El resultado de ese ejercicio político local que no controla sino deja al garete el destino de sus regiones, nos tiene ahora enfrentados a una situación crítica en ellos, hasta el punto que por lo menos 13 municipios del Tolima no sean viables fiscalmente, puesto que estaríamos al borde de un reordenamiento territorial pero a la fuerza. El nuevo mapa del departamento dejaría a nuestras actuales jurisdicciones en el espacio del recuerdo y no pocos perderían su patria chica descendiendo del estado actual a la categoría de corregimientos o de hijos putativos de otros. Es lo que se desprende de un informe del contralor departamental ajustado simplemente a la ley 617 que desarrolla la categorización de los municipios, cuya aplicación obligatoria debía realizarse en el año 2004 sin que las disposiciones aún se cumplan al pie de la letra. El escalafón se mide por la capacidad financiera de cada circunscripción y los últimos ocasos van de la 4ª a la 6ª categoría, puesto que en el declive vertiginoso no ha existido durante los últimos años, existen excepciones, un programa de saneamiento de sus finanzas ni una verdadera tarea en lo que tiene que ver con el desempeño. Todo este derrumbe, sin embargo, no obedece a las actuales circunstancias que manejan los alcaldes, sino a un lento proceso de destrucción por la alegre irresponsabilidad de quienes han tenido en sus manos el compromiso de su destino. Frente a tan penoso panorama sobre su plaza, fácil les ha quedado a muchos conceptuar que se trata de una persecución política y son ya abundantes las declaraciones que impugnan a la entidad que les muestra con cifras su diagnóstico como para estar en la sala de cuidados intensivos. Por ahora se gasta mucha energía en confesiones que se empeñan en negar su próxima muerte, sin dedicarse a repensar su camino, a buscar fórmulas y a ver cómo es posible salir del lodazal de la catástrofe anunciada. No sólo las bombas derrumban torres gemelas sino que la equivocada o alegre administración de los recursos oficiales también conlleva a un siniestro. Si se mira con detenimiento la lista de los municipios y se observa en qué categoría se encuentran, vemos que buena parte de ellos están en la sexta categoría, que es la última, lo que genera el diagnóstico de la contraloría. Es curioso que del año 2001 al 2004 se siga cumpliendo el vertiginoso descenso como si se caminara rápidamente hacia el centro del abismo.

 

Las cifras electorales

Una manera de ver el comportamiento político en el departamento, la aparición y desaparición de nombres, el surgimiento de nuevas realidades políticas y el reflejo de las tendencias dentro de los partidos tradicionales, tiene en las cifras de las elecciones de los últimos años su mejor termómetro. Para 1958 los resultados electorales en el Tolima alcanzaron en relación al Senado de la República un total de 231.354 votos, siendo los liberales 144.637 y los conservadores 86.817, reflejando una diferencia de 57.820 sufragios. Para las elecciones de 1962 hubo una abstención notoria, por cuanto el total alcanzó apenas 166.203 con 65.151 votos menos, constituyéndose de nuevo en gran mayoría el Partido liberal con 101.869 repartidos entre Darío Echandía (57.986) y Felipe Salazar Santos del M.R.L. (44.763), mientras el conservatismo logra 64.169, figurando entre otros en las listas Laureano Gómez (con suplencia de Jaime Pava Navarro) y Manuel Coronado, cuyo periplo se detalla en páginas anteriores.

En 1966 el total de liberales es de 84.832 distribuidos entre el oficialista Darío Echandía (53.742) y el representante del M.R.L Saúl Pineda (28.822), al tiempo que su oponente conservador logra 53.026 compartidos entre Guillermo Angulo (12.513), Jaime Pava (13.397) y Alfonso Arbeláez (11.405) entre otros. La votación total de ese año es de 138.183, lo que implica un crecimiento de la abstención en nada menos que 93.171 votos respecto a la elección de 1958. Ya para entonces a pesar de la respetabilidad de Darío Echandía que poco amigo era de conseguir votos, sus guarismos empiezan a decrecer así sea en 4.244 sufragios, pero lo que empieza a dejarse sentir es el inconformismo contra Rafael Caicedo Espinosa por su jefatura centralista, hasta el punto en que Echandía, desdeñoso por seguir encabezando lo que no gobernaba realmente y que tampoco le importaba, va a figurar por última vez en esas listas. De otro lado figuras nacionales como la de Felipe Salazar Santos encarnando la oposición y en cuyas elecciones resultó triunfante, también se retiraría para dar paso a rebeldías encarnadas al estilo de Saúl Pineda, político libanense que representaba al mismo Movimiento Revolucionario Liberal. Frente a los conservadores, por su parte, el enfrentamiento se daba entre quienes encarnaban a la casa Ospina con Guillermo Angulo Gómez y a la casa Laureanista con Jaime Pava Navarro. Angulo, quien llegaba por vez primera al Congreso y en el que duraría 33 años, encabezaba el movimiento que Adriano Tribín Piedrahita dirigía, (Él iba a la cabeza de Cámara) presentándose la discusión de quién encabezaría la lista de Senado cuando los aspirantes eran el mismo Angulo y Jaime Polanco Urueña. A todo parecer el destino lo sella una apuesta a cara y sello con monedas lanzadas por Elvira Gaitán de Alvarado. Finalmente Alfonso Arbeláez, conservador Anapista, cierra el ciclo de las elecciones de aquel año con sus 11.405, los que sumados a Pineda del M.R.L, y a Francisco Castro del ala liberal de Rojas, ya dejaban sentir 51.632 sufragios en contra de la oficialidad con 53.742  

Para 1970 la totalidad respecto al mismo Senado es de 167.256, siendo los liberales 90.162 repartidos entre Rafael Caicedo (45.227), Francisco Castro (20.032), Hilda de Jaramillo (16.041) y Saúl Pineda (7.109), logrando los conservadores 76.748 entre Guillermo Angulo (11.631), Roberto Mejía (11.536), Hernando Forero (34.361) y Jaime Pava (13.273). Ya Caicedo enfrentado a su propia imagen y sin mascarón de proa luego de ser una inmensa mayoría gracias a ello, logra poco más de 2 mil votos frente a sus opositores. Desde el Líbano, el médico Alfonso Jaramillo Salazar había encabezado un movimiento contra el centralismo de Caicedo que empezaba a dar sus frutos y toda aquella carga programática e ideológica en la agitación política reclamando presencia de la provincia cumplía su objetivo. Es más, si se suman los votos alcanzados por Hernando Forero, Anapista conservador, la adición daría 77.543, lo que dejaba a Caicedo en una minoría de 32.316 votos. Todo aquel inconformismo de la gente del Tolima en las urnas no fue capitalizado por distancias cicateras entre sus dirigentes, lo que dejaba libre el camino a Rafael Caicedo ante el país como una mayoría simple y con las gabelas para manejar la administración, lo que realmente aprovecha sin dilaciones haciéndose designar gobernador por segunda vez entre 1970 y 1971, reforzando con toda energía, como era natural, los votos perdidos y alcanzando otros. 

En 1974 el total es de 259.968, habiendo votado los liberales por Rafael Caicedo Espinosa (148.736) y por Alfonso Covaleda Herrera (12.243), para una suma entre los dos de 160.979, al tiempo que por el partido conservador se reparten entre Jaime Pava Navarro (42.579) y Guillermo Angulo Gómez (29.399), surgiendo candidatos de la ANAPO y la UNO, en cabeza de Augusto Arbeláez y Humberto Oviedo respectivamente, el primero con 16.124 y el segundo con 10.730. La jefatura de Caicedo alcanza su esplendor acorazado por la joven figura de Alberto Santofimio Botero y coronando por sus altos guarismos la gobernación para su amigo Alberto Rocha Alvira. Jaime Pava, por su parte, se consolida como el jefe mayoritario de los conservadores continuando, como lo hará siempre, su lealtad a la casa Laureanista y Angulo se mantiene pero como minoritario.

Para 1978 Santofimio se abre de Caicedo, su padrino político pero con ideas nada frescas y el resultado de las elecciones de aquel año muestran una nueva realidad política en el departamento. La suma electoral indica 229.935 votos, logrando por el lado liberal Alberto Santofimio Botero 113.240 y Rafael Caicedo Espinosa 25.122, mientras que los conservadores, repartidos en tres: Jaime Pava Navarro (30.707), Guillermo Angulo Gómez, (26.073) y Alfonso Ospina Mahecha, conservador Anapista (23.689), suman 80.469, en contraste con los liberales de 138.362 votos. En esta ocasión se candidatiza por la UNO Alirio Urrego Mesa con 9.769 votos. Al ganar Julio César Turbay la presidencia de Colombia, Santofimio, quien lo ha respaldado, es el que ahora impone gobernador, en este caso a Miguel Merino Gordillo, al tiempo que por su amistad de muchos años con el mandatario y gracias a la unión liberal en el Tolima, designan a Alfonso Jaramillo Salazar como Ministro de Salud.

