LUIS FERNANDO PÉREZ VARÓN

Esa navidad del año 1963, Luis Fernando se despertó adormilado después de la medianoche y se encontró con un regalo que le quitaría no sólo el sueño sino también las ganas de comer y jugar durante muchos días. Un pequeño acordeón muy bien envuelto y con un sonido cercano a los profesionales lo acompañó esa madrugada y al día siguiente ya había logrado la introducción de un bambuco y se fue a visitar a su abuelo para demostrarle sus habilidades.

De la mano del abuelo, años más tarde entra al Conservatorio a presentar su examen de admisión. Es aceptado y se dedica a estudiar bachillerato musical donde lo seleccionaron para que interpretara la flauta, el instrumento que, al igual que una llave maestra, le abriría las puertas en distintas agrupaciones y lo convertiría en un concertista de prestigio nacional.

Cuando era apenas un aprendiz de piano, un día de mayo, frente a los asistentes a una velada como homenaje a las madres, Luis Fernando ejecutó Balada para Adelina, dedicada a su progenitora, quien expresó sus sentimientos de la única manera que le era posible, dejando que afloraran a torrentes las lágrimas. Esa emoción que doña Rosalba experimentó, sería el inicio de muchas otras satisfacciones, pues “El mono Varón” como le dicen algunos de sus amigos, sellaría ese día su compromiso inextinguible con la música.

Luis Fernando nació en Ibagué en el año 1955. Su padre era un músico autodidacta que tocaba la guitarra, el tiple y el acordeón. En sus años juveniles hizo parte del conjunto Los demonios del Combeima animando fiestas y reuniones sociales. Siempre estuvo preocupado por crear en su descendencia una sensibilidad hacia las actividades musicales. Cristina, su hija mayor, estudió algunos años en el Conservatorio y se dedica en la actualidad a dirigir grupos de danzas de distintas instituciones de la ciudad.

Pérez Varón inició sus estudios en el Conservatorio del Tolima. Aquí hizo parte de un grupo de inquietos muchachos que intentaron plantear algunas innovaciones en las actividades estudiantiles, se integró al conjunto Renacimiento con el cual obtuvo algunos reconocimientos y representó a Ibagué en varios eventos nacionales.

Hizo parte de la tuna del Conservatorio, agrupación que en el comienzo de los años setenta fue famosa en la ciudad y realizaba presentaciones en semanas culturales así como distintas actividades en centros educativos e instituciones. Con ella daba serenatas especiales entre las cuales no podía faltar la de su progenitora, quien las recuerda con sumo cariño.

Se marcha para Bogotá con el deseo y la seguridad de lograr mejores perspectivas. Se matricula en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia, donde termina una licenciatura en flauta, pero no se queda ahí porque está seguro de sus potencialidades y continúa estudios superiores de Maestría.

Se siente orgulloso de haber tenido como sus maestros a Fortunato Caruzo, Luis Becerra y Jaime Moreno, quienes aportaron a su formación no sólo la técnica interpretativa sino la seriedad y la responsabilidad con que se debe asumir la profesión de músico, principios irrenunciables que le han permitido alcanzar las metas y propósitos que se ha fijado en la vida.

En su época de estudiante del Conservatorio se vincula a la Orquesta Sinfónica Juvenil y a la Orquesta Sinfónica de Colombia por algunas temporadas, haciéndolo más tarde con la orquesta Filarmónica de Bogotá, escenarios que además de reportarle experiencia le permiten demostrar sus habilidades y capacidades en la ejecución de la flauta.

En 1980 viaja a los Estados Unidos para perfeccionar estudios de flauta en el Peabody Conservatory of Músic of the Jhon Hopkings University. El contacto con otro medio fue muy importante. Las barreras del idioma las fue superando paulatinamente, pues al comienzo tenía que grabar las clases para que después sus compañeros de residencia le hicieran la traducción, ya que el inglés aprendido en una academia de Bogotá distaba mucho del que hablaban sus profesores.

