ALBERTO PIEDRAHITA PACHECO

 

Su voz, el dinamismo que le imprime a las radio revistas en el país, y una labor que lleva más de treinta años, han hecho que este libanense, nacido en 1931, se haga merecedor a un lugar de privilegio en la historia de la radio colombiana.

Este tolimense, quien sintió hacia la radio un amor a primera vista y la convirtió hasta el día de hoy en su más fiel compañera, adelantó sus estudios de primaria en el colegio provincial Tequendama, en La Mesa, Cundinamarca, donde estudió interno con su hermano. Sus estudios secundarios los realizó en el Instituto San Bernardo, de Bogotá, donde fue compañero de Julio E. Sanchez Vanegas y finalmente ingresó al colegio Leon XIII de la capital de la república, de donde saldría graduado bachiller.

De aquí pasaría a ESCOMO a estudiar contabilidad para comprender que aquel no era su destino. En 1947 ingresa a la emisora Panamericana Azul K como cobrador, ganando un salario de 40 pesos mensuales y trabajando en ocasiones como celador o en el control. Alberto Piedrahita Pacheco se había enamorado verdaderamente de la radio.

Sería allí donde Alejandro Lamus, quien trabajaba para la B.B.C. de Londres, hace el primer exámen a Piedrahita quien, sin experiencia laboral alguna, sólo con la adquirida al ver leer a sus compañeros las noticias, realiza un brillante desempeño, ganando no sólo los mejores elogios de sus examinadores sino el inicio de una labor que le llevaría por una vida llena de emociones y triunfos.

Su padre, don Alberto, quien fuera representante del Consejo de Anapoima y Apulo, dispone que su hijo ingrese a trabajar al Banco de Bogotá, al ser cerrada la emisora el nueve de abril de 1948. Para esta época, cuando los empleados bancarios tenían un elevado estatus, Piedrahita inicia una carrera de seis años que sería testigo del ascenso que efectuó desde la caja hasta la Jefatura de Cuentas Corrientes y que terminaría con la decisión de Alberto Piedrahita, el hijo, de no traicionarse a si mismo. De esta manera decide ingresar a Radio Estrella como lector de noticias del medio día.

De allí pasa a la emisora Nueva Granada, de la Radio Cadena Nacional (RCN), donde desarrolla una carrera durante 18 años acompañando la Vuelta a Colombia y conociendo colegas como Carlos Arturo Rueda, a quien acompaña al estadio El Campín para hacer su primera incursión como comentarista deportivo.

Al tiempo, Alberto Piedrahita alterna su trabajo radial con la publicidad, un área que le ha apasionado tanto como la locución. Trabaja en CPV Publicidad, una empresa que contaba con cuentas muy importantes en el país y que lo enviaría a Caracas para realizar un curso de Video Tape que lo introduciría en el conocimiento técnico de los medios de comunicación.

De esta manera, Piedrahita Pacheco fue consolidando una carrera radial con esfuerzo y sacrificio, dos valores que lo acompañan hasta hoy, cuando, desde que despierta temprano en la mañana, piensa en la necesidad de imprimirle una voz de aliento a los colombianos; y así lo hace, sabiendo que la única manera es diciéndole a todo un país que no todo es violencia y que a ella se le gana la partida dando a conocer las cosas buenas de toda una nación.

Su labor en TV Sucesos de RCN lo hace merecedor al premio Ondra en 1976 y allí da a conocer ya no sólo su voz sino también su imagen.

Por aquella época, Piedrahita creó junto a Fernando González Pacheco y Juan Harvey Caicedo, la empresa Color Comunicaciones que impulsaría un programa famoso en la televisión: Fútbol, el mejor espectáculo del mundo, al que muchos colombianos asistieron sin falta todos los domingos durante cuatro años hasta el día en que el programa fue enfrentado con Chespirito y desapareció para siempre de la pantalla chica.