Los resultados electorales en 1982 dieron para el liberalismo un total de 157.033 votos distribuidos entre Rafael Caicedo con 19.147, Juan Lozano Sánchez con 34.601 y Alberto Santofimio Botero con 103.285. Los conservadores lograron 99.462 votos repartidos entre Guillermo Angulo Gómez con 47.205, Jaime Pava Navarro con 32.464 y Fernando Leyva Durán con 19.793, cabeza de lista de una nueva realidad política conservadora con Maximiliano Neira quien encabezó la Cámara. Caicedo, como le pasara en otro tiempo a Manuel Coronado, empieza a desaparecer electoralmente, pero se consolida Santofimio aunque con 10 mil votos menos, por cuanto empieza a existir distancia entre él y la casa Jaramillo, quienes lanzan al Senado al médico del sur Juan Lozano Sánchez. Los opositores de Santofimio alcanzaban poco más de la mitad de sus votos, al tiempo que Guillermo Angulo se convierte en mayoría conservadora del Tolima en virtud a sus acciones como ministro de educación de Turbay entre mayo de 1980 y marzo de 1981.

En 1986 Alberto Santofimio Botero logró 108.905 votos aumentando su guarismo anterior y Ramiro Parra del Nuevo Liberalismo encabezado nacionalmente por Luis Carlos Galán 8.334, conformando Guillermo Alfonso Jaramillo un nuevo movimiento bajo el nombre de Tolima Libre en el que obtuvo 46.603 sufragios. Los conservadores figuraron con un total de 111.545 votos, correspondiéndole a Guillermo Angulo 44.408, a Maximiliano Neira 33.523 y a Jaime Pava 33.605. El surgimiento de un nuevo jefe conservador frente a las dirigencias ya tradicionales de Pava y Angulo, cuyo crecimiento estuvo alimentado por Santofimio, tiene aquí un revés electoral al perder su curul por 82 votos.

En 1990 por el liberalismo votan entre Guillermo Alfonso Jaramillo (50.576), Pablo Salas (13.558) y Alberto  Santofimio (106.574), para una suma de 170.708 de los 283.685 del total general, al tiempo que por el lado conservador con Guillermo Angulo (55.540), Maximiliano Neira (48.067) y Gabriel Millán (6.118), apuntan a los 109.725 sufragios. Pava, que seguía manteniendo una votación más que decorosa y que nunca fue derrotado, decide retirarse triunfante de su ejercicio, el que por algún tiempo desempeñarán sus hijos. Por su parte, Jairo Rivera Morales quien tenía la investidura de Senador por el movimiento santofimista, se convierte en el único Senador de todo el país que apoya la revocatoria del Congreso promovida por la Asamblea Nacional Constituyente en cabeza de Antonio Navarro y Álvaro Gómez. Tal conducta es asumida por las directivas nacionales del partido liberal como un acto de indisciplina por lo que recibe una amonestación de López Michelsen, jefe de esa colectividad. Finalmente por grandes acuerdos políticos nacionales se aprueba creando la circunscripción nacional, pero Rivera, equipado intelectual y oratóricamente como el que más, al estar abierto de las listas de su antiguo jefe y apoyar a Álvaro Uribe Vélez con la suplencia de Carlos Gustavo Cano y presentándose a la Cámara, termina perdiendo su curul.

El mapa de las elecciones cambia en el departamento como en todos los otros del país a partir de 1991 con la nueva Constitución Política, por cuanto como ya está dicho se rompe la circunscripción electoral y pueden candidatos de otras regiones buscar posibilidades en cualquier zona de Colombia. Esto genera de inmediato una asombrosa proliferación de listas hasta el punto que en 1991 es de 144 y en 1994 de 251. Si examinamos 1991 donde el total de votos fue de 177.648, los que surgen como de fuera alcanzan la cifra de 70.352. Y esto sin contar que candidatos como Armando Echeverry (4.000) o Rafael Amador (2.843), generan 6.843 votos más para llegar a los 77.195, limitándose los votos por tolimenses a menos de 100 mil. Es de anotarse que los últimos referidos son de origen regional pero nunca habían hecho política por estos lugares y si agregamos los 6.022 en blanco y los 13.317 nulos, se logran los 96.534, que indican cómo para los políticos auténticos de la región hubo tan solo 81.114. El fenómeno seguirá agrandándose en las justas posteriores hasta alcanzar más de 300 listas, entre las cuales los candidatos de la región logran salir avantes, pero atomizados por los candidatos foráneos que acuden afanosos en la misma búsqueda.

En 1994 las elecciones para Senado de la República tienen cifras menores, no sólo porque los otros candidatos logran 64.198 de un total de 177.606, sino porque nuevos nombres empiezan su empuje y figuración, al tiempo que otros tienden a desaparecer del mapa político. El comportamiento electoral, sumando inclusive al conservador Armando Echeverry (7.591), se muestra con 25.253 de Guillermo Angulo para una suma azul de 32.844, cuando en el lado liberal arroja para Carlos García Orjuela 19.109, para Alberto Santofimio 18.682, para Mauricio Jaramillo de 13.989 y para Alfonso Gómez Méndez de 11.265, reflejando un total de 63.045, la más baja en el último medio siglo. El fenómeno pudo obedecer a que el máximo jefe liberal Alberto Santofimio Botero por los difíciles problemas legales que estaba enfrentado no se empeñó a fondo en su campaña,- la última que haría con su nombre,-y existían desazón, desánimo y desconfianza en unas filas que antes por él sólo colocaron la máxima votación en las urnas. Así mismo, nuevos nombres como los de Carlos García, Mauricio Jaramillo y Alfonso Gómez Méndez no les decían mucho para entonces, al tiempo que figuras con entidad nacional y con una imagen de respetabilidad  llamaban ahora la atención.

En 1998 el total de la votación fue de 346.888 distribuidos entre Luis Humberto Gómez Gallo del Partido Conservador con 51.311, Carlos García Orjuela del Partido Liberal con 42.056, Mauricio Jaramillo del Partido Liberal con 34.895, Guillermo Angulo Gómez del Partido Conservador con 19.344, Germán Huertas Combariza del Partido Liberal con 12.875, Gabriel Camargo de la denominada Coalición con 10.431, Jaime Dussan Calderón de Educación, Trabajo y Cambio Social con 6.658, Humberto Yesid Prada, liberal con 5.783, Jimmy Chamorro del Movimiento C4 con 5.635, Jorge Eduardo Gechem, liberal con 4.213, Alfonso Angarita Baracaldo, liberal con 4.114, Carlos Espinosa, liberal con 3.841, Jorge Hernández, liberal con 3.223, Jesús Enrique Piñacue, Alianza Social Indígena con 3.069, Guillermo Ocampo Ospina del Movimiento Nacional Conservador con 3.023, Ricardo Lozada, liberal con 2.918, Víctor Renán Barco, liberal con 2.740, Jaime Ortiz del Movimiento Unión Cristiana con 2.700, Edgar Ortiz del Partido Comunista con 2.623 e Ingrid Betancourt con 2.264, siguiéndolos  296 candidatos más para un total de 315. La suma de los votos obtenidos por candidatos tolimenses alcanza esta vez la cifra de 151.529, al tiempo que la realizada por candidatos que no son de la región es de 127.460, generando apenas la diferencia entre unos y otros de 24.069 sufragios.

Para estas elecciones se presenta la derrota electoral del tradicional Guillermo Angulo Gómez frente a una nueva realidad política como la de Luis Humberto Gómez Gallo, su antiguo militante y protegido, pero a quien le ocurrió lo mismo que a Caicedo con Santofimio por no dejar la vía libre en su momento, o por lo menos no seguir, como lo hiciera Pava, el ejemplo de su retiro a tiempo. Igualmente el último reducto de Santofimio queda en la derrota al no alcanzar su vocero Germán Huertas sino 12.875 votos, lo que dejaba a la zaga, en esta sola justa democrática, a quienes dominaron al Tolima durante varias décadas. Por otra parte para este final del Siglo XX si de realidades regionales se trata, consolidan su liderazgo en el liberalismo Carlos García Orjuela y Mauricio Jaramillo Martínez., batiéndose entre más de 300 candidatos que acuden a disputarse los votos del departamento.

