SOBRE LAS NOVELAS DE CÉSAR PÉREZ PINZÓN

 

Por: Carlos Orlando Pardo

 

César Pérez Pinzón, Alvarado, 1952, con su novela Hacia el abismo, 1986, narra su historia con tan minuciosa cámara lenta, que en forma inicial podría alejar a un lector ávido de acciones, a pesar de alcanzar en la descripción del detalle la sensación del mundo caótico, cierta filosofía fatalista de la vida donde juegan combinados en la aprehensión de un mundo urbano las avenidas y su tráfico, la gente y sus angustias debatiéndose entre la pasión, el aburrimiento y la derrota, la búsqueda del ser y la nada o el esquivo sabor del infinito. Pérez Pinzón y su novela, que pretende ser reflexiva, más allá de las palabras, de las situaciones, ausculta con su mirada las dichas y las desdichas de la condición humana.

Álvaro Pineda Botero señala en su libro Del mito a la posmodernidad, de qué manera “el tema de la decrepitud recibe un nuevo aliento con la novela de Pérez, porque allí se nos acerca a la idea del pesimista que asume la ciudad como infierno y cómo estudiantes de clase media, médicos de barrio, empleadillos, todos propensos a la frustración, son los integrantes de esa sociedad sin horizontes que habitan en un pasaje oscuro y degradado en el barrio La Candelaria de Bogotá”.1

El hábitat es descrito, sigue Pineda Botero, “a partir de fachadas repintadas de consignas políticas, calles perdidas entre tugurios, caserones antiguos, hoteluchos, edificios de cemento manchado, todo barrido por el frío cortante de la capital” y precisa que “al fondo está la presencia un tanto sombría de los cerros de Monserrate y Guadalupe”. 2

El mundo de César Pérez es sórdido y repugnante y Marcelo Cabral, el protagonista, no tiene principios sino finales. Bajo su universo truculento se suceden amores y traiciones, premeditaciones criminales, asesinatos y complicidades, cobardías y excesos, todo bajo su mirada de hombre sucio y mal vestido al que nada lo conmueve, aunque podría ser insólito para quien ha sido profesor, de manera supuesta es un intelectual pero es tan sólo un vividor que explota mujeres.

Le sobra razón a Pineda Botero cuando puntualiza que “aquí está la poética de la fealdad y que Marcelo, como buen farsante, se expresa bien sin que por ello deje de ser un canalla”.3 En esta antología de seres grotescos se ve un conocimiento de lo que es la estructura de la novela y el manejo de las voces narrativas, pero por encima de lo repugnante descrito con un lenguaje que en ocasiones acusa cierto resplandor, la obra no deja de ser provocadora puesto que como lectores nos conduce a causarnos profundo rechazo al mundo descrito, quizá la meta final que busca un escritor en ciertos casos.

Libardo Vargas, por ejemplo, escribe en su ensayo sobre La narrativa tolimense, cómo Pérez Pinzón “demuestra aquí un manejo pleno del intimismo, cierta clarividencia para penetrar en las zonas abisales del ser humano, atrapado no sólo física sino también espiritualmente en la urbe”.4 Es lo que ocurre con Marcelo Cabral.

Carlos Perozzo, por su parte, advierte que “es una novela en la que a través de la desmesura de un espíritu podemos acceder a un personaje real y cotidiano mediante los parámetros estéticos que el autor traza para ponerlo a vivir los estímulos, las pasiones y las hostilidades de una realidad que tanto lo hace alienado como libre”.5

Sobre Cantata para el fin de los tiempos, 1997, Vargas Celemín subraya que el autor “despliega procedimientos propios de la postmodernidad tales como el pastiche, la metaficción, la ironía, la parodia, la literaturización de mitos y leyendas, entre otras cosas”, y refiere “cómo se logra aquí hacer un recorrido por la historia no sólo de la ciudad y el país, sino también por el mundo, a través de una trastocación de espacio temporal donde se pierde toda lógica y la fábula se enmaraña y reproduce hasta perder su sentido y negarse a sí misma”.6

Agrega igualmente Vargas Celemín que “encontramos en César Pérez y en esta novela no sólo al narrador sino también al filósofo que es capaz de participarnos de sus profundas reflexiones y de trasladarlas al texto literario, sin que se convierta en una obra de tesis, sino ante todo creación estética, al fin y al cabo lo que resume la literatura contemporánea o postmoderna.”7

El libro despertó la atención de Jorge Ladino Gaitán y Hugo Guzmán Salcedo, quienes como trabajo de tesis para optar al título de licenciados en lenguas modernas en la facultad de educación de la Universidad del Tolima, realizaron en el año 2000 un interesante estudio titulado “Aproximación al análisis de algunas características de la ficción postmoderna en la novela Cantata para el fin de los tiempos”8

A lo largo de las ciento dos páginas discurren sobre el mundo novelesco de Pérez Pinzón, y en su resumen advierten que Cantata para el fin de los tiempos “es una novela compleja y presenta algunas características que permiten situarla dentro de la ficción postmoderna: preocupación ontológica por redescubrir la existencia del escritor infausto en su deterioro y utopías; imaginación y apropiación ambivalente de la “historia”; rasgos metaficcionales y relaciones transtextuales”. Adelante señalan que “en la novela de Pérez Pinzón hay un interés ontológico por abordar la situación del hombre actual que pasa desapercibido en un mundo degradado y en medio de la derrota, el deterioro y el pesimismo, reclama el derecho al amor, el goce de los sentidos y la imaginación. Como otras novelas postmodernas, el protagonista es un escritor incomunicado en el que conviven paradojas y el cual, siendo el “hijo tonto” de la sociedad por su inutilidad pragmática o económica, desde su aislamiento e “insania” guarda juicios interesantes sobre los peligros del progreso, la importancia del arte, etc., e intenta hacer “fértil” su soledad tributándose a la lectura y la “creación” literaria. La apropiación ambivalente de la historia se da en la medida en que ella es escamoteada y convertida en simple excusa para activar el vuelo de la imaginación”.9