Es entonces cuando debe trabajar en VEA Colombia, Revista del Sábado, aunque no por mucho tiempo pues Piedrahita sería llamado por Radio Bogotá para dirigir el programa La Barra de las Doce, hoy llamado De las trece, creación suya en 1980 y en el cual Carlos Julio Guzman y David Cañón comenzarían a hacer sus primeros ensayos radiales bajo su protección. Este programa pasaría luego a Radio Melodía por petición del Presidente de la Cadena.

En 1984, Piedrahita Pacheco es llamado por Jairo Tobón, vicepresidente de Caracol, para trabajar en la emisora Radio Reloj en la época en que Yamid Amat era director de noticias de la cadena. Piedrahita acepta y allí comenzaría la radio revista Pase la Tarde con Caracol que lleva más de 8 años liderando los programas del horario de la tarde en el país.

Alberto Piedrahita siempre ha sido un hombre que guarda estrecha relación con su tierra. Así lo corroboran la alegría que lo inundó cuando tuvo que narrar el triunfo del tolimense Pedro J. Sánchez en la Vuelta a Colombia o cuando, en 1970, se inauguraron en Ibagué los Juegos Nacionales, evento al que estuvo muy vinculado.

Piedrahita Pacheco, apodado por sus más íntimos amigos El Padrino, es un hombre que no ha sido egoísta cuando de compartir su experiencia en la radio se trata. Ayuda sin vacilar a los jóvenes que con talento desean emprender una carrera que él ha recorrido con brillantez. Ha ido construyendo a costa de su trabajo un nombre y lleva prácticamente toda una vida dedicada al medio que lo ha visto crecer y que lleva en la sangre desde 1947: la radio.

Piedrahita ha sabido conjugar la disciplina y la puntualidad para construir su carrera. Considerado un hombre perfeccionista, cree que la amistad es una cosa bien distinta al trabajo, que la credibilidad es importante para triunfar y que el peor enemigo del hombre es el ocio.

Este enamorado del vallenato considera que su vigencia en los medios se debe a que siempre ha actuado en la vida con honradez y rectitud, dos valores que en el hogar de don Alberto y doña Margoth, sus padres, siempre estuvieron a la orden del día. Alberto Piedrahita Pacheco, casado con Ligia Guevara, y de cuyo matrimonio han nacido cuatro hijos, Yineth, Adriana, William e Iván, quien ha seguido los pasos de su padre y se ha dedicado a la producción de televisión, ha sido presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá y es Vicepresidente del mismo en la actualidad. Demuestra a cada momento que su labor siempre estará dentro de la radio y para ella y no en otro tipo de tarea como cuando le ofrecieron la alcaldía de su pueblo natal, el Líbano, que rechazó.

Con la fortuna de ser familiar en los hogares colombianos, de ir penetrando con sus mensajes sin pedir permiso, de saberse recibido con cariño y de aparecer como una especie de Aladino en la lámpara maravillosa que es la voz transmitida, siente que también es reconocido en las calles, solicitado para firmar autógrafos como una estrella, señalado con el dedo por niños y viejos y nunca pasar desapercibido.

De todos modos jamás se ha envanecido y conserva la humildad de quien sabe fue surgiendo con la constancia y la disciplina de las hormigas arrieras, así como no olvida sus tiempos duros en la batalla diaria por el ascenso y la consagración, hasta elevarse a la categoría de no ser uno más entre los treinta millones de compatriotas.

Piedrahita se entusiasma con las sentencias, las frases célebres, los buenos ejemplos, las anécdotas curiosas, la vida de los deportistas, la existencia de los triunfadores, las pequeñas y grandes batallas de los hombres que se juegan la vida en un partido de fútbol o de aquellos que en los años gloriosos de la vuelta a Colombia escalaban montañas con la dificultad de los caminos agrestes o tomaban el sendero de la llanura de cara al sol y de espaldas a la tristeza.

Esta es la vida de Alberto Piedrahita Pacheco, un tolimense en todo el sentido de la palabra que se enorgullece de haber conocido al Papa, al presidente Nixon y a Pelé, que asiste sin falta cada ocho días a la peluquería y encarna la voz que la radio colombiana y el país nunca olvidará.

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