En el año 2002, las elecciones para la Corporación Senado de la República cuyo escrutinio potencial de votación era de 812.140, tuvo un porcentaje de participación del 42.168% y una votación total de 342.465. Los candidatos fueron Carlos García por el Partido Liberal con 35.630, Luis Humberto Gómez Gallo, Conservador, con 34.980, Mauricio Jaramillo, liberal con 29.971, Germán Vargas Lleras, movimiento Colombia Siempre con 17.110, Camilo Sánchez, liberal con 10.688, Luis Alfredo Ramos, Movimiento Equipo Colombia con 7.883, Hernán Andrade, conservador con 6.206, Jaime Dussan, Partido Social Demócrata con 6.827, Antonio Navarro Wolf con 5.047, Jimmy Chamorro con 4.742, y de ahí en adelante 311 candidatos más quienes colocaron 117.572. El hecho de presentarse una abstención cercana al 58% no deja de ser preocupante y mucho más cuando los nuevos dirigentes como García y Jaramillo descienden en relación a las elecciones anteriores, incluyendo aquí al mismo Gómez Gallo.

Para el 2006, transcurridas las elecciones legislativas, el Tolima renovó por lo menos en sus nombres la mitad de su representación a la Cámara y tiene la posibilidad de aumentar un escaño en el Senado con Guillermo Alfonso Jaramillo. La aparición de Jaime Yepes, Iván David Hernández y Gonzalo García generan en apariencia el cambio, pero pertenecen ellos a los movimientos de los mismos dirigentes políticos. Por ahora el Tolima cuenta con 5 legisladores en el Senado, siendo en su orden por votación Jorge Enrique Robledo del Polo Democrático Alternativo, Luis Humberto Gómez Gallo del Partido Conservador, Mauricio Jaramillo del Partido Liberal, Carlos García Orjuela del Partido de la U y Guillermo Alfonso Jaramillo del Polo Democrático Alternativo.

Se caracterizan estas elecciones por la puesta en marcha de la reforma política respecto del ensayo del esquema de listas, umbral y cifra repartidora, además de estrenar el sistema de reelección presidencial. Igualmente se observa un alto nivel de abstención ubicada por encima del 60%. Para un total de 2.507 mesas instaladas, se lograron 340.769 votos cuando el potencial es de 858.945. Los votos en blanco fueron 10.963, el 3.79%, los nulos de 36.006 y los válidos de 288.884. Si dejaron de votar 518.176 ciudadanos, es fácil advertir la poca atención que la gran mayoría presta a estas elecciones, de qué manera no desean participar en actos en los que no creen o para respaldar dirigentes que no les dicen nada. La poca movilidad electoral sigue su curso y las propuestas de los candidatos y de sus partidos no seducen.

Las mayores votaciones al Senado en el Tolima fueron las de Luis Humberto Gómez Gallo con 31.079 cuando en el 2002 alcanzó 34.980, Carlos García con 35,630, frente a los 42.056 de las anteriores, Mauricio Jaramillo Martínez con 26.902, retrocediendo frente a los 29.971 de la elección preliminar, Alexandra Piraquive, no tolimense, con 17.299 frente a los 3.310 del cuatrenio anterior, Germán Vargas Lleras con 11.080 cuando en el 2002 logró 17.110 y Guillermo Alfonso Jaramillo con 10.897

Resta estudiar los Anales del Congreso para ver exactamente qué ha hecho cada uno de ellos a favor del país o la región, pero una primera mirada nos arroja resultados de que son por ejemplo Alberto Santofimio Botero y Alfonso Uribe Badillo, entre otros, quienes logran un mayor número de leyes. Santofimio ciudadanía a los 18 años, elección popular de alcaldes, divorcio, etc y Uribe Badillo Creación de Cortolima, Ley para la Universidad del Tolima, para el Conservatorio, para electrificación rural, etc.

De todos modos quedan aquí los datos para cotejar el nacimiento electoral y derrota de jefes políticos, el retiro voluntario de algunos triunfadores como Jaime Pava y el surgimiento y tránsito de otros. Si se examinan los nombres,  es fácil ver cómo van evolucionando las nuevas realidades políticas, quiénes lograron su mantenimiento por décadas o períodos y de qué manera manejaron sus circunstancias y las del Tolima. De otra parte es de importancia examinar a quién seguían nacionalmente, cómo fue su comportamiento frente a las elecciones presidenciales, qué participación tuvieron. Tampoco sobra, aunque salte a la vista, hacer un cuadro comparativo de cifras electorales para ver cuándo se alcanza la mayor votación por los partidos en las últimas décadas, por quién se vota más y quién tiene la superioridad históricamente. Es atrayente comparar cuál ha sido el papel de la oposición, ver su evolución y explicarnos por qué el estancamiento.

Las elecciones para Cámara de Representantes desde 1958 hasta el año 2001, igualmente nos proyectan nombres, proceder de los partidos, surgimiento y desaparición de personajes de la vida pública. Un cuadro comparativo nos deja ver cómo siempre fueron menos los votos para la Cámara, quizá porque los grandes jefes llamaban más la atención. De todos modos, salvo las elecciones ofrecidas para Álvaro Uribe Vélez por dos ocasiones, las cifras nos señalan hasta ese momento cómo ha sido mayoritario el Partido Liberal.

 

Cifras electorales Cámara de Representantes 1958 - 2010

La Constitución ordenaba que los períodos de un Representante a la Cámara fuera de dos años y por ello las elecciones tan cerca una de la otra mantenían un clima político de permanente agitación. Muchos fueron los nombres que alcanzando en las urnas favorecimientos importantes desaparecieron del mapa público de la noche a la mañana sin que pueda registrarse nada digno de mención, a más de su figuración en las listas e inclusive en las dignidades. Queda claro tanto por el número de votos realizados en la Cámara como en el Senado, que el Partido Liberal, a pesar de la crisis, es una gran mayoría en el Tolima. En 1958 la elección alcanzó los 232.519 sufragios, (1.165 más que para el Senado) y en el Tolima votaron unánimemente por Felipe Salazar Santos quien obtuvo 145.866 votos con el partido liberal y con el conservatismo lo hicieron por José A Castañeda (77.815), José Ramírez (6.249) y Fernando Villalobos (2.599), sumando 86.663, aventajándolos el liberal por 59.203 votos.

En 1960 el total es de 157.890 repartidos los liberales entre Samuel Osorio (61.099), representando a Rafael Caicedo Espinosa, Juan Lozano Sánchez (37.339) vocero del Jaramillismo y Néstor Hernando Parra (2.623), liberal Llerista, para una suma de 101.061. En el conservatismo se promediaron la elección entre Félix Tiberio Guzmán (23.561), Pedro Nel Arbeláez (14.300), José A Ramírez (1.845) y José Ramírez Castaño (17.018), sumando 56.724.

En 1962 los liberales votaron por Alfonso Jaramillo Salazar (56.890) y Saúl Pineda (44.673), curiosamente ambos oriundos de El Líbano, para un total de 101.807 votos. Alfonso Jaramillo representaba la oficialidad del partido y Pineda al M.R.L. Los conservadores presentaron a Armando Polanco (11.011), José de J Guzmán (13.337), Félix Tiberio Guzmán (8.783), Noel Zárate (29.085) y Hernando Forero (2.375), lo que generó 64.631 sufragios.

En 1964 el total de votos fue de 103.806, distribuidos entre los liberales Rafael Parga Cortés (30.569), Saúl Pineda (13.040) y Álvaro Echandía (11.203), alcanzando entre ellos 55.719. Los dos últimos encarnaban al M.R.L. Los candidatos conservadores fueron Fernando Villalobos Arango (15.278), José Ramírez Castaño (14.358) y Néstor Aya (18.189), lo que suma 47.825.

En 1966 los liberales fueron Alberto Rocha (53.641), Leonardo Bernal (29.033) y César Cuellar (2.286), lo que compone 84.960 votos, mientras los conservadores divididos en seis listas para una suma de 53.308, fueron Adriano Tribín (12.475), José Guzmán (13.486), Alfonso Ospina (11.482), Pedro Cardozo (9.631), Augusto Arbeláez (3.498) y Jorge Montealegre (2.736).

En 1968 los liberales fueron Rafael Caicedo (39.597) y Ricardo Ramírez Osorio (24.176), para una suma de 63.773. Los conservadores, de nuevo divididos en cinco grupos, arrojaron 56.416 votos, figurando por vez primera tan cerca de los liberales con una escasa diferencia de 7.357 en relación a otras elecciones cuya mayoría liberal siempre fue ostentosa. Los candidatos fueron entonces Adriano Tribín (12.045), José Ramírez (8.447), Hernando Tello (5.708), Gabriel Millán (5.340) y Daniel Góngora (16.742).