Encuentran los ensayistas que “el propósito del texto no es tanto criticar el pasado de Colombia o referir, por ejemplo, injusticias durante la guerra de los mil días y la época de la violencia. Lo que subyace primordialmente en la novela es una angustia por la incomunicación e insignificancia del hombre contemporáneo, el cual para tornar menos dolorosa su carga existencial, siente la necesidad de contar. Al contar historias aplaza el miedo a la muerte y opaca su derrota. Sin embargo, como debe cautivar con las “aventuras” referidas- así nadie le preste atención-, roba imágenes a la historia (una hazaña o hecho curioso durante la guerra) para fundirlas con otras que inventa la imaginación”. 10

Concluyen que en la obra en referencia “existen rasgos metaficcionales que resaltan la escritura como un acto problemático; utilización de la historia como simple pretexto para jugar con la imaginación; relaciones transtextuales que se justifican en la medida que hay una comprensión de la literatura como palimpsesto y la necesidad de “asociar” comportamientos humanos con los que presentan egos ficticios”. Estas características dan densidad al texto de Pérez Pinzón y hacen que nuestra participación como cocreadores de la novela sea fundamental, en tanto que nos invita a poblarla de sentidos y a reflexionar sobre el quehacer literario”.11

“En la novela del escritor tolimense hay una preocupación ontológica por la degradación e insignificancia del hombre actual en el mundo industrial y pragmático que lo utiliza como material desechable generándole deterioro, sufrimiento e inestabilidad. A ese antihéroe, (escritor infausto, incompredido e incomunicado en Cantata) su único bote salvavidas en medio de la indiferencia, la derrota y la soledad, es la posibilidad de ascender -como el hombre de todos los tiempos-, al amor, al erotismo, a la imaginación y al arte”.12

“Por medio de la metaficción se generan una serie de conceptos y sugerencias en torno a las ambigüedades, satisfacciones, angustias e incertidumbres engendradas mediante la escritura literaria, debido a que el novelista “sin quererlo a veces” termina alimentándose de sus recuerdos, no logra llevar a palabras todo lo que había proyectado mentalmente y le corresponde jugar con lo imposible de la “realidad”, la “historia” y la “verdad”, cuestiones inaprehensibles de las que apenas poseemos ecos, resonancias significativas y, como máximo, concensos provisionales. Se destaca cómo una obra literaria es un acto de amor complejo que permite al escritor entrar en contacto con sus obras y autores de su agrado, además de concederles “licencias” para reirse del fracaso, olvidar su insignificancia en la “vida real” e inventar por medio de la ficción los amigos que hubiera deseado tener”.13

Cantata para el final de los tiempos es una novela culta en la que están presentes obras literarias; Hacia el abismo; Niebla, La Orestíada, las sagas escandinavas medievales, Todos los hombres son mortales, Don Quijote de la Mancha y varios cuentos y poemas de Jorge Luis Borges. La “invención o la originalidad” pasan a un segundo plano. El juego transtextual se impone como un intento de darle más importancia a lo literario que a la “vida verdadera”. Esta última no es la fuente que nutre la escritura artística, sino la lectura, que sólo ayuda a comprender mejor la condición humana, como también invita al placer intelectual de conmemorar y reescribir textos de diversos tiempos y lugares”.14

“En la misma novela de Pérez Pinzón subyace una metáfora de la reescritura de la obra de Borges. Desde la óptica borgesiana se emplea la metaficción y la transtextualidad para crear sentidos densos y el palimpsesto en la literatura, lo inmodificable en la condición humana, el papel de la lectura, en el mejoramiento ético, cognitivo, etc., y como bálsamo que alivia el desgano y el pesimismo por la situación del mundo contemporáneo. Pérez Pinzón, como el autor de Ficciones y El Aleph, se tributa al placer intelectual de la escritura, archivando en su obra sus lecturas favoritas. Así mismo se entrega a la búsqueda de lo dionisíaco mediante el velo desaforado de la imaginación y un lenguaje conciso pero poético”.15

Notas

1.- Pineda Botero, Álvaro; Del mito a la posmodernidad, La novela colombiana de finales del Siglo XX, Tercer Mundo Editores, 1990, 212 páginas.

2.-Op. cit.

3.-Op. cit.

4.-Vargas Celemín, Libardo; La poética y la Narrativa Tolimense del Siglo XX, Fondo Mixto, año 2000, 78 páginas.

5.- Perozzo, Carlos; Nota al autor.

6.-Vargas Celemín, Libardo; op. cit.

7.-Op. cit.

8.-Ladino Gaitán, Jorge y Guzmán Salcedo, Hugo; Aproximación al análisis de algunas características de la ficción postmoderna en la novela Cantata para el fin de los tiempos”.

9.-Op. cit.

10.- Op. cit.

11.- Op. cit.

12.- Op. cit.

13.- Op. cit.

14.- Op. cit.

15.- Op. cit.