Estudió flauta con el maestro Britton Johnson y dirección de orquesta con el maestro J. Prautnitz. Recibió clases particulares con el maestro Steve Findley, flautista de la Orquesta Sinfónica de Boston. Pasó luego al Conservatorio de la Universidad de Towson para estudiar con la primera flauta de la Orquesta Sinfónica de Baltimore, el maestro Timothy Day.

Regresó a Colombia y se integró a la Orquesta Filarmónica de Bogotá donde laboraba antes, dio recitales en las principales salas de concierto del país y actuó como solista en varias ocasiones con la Orquesta Filarmónica de Bogotá y la Orquesta Sinfónica de Colombia.

Una de las actuaciones que recuerda con especial entusiasmo fue en la reinauguración de la iglesia del Museo Santa Clara donde actuó como solista con la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Por esta época ya estaba consolidado como uno de los mejores intérpretes de flauta del país.

En marzo de 1985 se inicia en la docencia, trabajo que será constante en su actividad. Dicta cátedra de flauta en el Conservatorio de la Universidad Nacional. Labora un tiempo allí, se retira, pero volverá a esta universidad a dictar la cátedra de dirección de banda y flauta.

Su actividad musical también lo ha llevado a explorar el campo de la creatividad. Compuso, arregló y dirigió la obra infantil Mambrú, basada en la historia del general Marlborough de la tonadita escénica La cantada vida y muerte del general Mambrú, obra que se presentó en los principales teatros del país y durante una temporada en el Teatro Colón de Bogotá.

Viajó a España en 1986 becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana para realizar estudios superiores en dirección de orquesta y banda, así como actualización en flauta. El profesor de dirección fue el maestro Enrique García Ascencio. Regresa a Colombia y en marzo de 1987 vuelve al Conservatorio de la música culta.

Luis Fernando arregló y montó la ejecución de Oratoria por la Paz a partir de la obra El regreso a Getsemaní, del compositor samario Jairo Donado Pinto, la que se convirtió en un concierto de grandes proporciones con el nombre de Viva la plaza viva, escenificada en la Plaza de Bolívar de Bogotá en la que participaron cuatro bandas (150 músicos), utilizando cañones, fusileros, globos, fuegos artificiales, solistas y una gran masa coral compuesta por 450 voces. Esta fastuosa presentación ha sido una de las más grandes satisfacciones en su vida artística.

En agosto de 1992 se vincula al programa de la Presidencia de la República denominado Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Colombia, “Batuta”, proyecto que busca despertar el entusiasmo de las nuevas generaciones por la música y comenzar a profesionalizar a los cultores de esta expresión artística. En septiembre de 1993 se crea el centro Orquestal Batuta Academia bajo su dirección.

Aunque Luis Fernando Pérez Varón no tiene contacto directo con el Conservatorio del Tolima, siempre está pendiente de lo que se allí se realice. Si bien tiene una visión distinta de lo que pudiera ser su proyección, considera que este centro educativo es un puntal de la música en nuestro país por la calidad de sus egresados quienes se encuentran desempeñando cargos de dirección y responsabilidad en muchas instituciones del país.

Su magisterio se extiende a distintos centros educativos de nivel superior. En el año 1996 se vincula a la Universidad Central como profesor de la cátedra de flauta. Ese mismo año dicta esta materia en la fundación Orquesta Sinfónica Juvenil.

En junio de 1996 fue nombrado director de la Banda Sinfónica de Bogotá, agrupación en la cual se encuentra actualmente y con la que ha desarrollado una serie de actividades para mantener viva la presencia de las bandas en el corazón de los colombianos, pues ellas siempre estarán unidas a los recuerdos de infancia y a la satisfacción de encontrar en sus melodías un remanso de tranquilidad en mitad del fragor citadino.

El 6 de agosto de 1997 realizó otra de esas presentaciones gigantescas. Como la capital del país estaba de cumpleaños, organizó un programa a nivel nacional con el sugestivo título de Declaración de amor a Bogotá, evento sin precedentes en la historia de Colombia donde se aprecia la integración de las distintas artes, música, danza, teatro y cine, con un éxito total.

Paralelamente a su actividad de director sigue dando conciertos y recitales como flautista en importantes salas del país, a la vez que dicta talleres de dirección y cursos de flauta para sus alumnos en todo el territorio nacional.