En 1970 los resultados electorales sumaron 169.345 votos, siendo para el partido liberal 91.818 y para el partido conservador 73.036. Los primeros fueron Alberto Santofimio (43.894), Arturo Villegas (19.672), Ricardo Ramírez (15.720), Humberto Oviedo (6.824) y Adalberto Carvajal (5.708). Debe señalarse que los dos últimos no eran estrictamente liberales sino demócratas de izquierda, el primero con orientación comunista y el segundo independiente con respaldo del magisterio. Santofimio aparecía por primera vez en el parlamento bajo las listas de Rafael Caicedo, Arturo Villegas, procedente de Antioquia representaba a los liberales seguidores de Gustavo Rojas Pinilla y Ricardo Ramírez encarnaba la fuerza insurgente de Alfonso Jaramillo Salazar.

De 1970 en adelante, el mandato constitucional ordenó que las elecciones para la Cámara y el Senado fueran cada cuatro años, por lo que los datos aquí consignados parten de 1974. En esta ocasión las cifras suben ostensiblemente y arrojan un resultado total de 256.956 con participación, además de los partidos tradicionales, de la ANAPO y la UNO. Los votos se distribuyeron entre los liberales Alberto Santofimio Botero (145.655) y Juan Lozano Sánchez (13.422), para un total de 159.077; los conservadores Adriano Tribín (42.509) y José Ramírez Castaño (28.964) sumaron 71.473, regresando a darse la proporción de distancia entre los partidos liberal y conservador, al tiempo que por la ANAPO en cabeza de Humberto Ramírez Gutiérrez, logró 15.782 votos y la UNO con Álvaro Vásquez del Real obtuvo 10.474 sufragios.

En 1978 la votación fue de 229.383- 27.573 menos que en la elección anterior- presentándose los liberales Alfonso Jaramillo Salazar (112.720) y Néstor Hernando Parra (29.923), para una suma de 137.643. Al encontrarse Santofimio preso es Jaramillo quien salva la elección por su respetabilidad y ofrece una lección de actitud solidaria frente a quien reunía la jefatura única del partido y a quien no habían juzgado todavía. Los conservadores, de nuevo conservando cinco grupos en cabeza de Maximiliano Neira (24.086), virtual nuevo jefe conservador, Pablo Rodríguez Ruiz (17.485), José Ramírez Castaño (13.264), Fabio Castro Gil (13.027) y Marco Tulio Padilla (80.200), al tiempo que la UNO con Rafael Aguja Sanabria ganó 9.893. En 1982 se alcanzaron 263.744 votos- retornando 34.361 votos más respecto a la elección anterior, distribuidos 156.061 entre los liberales Germán Huertas Combariza (101.923), Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez (37.250) y Ricardo Ramírez Osorio (16.888). Los conservadores continúan divididos en cinco grupos consiguiendo entre todos 98.328 votos, candidatizándose José Ramírez Castaño (23.612), Marco Tulio Padilla (22.467), Maximiliano Neira (21.504), Pablo Rodríguez (15.938) y Héctor Dechnner Borrero (14.861). Rafael Aguja de la oposición logra 8.473 sufragios.

Para 1986 los candidatos a la Cámara de Representantes alcanzaron un total de 278.791 votos, distribuidos entre los liberales Germán Huertas (27.534), Alfonso Uribe (24.361), Julián Maclean (20.662), Jairo Rivera (19.314), Ricardo Ramírez (18.951) y Diego Leyva (8.374). Los conservadores fueron Ricardo Villegas (27.346), Marco T Padilla (23.755), Héctor Dechnner (22.707), José Ramírez (17.097) y Gentil Palacios (15.778), sumándose como independiente Alfonso Gómez Méndez con 46.380.

En 1990 la circunscripción electoral del Tolima para la Cámara de Representantes tuvo como candidatos liberales a Carlos García (31.469), Nayid Salazar (26.827), Alfonso Uribe (26.475), Ricardo Alarcón (22.082), Germán Huertas (20.165), Ramiro Halima (19.113), Lorenzo Rivera (15.673), Julián Maclean (12.156) y Ricardo Ramírez Osorio (6.499), para un total de 180.459. Los conservadores fueron ese año Henry Pava (41.641), Marco T Padilla (27.520), Héctor Dechner (23.329), José Palacios (12.252) y Rafael Cely (12.866), quienes suman 117.428 votos, con 63.031 menos que los liberales.

En 1991 los candidatos representativos fueron 8, aunque por el renglón de otros alcanzó 20.877 votos. La suma total general fue de 177.163, repartidos entre Alfonso Uribe (29.244), Germán Huertas (14.322), Jairo Rivera (8.113), Ricardo Alarcón (11.850), Carlos García (19.461), Carlos Erazo (11.204) y Maximiliano Neira (17.384). Vale señalar que los votos en blanco fueron 18.366 y los nulos 5.184. Las listas de Santofimio colocaban para entonces 4 representantes y empezaba la figuración de Carlos García como liberal oponente a Santofimio, figurando Erazo por las listas del M-19. Max Neira por su parte consolidaba su jefatura conservadora

En 1994 el total general arrojó 177.496 distribuidos en 16 candidatos así: Germán Huertas (13.167), Héctor Dechner (15.085), Antonio Guzmán (3.220), Edgar Osorio (6.801), Pompilio Avendaño (6.124), Teodoro Chamorro (6.340), Germán Agudelo (8.914), Justo Guzmán (12.051), Ramiro Halima (4.612), Emilio Martínez (14.133), José Palacios (9.201), Jorge Lozano (8.361), Augusto Vidal (12.753), Alfonso Uribe (11.484), Gustavo Ramos (9.402) y Alfonso Carrillo (6.197).

En 1990 y gracias en parte a una iniciativa de los gremios a cuya cabeza intelectual estaba Augusto Trujillo Muñoz, finalmente tomó cuerpo la idea por todo el país y hubo elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que apenas tuvo 100.863 votos en medio de 119 candidatos inscritos, siendo los de mayor votación Antonio Navarro Wolf (31.113), Alfonso Palacio Rudas (22.420), Álvaro Gómez Hurtado (20.285) y Misael Pastrana Borrero (13.949). Resulta propio afirmar que en una encuesta interna de los constituyentes y en virtud a sus aportes, fue señalado como el mejor Palacio Rudas. Para 1998 cuando el escrutinio potencial del Tolima era de 812.140, la elección alcanzó apenas 343.552

Para la Cámara de representantes en el año 2002, el potencial de votación era de 812.140 votos,  pero el porcentaje de participación fue  tan sólo del 42.30% para un total de 343.552 con 19.748 en blanco y 17.909 nulos. Las curules para asignar eran seis y se presentaron Pompilio Avendaño por el Movimiento de progresismo democrático con 31.815, Rosmery Martínez Rosales con 27.880 representando al movimiento Cambio Radical, Jorge Eduardo Casabianca por el partido Liberal con 25.017, Javier Ramiro Devia con 23.331 por el Partido Conservador, Hugo Ernesto Zárrate con 21.274 a nombre del PSD. (Partido del Socialismo Democrático), Guillermo Santos del Partido Liberal con 20.899, José Gentil Palacios del Partido Conservador con 17.123, Arcesio Perdomo del Partido Conservador con 16.877, Álvaro Ramírez del Partido Liberal con 16.303, Jorge García Orjuela del Movimiento Somos Colombia con 15.461, Luz Nelly Amado del Movimiento Somos Colombia con 14.550, Gustavo Ramos Arjona del Partido Liberal con 12.460, Julio Ramón García, del Movimiento Cívico Cristiano con 5.819: Didier Montoya del Partido Social Demócrata con 4.053 y de ahí en adelante 16 candidatos más a nombre de diversos movimientos, alianzas y partidos, generando una atomización no vista antes en el departamento.

En el 2006 para la Cámara de Representantes votaron por el Partido Liberal 87.988, lo que representó el 30.47%, significándole dos curules. Por el partido Conservador 63.693 con un 22.06% que encarnaron igualmente dos curules y de a una curul para el Partido de la U o Partido Social de Unidad Nacional con 40.204, el 13.92% y el Partido de Cambio Radical con 35.622, equivalente al 12.34%. El Polo Democrático, por su parte, logró 20.028 sufragios, el 6.94%, perdiendo la curul que tenían en cabeza de Hugo Ernesto Zárate. Los parlamentarios fueron Guillermo Antonio Santos Marín y Pompilio Avendaño por el Partido Liberal y Gonzalo García Angarita e Iván Darío Hernández Guzmán por el Partido Conservador, Jaime Yepes por el Partido de la U y Rosmery Martínez Rosales por el Partido Cambio Radical. 

La poca credibilidad que despierta la actual clase política regional y la falta de verdadero liderazgo más allá de sus propios feudos electorales, así como la circunstancia constitucional de la circunscripción nacional a partir de la reforma de la Carta en 1991 que permite a candidatos foráneos ingresar a la pesca de votos en todo el país- a más de vincularse sin otra razón que su poder económico de compra de votos que antes no existía en el Tolima, generan un mapa diferente en el aspecto político electoral. Es de señalarse que el poder económico se impone en el manejo de la política y tal circunstancia no sólo impide la libre participación democrática sino el sometimiento de ideas, programas y tesis al capricho de quienes puedan darse el lujo de rectorar la opinión pública mediante dádivas en un panorama de pobreza y desempleo. A nivel nacional durante los años recientes,  salvo el caso de quienes por habilidad política y maestría en el campo de la maniobra han obtenido la presidencia de las cámaras, no existen nombres que brillen con prestigio paralelo. De alguna manera terminados sus períodos, tales los casos de Emilio Martínez, Carlos García y Luís Humberto Gómez Gallo, cada quien con sus méritos, pasaron a retiro forzoso de las listas por los juicios judiciales a los que se han visto enfrentados.

 

Elecciones para Cámara y Senado 2010

Los periódicos registraron como un contrapunteo al mejor estilo de las grandes votaciones el que se vivió en el Tolima, con la conformación de la Cámara de Representantes y que dejó como grandes triunfadores a los partidos de La U y Conservador, con dos escaños cada uno. El mapa político cambió burcamente y de una tradicional mayoría liberal pasó el departamento a calificarse como azul.

La representación tolimense en la Cámara baja quedó con Jaime Yepes y Carlos Edward Osorio, por el partido de La U; Hernando Cárdenas y Alfredo Bocanegra, por el Conservatismo; Rubén Darío Rodríguez, por el Liberal, y Rosmery Martínez, por Cambio Radical.

Los resultados sacaron del juego a parlamentarios en ejercicio como Pedro Pablo Trujillo de La U; Javier Ramiro Devia, del partido Conservador, y Jorge Eduardo Casabianca, por el liberalismo, cuyas votaciones no les alcanzaron para conservar sus escaños en la Cámara baja. Poco después de las elecciones, el primero fue llamado por la Corte a juicio por lo que rnunció a su curul y el segundo igualmente por sus posibles vínculos con los paramilitares.

Además, uno de los triunfadores de la jornada. fue el ex alcalde liberal Rubén Darío Rodríguez, quien llegó por primera vez a la Cámara y como único de la colectividad roja, ante el paso de Guillermo Santos al Senado. A esto hay que añadirle que el municipio del Espinal volvió a darle una curul a Rosmery Martínez, que confirmó que su caudal electoral se sostiene. La segunda ciudad del Departamento, también, respaldó al ex alcalde espinaluno Hernando Cárdenas Cardozo, quien llegó con la mejor votación azul endosada por el "gomezgallismo".
Igualmente estará por primera vez en el Congreso, el ex gerente del IBAL, Alfredo Bocanegra Varón, que hasta último momento disputó la curul con Carlos Reyes del PIN.

Con estos resultados, se presenta una renovación en la representación tolimense a la Cámara de Representantes. Por un lado ingresan nuevos Carlos Edward Osorio, Hernando Cárdenas, Alfredo Bocanegra y Rubén Darío Rodríguez; y continúan Jaime Yepes y Rosmery Martínez. Esto es prácticamente un cambio en las curules tolimenses que estuvieron marcadas con el proceso de parapolítica, en el cual la Corte condenó a Gonzalo García y mantiene detenidos por las mismas causas a los parlamentarios Luis Humberto Gómez Gallo, Carlos García Orjuela, Javier Ramiro Devia y Gonzalo García Angarita, habiendo llamado a juicio a Pedro Pablo Trujillo.

Pompilio Avendaño, quien fue elegido en el período anterior por el liberalismo y renunció a su escaño para ser investigado por la Fiscalía, buscó respaldo en distintas colectividades, pero no logró culminar sus nuevas aspiraciones a la Cámara. Cabe resaltar que aspirantes como Ricardo Ferro (Partido de La U), Carlos Reyes (PIN), y  Alberto Alarcón (Liberal) tuvieron un buen caudal electoral, pero no suficiente en sus aspiraciones al parlamento. De otro lado, quedaron totalmente calcinadas las aspiraciones de Jorge Humberto Medina, Jesús Carvajal, Plinio Valencia, Ángel Marín, Moisés Carreño, Nicolás Ricardo Espinosa, Álvaro Ramírez, Luz Nelly Amado, Luis Carlos Saavedra, William Castro, Nelson Lombana y Milton Restrepo; algunos de los anteriores con un fracaso que acelerará un retiro prematuro de la política. El Partido Verde, que cobró notoriedad en el plano nacional, en lo local no logró el caudal electoral esperado; mientras el Polo Democrático careció del apoyo de sus simpatizantes.

Para el Senado de la república salieron electos Guillermo Santos por el partido liberal, Juan Mario Laserna por el partido conservador y el mismo Juan Lozano Ramírez quien sacó la mayor elección en el país por al partido de la U, pero se le considera tolimense.

 

Gobernadores del Tolima

Desde 1958 a 2010, los gobernadores del departamento han sido 35, sobre cuya gestión, por falta de espacio, se determinan las grandes líneas de su administración. Ellos han sido Darío Echandía (1958-1959), Rafael Parga Cortés (1959-1960), Alfonso Palacio Rudas (1960), Alberto Rocha Alvira (1961-1962), Alfonso Jaramillo Salazar (1962-1963), Alfredo Huertas Rengifo (1963-1964), Rafael Caicedo Espinosa (1964-1965), Néstor Hernando Parra (1966-1967), Ariel Armel Arenas (1967-1969), Alberto Lozano Simonelli (1969-1970), Rafael Caicedo Espinosa (1970-1971), Jaime Polanco Urueña (1971-1973), Alberto Rocha Alvira (1973-1974), Carlos Eduardo Lozano Tovar (1974-1976), Yesid Castaño González (1976-1977), Cesáreo Rocha Ochoa (1977-1978), Miguel Merino Gordillo (1978-1980), Gregorio Rudas Chinchilla (1980-1982), Armando Devia Moncaleano (1983), Carlos Martínez Silva (1983), Eduardo Alzate García (1984-1986), José Osorio Bedoya (1986), Guillermo Alfonso Jaramillo (1987), Juan Tole Lis (1988), Germán Huertas Combariza (1988), Álvaro Sierra Figueroa (1988-1989), Eduardo Aldana Valdés (1989-1991) y Fernando Espinosa Tovar (1990-1991). Por elección popular vienen desde Ramiro Lozano Neira (1992-1994), Francisco Peñaloza Castro (1995-1997), Carlos Alberto Estefan Upegui (1998-2000), Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez (2001-2003), Jorge García Orjuela (2004-2005), Fernando Osorio Cuenca (2005-2007) y Oscar Barreto Quiroga (2008 2011). Todos los gobernadores han sido 87 desde 1885 a 2010.

Repitieron en el cargo Alberto Rocha Alvira, Rafael Caicedo Espinosa y Guillermo Alfonso Jaramillo, este último primero por decreto y luego por elección popular. Así mismo hubo sucesión espaciada entre padres e hijos quienes continuaron con el ejercicio de la política, tales los casos de Alfredo Huertas Rengifo y Germán Huertas Combariza o Alfonso Jaramillo Salazar y Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Los delfines, igualmente, gracias a su activismo, llegaron inclusive al Senado de la República. Si se examina el período cumplido por cada uno de los mandatarios, se encuentra que el mayor porcentaje tuvo un ejercicio apenas de un año e incluso menos y que salvo los elegidos popularmente con período fijo de tres, fueron tan solo siete las excepciones de dos años entre 28 gobernantes. Ahí están Ariel Armel Arenas, Jaime Polanco Urueña, Carlos Eduardo Lozano Tovar, Miguel Merino Gordillo, Gregorio Rudas, Eduardo Alzate García y Eduardo Aldana Valdés. Puede verse entonces que no fue nunca un tiempo siquiera prudente para desplegar obras de envergadura y que casi todos se empeñaron en mantener, por encima de cualquier otro tema, un clima de concordia en medio de una violencia galopante, cumpliendo estrictamente con una inversión social en lo fundamental. No quiere ello decir que en algunos casos, como se verá en el análisis de su acción, se hubiesen quedado limitados a la variante del tiempo por cuanto alcanzaron a proyectar su labor con dinámica y equilibrio admirables. En los primeros turnos se trató de figuras nacionales con entidad propia como para atraer la inversión y ser escuchados en el alto gobierno, pero luego llegaron personas episódicas y coyunturales de la región o se importaron buena parte de veces figuras del Tolima. Desde luego que los gobernadores, tanto los designados por decreto como los elegidos popularmente, tuvieron esa dignidad gracias al respaldo político y representaron a dirigentes regionales o se representaron a ellos mismos, salvo los casos en que alcanzaron la posición amparados en coaliciones. En algunos momentos llegaron impuestos por la misma Presidencia de la República gracias a su prestigio personal y político como en los casos de Darío Echandía, Néstor Hernando Parra, Alfonso Palacio Rudas, Alberto Lozano Simonelli, Carlos Eduardo Lozano Tovar y Ariel Armel.

Para el período de 1958 a 1959 llega como gobernador del Tolima Darío Echandía llamado por el presidente Alberto Lleras Camargo. Esta gran figura del país como lo puntualiza el historiador José Ignacio Arciniegas,* regresa a su departamento “Después de haber sido presidente del Senado, varias veces ministro, dos veces designado a la Presidencia de la República, haber ejercido las funciones presidenciales por varios meses, aclamado candidato presidencial, tres veces embajador”. Ese cariño a su patria chica tenía el propósito de restablecer la paz, lograr que las guerrillas se disolvieran y hacer un programa de gobierno que se sintetiza en una de las sentencias de su discurso de posesión al expresar que quería que los tolimenses pudieran volver a pescar de noche. 

Rafael Parga Cortés (1959-1960), continuó la labor de pacificación entrevistándose de manera directa con los autores del conflicto y es en ese campo donde cumplirá incluso a lo largo de su vida ejemplar una tarea destacada. Culminó el plan de rehabilitación consolidando los acuerdos al dedicarse principalmente a las vías y a la educación, impulsando  carreteras en lugares distantes y epicentro de guerrillas como la de Roncesvalles, San Antonio, Rioblanco y Planadas, y de allí a Neiva pasando por Gaitania. De otro lado impulsó los núcleos escolares rurales que durante tantos años han cumplido una tarea cabal.  Por su parte Alfonso Palacio Rudas, (1960) una figura luminaria de nuestro territorio, buscó la organización de las finanzas, el estímulo al cultivo del café, la garantía de préstamos por medio de instituciones oficiales y bancarias a los campesinos y emprendió diálogos para mantener un clima de entendimiento. Alberto Rocha Alvira (1961.1962) fue leal servidor de la política nacional y trató de cumplir sin sectarismos la continuidad de lo trazado por sus ilustres antecesores. Alfonso Jaramillo Salazar (1962-1963) rompió con la conducta del dejar hacer y dejar pasar para enfrentarse con decidido carácter a buscar la paz, la que en su administración se alcanza de manera concreta cuando se da de baja a los principales bandoleros que azotaban la región con secuestros y matanzas. Al mismo tiempo cumplía paralelamente con un dinámico desarrollo de la educación, la salud, el trabajo, las obras públicas, sin olvidar las vías veredales y ofrece por vez primera en el Tolima la participación de la mujer en el gabinete. Tanto Alfredo Huertas Rengifo (1963-1964) como Rafael Caicedo Espinosa (1964-1965), trataron de organizar el departamento en sus finanzas y en buscar aparentemente un equilibrio político, así como Néstor Hernando Parra (1966-1967), participó en un importante impulso al desarrollo en mitad de la oposición de los sectores tradicionales que no gustaban de su nombre por no pertenecer a sus cuadros políticos, a pesar de ser una figura nacional con bagaje intelectual para cumplir ejemplarmente una tarea.

Ariel Armel, gobernador de 1967 a 1969, tuvo entre sus logros la construcción del hospital regional Federico Lleras Acosta, el mayor del Tolima y la organización de los IX Juegos Atléticos Nacionales donde hubo no sólo importantes inversiones para instalaciones deportivas sino paralelamente obras urbanas, viales, educativas, de acueducto y saneamiento ambiental, destacándose la construcción y puesta en marcha del parque deportivo de Ibagué. Como otros hechos a destacarse figura el pago a tiempo de los sueldos del magisterio, plan ambicioso de obras públicas en las vías de los municipios y un admirable fomento de la acción comunal que tuvo para entonces el mayor número de juntas debidamente constituidas. Finalmente, además de disminuir el déficit fiscal crónico en las finanzas del departamento, mantuvo un clima de paz social y política mediante  acuerdos de amplia repercusión nacional para entonces y celebró un importante congreso nacional de gobernadores. El presidente Carlos Lleras Restrepo en carta de su despacho fechada el 26 mayo de 1969 donde realiza una síntesis de su ejemplar obra de gobierno, le señala su reconocimiento “por la pulcra y eficaz labor administrativa adelantada en el departamento”. Cesáreo Rocha Ochoa (1977-1978), por su parte, continúa el proceso de implementar la educación y la cultura, las obras públicas y el saneamiento de las finanzas del departamento, al tiempo que consolida instituciones claves del gobierno para su mayor rendimiento.

Alberto Lozano Simonelli (1969-1970), señaló en su discurso de posesión cómo era ese “un momento estelar en su existencia”, alcanzando para el departamento varios logros como la vinculación de empresas nacionales para su desarrollo en virtud a un compromiso que por tradición ha estado al servicio de la tierra. Se ha escrito que los gobernadores Rafael Caicedo Espinosa (de agosto del 70 a junio del 71), Jaime Polanco Urueña (de junio del 71 a abril del 73) y Alberto Rocha Alvira (de abril del 73 a agosto del 74) ejercieron una administración reposada sin grandes alcances. Gozan de la ventaja de dar representación adecuada y equitativa al partido mayoritario gracias a la reforma constitucional de 1978 y de las preeminencias de la modalidad de emergencia económica para lo económico y social. Carlos Eduardo Lozano Tovar (1974-1976), le quita el carácter arzobispal con el que asumían usualmente los mandatarios su función y cumple con un gobierno estrictamente popular sin concesiones, atendiendo de manera directa los problemas y comunicándose sin intermediarios con sus coterráneos. Con unas jornadas semejantes a las del actual presidente Uribe, Lozano Tovar ofrece a la educación un rumbo diferente al establecido, designando ya no a un político como era usual sino a un veterano educador como Antonio Reyes Umaña en la cartera. Conocedor del medio y la función, logró por ejemplo que los egresados de las escuelas normales, inclusive las retiradas como el caso de Villahermosa y la de Falan, se vincularan al magisterio por orden de lista sin necesidad de padrinazgo político. De igual manera en la cartera de gobierno elige como secretario a Gabriel Millán López, un experimentado político conservador quien luego sería ministro encargado de desarrollo, con el fin de ofrecerle un tratamiento democrático al Tolima. Tanto la electrificadora, la fábrica de licores, la lotería, las obras públicas, el saneamiento ambiental, los acueductos y los alcantarillados,  el agua potable al igual que la salud, tienen un trascendente avance en su gobierno.

Yesid Castaño González (1976-1977), a pesar de su juventud y tras haberse desempeñado como secretario de hacienda de Bogotá en la alcaldía de Alfonso Palacio Rudas, se convierte en el adalid de la electrificación rural en los más apartados lugares del Tolima, desarrollando una ordenanza presentada por el entonces diputado Alfonso Uribe Badillo. Si bien es cierto no descuida ninguno de los renglones bajo su responsabilidad, es en el sector mencionado donde logra dejar huella y gratitud en la memoria de la región, jalonando un adelanto grande en su progreso. Miguel Merino Gordillo (1978-1980), se convierte en el gobernador alfabetizador al iniciar una gran Campaña. Su importancia y trascendencia medida a través de resultados, llegó a convertirse en un ejemplo tan digno y urgente de imitar, que fue asumida como tarea central a nivel nacional. El objetivo dejó en los ciudadanos la meta de hacer del Tolima un "territorio libre de analfabetismo" y en apoyo a esta iniciativa como proyecto de beneficio social, se movilizaron tanto instituciones oficiales y privadas como la comunidad en general. Julio César Turbay Ayala, entonces presidente de Colombia, tomó en Venadillo y Dolores, en junio de 1980, la decisión de que se realizara en el país con el nombre de Simón Bolívar, para lo que, encabezados por el ministro de educación, el tolimense Guillermo Angulo Gómez, convocó a una reunión de secretarios de educación de toda la república en Ibagué. El gobierno de Belisario Betancourt la continuó bajo el nombre de Camina. El censo inicial ofreció la sorprendente cifra de doscientos treinta mil analfabetas en el departamento y al año se había combatido en ochenta mil ciudadanos. Si bien es cierto se desplazó ampliamente a los más lejanos rincones del Tolima, en Ibagué tuvo su centro de operaciones. Pero no gratuitamente, pues se partió del hecho de observar que un poco más de la tercera parte de la población total de este sector del país reside en la capital del departamento y es el segundo municipio en extensión después de Chaparral. En la administración de Merino se crearon los Distritos educativos, el plan de reapertura de escuelas cerradas, se desarrolló el mapa escolar y se pagó cumplidamente a los educadores, al tiempo que creó los premios de periodismo y de literatura y se realizó un Congreso nacional por ella que tuvo igualmente gran trascendencia.

Gregorio Rudas Chinchilla (1980-1982) emprendió un ambicioso plan de obras públicas, impulsó la educación y la cultura en forma decisiva y fortaleció las empresas del gobierno a nivel departamental, lo mismo que sus finanzas. En su administración se creó Fonart, dedicada a los acueductos y alcantarillados, la empresa de teléfonos Teletolima, se realizó una importante importación de maquinaria para desarrollar las vías del departamento, se creó el Fondo pro apertura de escuelas y la empresa Fosfatos encargada de la minería. Resucitó igualmente la fábrica de licores modernizándola con maquinaria nueva, al tiempo que continuó el impulso a la campaña de alfabetización, se dio un boom de publicaciones en el Instituto de Cultura y se fundaron bibliotecas público escolares, lo mismo que se da comienzo a la planeación de la concha acústica en Ibagué. Es de señalar que debido a su carácter cumplió su misión en forma independiente de los políticos regionales asumiendo autonomía en temas que otros usualmente consultaban. Armando Devia Moncaleano (1983) ofreció en contraste con los anteriores por su actitud tranquila una administración sin real brillo y Carlos Martínez Silva (1983), se caracterizó por el impulso a las vías, la salud, la educación y el fisco. A Eduardo Alzate García (1984-1986) le correspondió la tragedia de Armero desde noviembre de 1985, lo que sacudió los estamentos de la región y del país por la dimensión de la desventura. Su papel fue el de coordinar medidas para sobrellevar tal acontecimiento, mientras José Osorio Bedoya (1986), tuvo un breve mandato de continuidad por lo cual no alcanzó a desarrollar obras de envergadura.  A Guillermo Alfonso Jaramillo (1987) le ocurrió algo parecido, pero su presencia en todos los municipios y su conocimiento del departamento palmo a palmo, junto a su profunda sensibilidad social, lo llevó a cubrir necesidades básicas y a cumplir con obras largo tiempo esperadas. La valiente denuncia que hiciera sobre la presencia de paramilitares en el Tolima le causó problemas con el gobierno central y no pudo culminar sus propósitos. Juan Tole Lis (1988) en virtud a su temprana muerte producida por un accidente al estrellarse el helicóptero que lo transportaba a Natagaima donde lo esperaban con un homenaje, se quedó con las ideas de administración entre sus sueños por las pocas semanas que duró su mandato. Tanto Germán Huertas Combariza (1988), Álvaro Sierra Figueroa (1988-1989) y Eduardo Aldana Valdés (1989-1991), cumplieron a cabalidad con la administración del departamento, destacándose un ambiente de concordia, conciliación, obras concertadas y un clima amable y de respeto, sin ser desdeñosos con su responsabilidad ni irresponsables en el manejo de la cosa pública.

Fernando Espinosa Tovar (1990-1991) fue igualmente un gobernante conciliador cuya mayor tarea estuvo cifrada en el saneamiento de las finanzas departamentales hasta el punto de lograr un superávit presupuestal. Ramiro Lozano Neira (1992-1994), el primer gobernador por elección popular, comenzó un período de endeudamiento y su característica esencial estuvo dirigida a la planeación estratégica y a los diálogos con los grupos subversivos buscando mantener un clima de paz en la región, hasta el punto que durante su mandato no hubo una sola toma guerrillera. Francisco Peñaloza Castro (1995-1997), por su parte, generó  altos compromisos financieros pero se vieron y palparon sus ejecutorias como para convertirse en el gobernador que mayores obras públicas ha desarrollado en la historia del Tolima. Su imaginación desde la provincia pero con sentido global, lo llevó y gracias al apoyo del presidente Samper, a cumplir con parte importante de los sueños que tenía la región. El Centro de Convenciones, las nuevas instalaciones para la Asamblea, la torre de parqueaderos de la Beneficencia, la remodelación del teatro Tolima, la adquisición de colecciones de pintura hechas por tolimenses para la hemeroteca que luego serviría para enriquecer el Museo de Arte, la distribución de libros básicos en la historia del departamento para las bibliotecas de los municipios, fue proverbial, pero se suma fundamentalmente la pavimentación de casi todas las carreteras en un 95% cuyo proyecto estaba estacionado en los escritorios de los burócratas. Carlos Alberto Estefan Upegui (1998-2000) se caracterizó por una marcada independencia política y un elevado criterio gerencial, dedicándose  a  superar la crisis financiera vivida en el Tolima, que al igual que en  la mayoría de departamentos distritos y municipios del país, había sobrevenido por el alto endeudamiento, el crecimiento de las pensiones y los gastos de funcionamiento, junto a la recesión y el alza de las tasas de interés de los años precedentes a su mandato. Al asumir la gobernación, Estefan encontró el departamento en un estado de franca iliquidez e insolvencia para lo cual de inmediato renegoció la deuda y suscribió un Plan de Desempeño  con la Banca, avalado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Formuló el Plan de Reestructuración Económica Territorial (PRET) y se acogió  la Ley 550/99, por la cual se establece un régimen que promueve y facilita la  reestructuración de los entes territoriales y permite llegar a un acuerdo con sus acreedores, siendo esta una decisión trascendental para las finanzas Departamentales. El pago a los pensionados fue puntual habiéndose cancelado más de 60.000 mil millones por este concepto durante todo el período. Logró un  sustancial incremento del  número de usuarios del Sisben  al  pasar a  280 mil promedio año; e igualmente con 397 mil millones de pesos en educación, alcanzó un promedio anual de  310 mil estudiantes matriculados en los planteles oficiales.Su desarrollo fue desplegado plenamente por Guillermo Alfonso Jaramillo a quien le correspondió la negociación con los bancos que fue calificada de excelente en beneficio del departamento por los gerentes mismos de estas entidades. Salvo el caso Peñaloza que le otorgó una figuración nacional al Tolima por la cantidad de obras cumplidas gracias al apoyo permanente del presidente Samper y a una gran imaginación en el adelanto sin precedentes en las obras públicas, la región alcanza una categoría nacional en virtud a su permanente accionar con el ejercicio democrático al organizar una Constituyente recibida con beneplácito hasta por el mandatario Uribe y que se convirtió en una participación equitativa, una clase masiva de educación cívica y un ejemplo que fue acogido por otras regiones del país. De otra parte, con criterio de productividad mediante políticas trazadas por el DAT y el Ministerio de Hacienda, recuperó bienes del departamento como la Fábrica de licores y la Lotería del Tolima, reestructuró la administración suspendiendo los cargos no necesarios, reformó la política para los hospitales municipales empezando por una labor ejemplar en el Federico Lleras, construyó y dio al servicio de Colombia el Museo de Arte bajo las ideas y el apoyo del artista Darío Ortiz Robledo y con la partida de cinco mil millones diligenciada por el Senador Carlos García como Presidente del Senado, dio comienzo a las obras de remodelación y nuevo uso del Panóptico, fuera del apoyo ofrecido para la consolidación financiera del Conservatorio de Música. Finalmente, Jorge García Orjuela (2004-2005), cuyo perfil era el de un técnico y un ejecutivo, terminó antes de tiempo su administración por haber sido declarada nula su elección al encontrarse inhabilitado para ella por la presencia de un hermano suyo en un cargo ejecutivo. Buena parte de sus electores se sintieron engañados porque el tema había sido ventilado públicamente con anterioridad por el abogado Orlando Arciniegas. Hizo García populismo al dedicarse la mayor parte de su tiempo a repartir cemento, cuadernos, computadores, tableros,  maletines y uniformes en todos los municipios, descuidando temas de interés como la crisis en la Universidad del Tolima o cobijar a más de 30 mil estudiantes que se quedaron sin terminar su año por falta de maestros. Para completar el cuadro de su administración, la misma Contraloría General de la República conceptuó, tras una laboriosa investigación, como “desfavorable”  la gestión en la Fábrica de Licores y la Lotería del Tolima. Al dejarlas en entredicho instaura la auditoría que estableció 46 hallazgos negativos en la licorera, entre ellas compras indebidas,  sobrecostos en algunos contratos y no acatamiento de las normas legales. Señala la entidad que “se incumplieron las políticas de austeridad y racionalidad en el gasto, se registraron diferencias entre los valores ejecutados y registrados en el presupuesto y tampoco se acataron las disposiciones legales para su ejecución”. Y la lotería, durante el mismo período de García, desarrolló su actividad mostrándola “ineficaz, ineficiente y antieconómica”* A su salida, el paisaje que mostraba el departamento hacia el futuro no era halagador. En nada se modificó el índice de pobreza del 64%, equivalente a más de 600 mil coterráneos y el de miseria sobrepasando el 27%. Si a toda esta vergüenza social le sumamos el ya famoso desempleo que iba al 24% como para tener 50 mil ciudadanos sin oficio tan sólo en Ibagué, pero con niveles superiores en los municipios, el drama es superior. Para ir completando el panorama nos tropezamos con que los desplazados superan la cifra de 20 mil y que fueron, como ya está advertido, más de 30 mil los estudiantes que se quedaron sin cupo en el gobierno de García. Para colmo de males se tenían grandes esperanzas en esa administración, pero la Contraloría General de la República la conceptuó como “ineficiente, ineficaz, antieconómica e inequitativa, excediéndose en los límites máximos de los gastos, incumpliendo las políticas de racionalidad y austeridad”. Con razón califican su paso por el Palacio del Mango como un ejemplo de politiquería clientelista y corrupta de acuerdo al representante Hugo Ernesto Zárrate.  De todos modos lo cubrió en otro sentido la buena suerte porque el presidente Uribe por esta época dio comienzo a las anheladas obras de modernización vial del túnel de la Línea,  la construcción de la doble calzada de Bogotá a Ibagué, el recomienzo del Triángulo del Tolima y la continuación del proceso de restauración del panóptico de Ibagué, como acciones excepcionales para el progreso del Tolima y el país, ante todo gracias a la labor de Álvaro Cuartas Coymat en la dirección de cultura y a la decisión del presidente Uribe en todos los temas.  El gobierno de Fernando Osorio Cuenca, (2005-2007), conocido como el del Tolima solidario, se caracterizó por su visión estratégica fundamentada primero en el ajuste de la funcionalidad a los lineamientos de gerencia pública: puesta en funcionamiento del MECI, Modelo estándar de Control Interno con manuales de procedimiento, de cargos y de funciones; creación de la Dirección Financiera de Contabilidad ,de  la Dirección del Fondo Territorial de Pensiones y del Patrimonio Autónomo de Pensiones, impulso al saneamiento contable y a la implementación del Sistema de Informacion Financiera y al Sistema de Información de la Contratación, SISCON. En segundo término se dejó en funcionamiento el Plan Departamental de Aguas,  el modelo de Banca Solidaria con recursos públicos departamentales y diseñado el Plan Regional de Vïas. En materia educativa se logró la formulación y aprobación de la política pública de educación para el Tolima, modelo acogido por el MEN en la adopción del Plan Decenal de educación. Se implementó el sistema de bachillerato para mujeres cabeza de familia con su ordenanza respectiva y se dio impulso a la educación para el trabajo con la puesta en funcionamiento de 135 aulas tecnológicas en 35 municipios. Respecto a la infancia se desarrolló la primera fase de la formulación de la política pública de Infancia y adolescencia en convenio con la Unicef y como plan piloto nacional. Con el ICBF se convino el apoyo del departamento para dotar de docentes a los jardines infantiles y hogares comunitarios como forma de inclusión de los infantes entre tres y cinco años al sistema educativo. Aparte de eso se construyeron 46 aulas modelo, una por municipio para le educación de niños de cinco años en el marco de la educación apoyados en TICs. En materia de salud se modernizó la red de transporte interhospitalario (ambulancias) y se dejó en construcción el Laboratorio Departamental de Salud Pública debidamente financiado. Igualmente se diseñó como plan piloto nacional en convenio con la Procuraduría y el Ministerio del Medio Ambiente el modelo de racionalización de las Plantas de sacrificio de ganado. Se logró el compromiso del gobierno nacional para la inversión de los recursos que le correspondían a la nación por la venta de Hidroprado en las vías Ortega-Chaparral, Ataco-Planadas y Chaparral-Rioblanco, condición que puso el gobierno departamental para acompañar el proceso de venta.
En el gobierno del Tolima Solidario se lideró la creación del Comité Regional de Competitividad y se acompañó la iniciativa de creación y puesta en funcionamiento del Círculo de Competitividad Turística.

Las elecciones para gobernador en el período de 2008 a 2011, tuvo de un total de 2.637 mesas instaladas, 371.542 votos  dsitribuídos en 181.275 para Oscar Barreto Quiroga como ganador por el Partido Conservador, 144.149 por Luis Carlos Delgado Peñón del Parido, 18.646 por Huillman Calderón representando al Polo Democrático Alternativo, por el Movimiento Alas, equipo Colombia Ángel Marín Duque logró 16.341 y Alfredo Sarmiento Narváez del Partido Verde Opción Centro 11.131. Oscar Barreto Quiroga ha regresado en mucho la credibilidad en el gobernante por su acción permanente a favor de la provincia, hasta el punto de tener como consigna y cumplirla, de Soluciones para la gente. Consolidar la integración del departamento, impulsar con obras concretas la educación y la salud, emprender un plan agresivo de pavimentación de vías carreteables, propiciar el incremento a la agricultura, crear la secretaría de turismo, industria y comercio, conforman, entre otras, parte de su trabajo incansable.

Debe señalarse que el año 2005 fue impactante por la crisis que ante el país mostró buena parte de la clase política del departamento. Alberto Santofimio, el máximo líder popular de la historia contemporánea del Tolima es encarcelado abruptamente al acusarlo la fiscalía de su supuesta participación intelectual en el crimen de Luis Carlos Galán, noticia que le dio la vuelta al mundo, alegró a sus malquerientes y dejó en duelo colectivo a sus innumerables amigos. Por fortuna, el Tribunal Superior de Cundinamarca falló finalmente a su favor exonerándolo de sus cargos, aunque sus legendarios enemigos lo acusaron ante el Consejo de Estado. Al caerse Jorge García Orjuela como  gobernador del Tolima por inhabilidades que él ya conocía, ser Comfenalco intervenida por la superintendencia acusada de ingerencias de la política dentro de su administración, tener la noticia de que el exparlamentario Ricardo Villegas se casa en artículo mortis con su nuera para que se quede con su pensión, contar con acrobacias políticas y jurídicas para que el alcalde de Ibagué sea demandado por inhabilidades y referir a cuatro burgomaestres encargados en pocos meses, generan un cuadro poco halagador frente a la conducta de nuestra clase política tradicional. Si sumamos otros comportamientos de mencionados dirigentes como ver que algunos de nuestros parlamentarios aparecen con las pensiones más altas del país y un Representante que fuera presidente de la Cámara como Emilio Martínez igualmente es condenado, debe pensarse que al frente tenemos un estado de crisis profundo. De otra parte, como un secreto a gritos, se menciona la filtración de dineros del narcotráfico en campañas electorales. Para el año 2010, el panorama es nada consolador. Los senadores Luis Humberto Gómez Gallo y Carlos García Orjuela por una parte, y los representantes Javier Ramiro Devia, Pedro Pablo Trujillo, Pompilio Avendaño y Gonzalo García, son detenidos por presuntos vínculos con los paramilitares, aunque Pompilio Avendaño como Pedro Pablo Trujillo son finalmente exonerados por la Corte. 

Ayala Poveda, Fernando, Manual de Historia Colombiana, Thalassa Editores, 2003, página 217

Entre otros figuran José Arango, Manuel Arbeláez, Amanda Arbeláez de Ramírez, Jaime Barrios Mejía, Hernando Bocanegra, José Vicente Buriticá, Pablo Casas Santofimio, José A Castañeda, Alfonso Covaleda, Guillermo Encinales Pava, Luis Carlos Delgado Peñón, Luis Vicente González, Alberto Guarnizo, Jaime Guzmán Palma, Ricaurte Lozano, Jorge Montealegre Suárez, Alfonso Murillo, Samuel Osorio, Alfonso Parra, Jaime Polanco Urueña, Carol Rojas, Gregorio Rudas, Augusto Trujillo, Alfonso Vallejo, Alberto Rendón y Hernando Yepes.

diario El Nuevo día, jueves 21 de septiembre de 2006, página 5A

 

 


 

1 Ayala Poveda, Fernando, Manual de Historia Colombiana, Thalassa Editores, 2003, página 217

2 Entre otros figuran José Arango, Manuel Arbeláez, Amanda Arbeláez de Ramírez, Jaime Barrios Mejía, Hernando Bocanegra, José Vicente Buriticá, Pablo Casas Santofimio, José A Castañeda, Alfonso Covaleda, Guillermo Encinales Pava, Luis Carlos Delgado Peñón, Luis Vicente González, Alberto Guarnizo, Jaime Guzmán Palma, Ricaurte Lozano, Jorge Montealegre Suárez, Alfonso Murillo, Samuel Osorio, Alfonso Parra, Jaime Polanco Urueña, Carol Rojas, Gregorio Rudas, Augusto Trujillo, Alfonso Vallejo, Alberto Rendón y Hernando Yepes.

3 diario El Nuevo día, jueves 21 de septiembre de 2006, página 5A

4 Amaya Pulido, Pedro José, Colombia, un país por construir, Universidad nacional de Colombia, varios autores, junio de 2000

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