JAIME PAVA NAVARRO

Tras una exitosa carrera política, diplomática y empresarial, Jaime Pava Navarro, enemigo de quedarse quieto y encantado con el calor del público que en otras ocasiones lo vivaba, decidió cambiar de trinchera y dedicarse a cantar. Lo hizo desde tiempos tempranos y no era rara su presencia con micrófono en mano regando el ambiente con el grato ritmo de las rancheras. Siempre fue un melómano empedernido y gran parte del triunfo de sus emisoras de la cadena Súper lo consolidó con la selección de música popular que mantenía a los oyentes conectados a sus emisiones. Y no sólo sabía de memoria centenares de melodías, sino que a la par de los cantantes que admiró siempre, iba acompañándolos como para estar a tono con sus ritmos. Muchos años después decidió ingresar al mundo del acetato y hasta ahora ha grabado tres larga duración. Porque el destino cambió mi suerte, titula el primero, la frase con que se amparó el maestro de maestros José Alfredo Jiménez para justificar su bohemia y sus distintos amores, tal como lo escribe el mismo Pava en la nota de contracarátula. Quiero que sepan, advierte, que la dura nostalgia del retiro del ajetreo político, me llevó a refugiarme en las canciones que diariamente saboreaba en la discoteca de Super y encontré que algunas interpretan, nítidamente, pasajes y episodios de mi propia vida, (desde luego soltero) y tarareándolas me familiaricé con ellas y las canté en reuniones de familia y amigos con el éxito natural de quien goza del aprecio y la benevolencia de quienes lo rodean. Yo, francamente, dice Pava, no creo en el destino como invariable cauce por donde inexorablemente debe transcurrir la vida. Para mí...el destino es uno y lo hace uno creyendo en uno, confiando en uno, dirigiendo uno, respondiendo uno, sufriendo uno, cantando uno, buscando la felicidad uno, haciendo que los demás crean en uno.

El segundo larga duración titula Pasaste a la historia, con características únicas por la acertada selección de las canciones y una interpretación atípica que le reconocen gustos exigentes como el del mismo expresidente Alfonso López Michelsen. Precisamente, el autorizado mandatario en una nota que escribiera para este compacto, afirma que “El tránsito de político a cantante no es cosa frecuente”. Al contrario, escribe, “el éxito de ciertos cantantes los inclina a la política. Sin embargo, políticos y cantantes tienen mucho en común. No sólo cuando cantan en procesos como el 8000, sino cuando unos y otros sacan sus respectivos discos. Sin duda alguna, el público prefiere el disco del cantante al disco rayado del político. Fue lo que aprovechó el exsenador Jaime Pava Navarro, cuando sus amigos y admiradores quisimos conservar para siempre sus excelentes presentaciones musicales. Oír las versiones de Villamil o las rancheras mexicanas, acompañadas por mariachis y cantadas por Jaime, es un verdadero deleite. Raras veces se consigue vocalizar como lo hace nuestro compatriota, poniéndole un nuevo acento al folclor latinoamericano. Con la presentación de este disco hacemos votos por que tenga tantas reediciones como tuvo reelecciones cuando era Senador por el departamento del Tolima”.

Este intérprete tolimense que declara se mide las canciones como se mide las camisas, explica de qué manera, si le quedan bien, holgadas, y las siente que le van sin esfuerzos, entonces se decide a cantarlas.

Pasaste a la historia y otras joyas musicales, el segundo compacto que Jaime Pava Navarro entregó a sus compatriotas desde Ibagué, tuvo la complicidad alborozada de Jorge Villamil y Rafael Escalona, con quienes se abrazó en medio del entusiasmo del público para cantar una de sus seleccionadas piezas rancheras. A un lado se complacía con el intérprete el expresidente López y su esposa y enseguida Jorge Barón anunciaba un programa de los suyos en la pantalla chica que se cumplió con su audiencia de millones de colombianos.

Este dirigente político y empresarial que encarna como nadie la autenticidad tolimense, de grata conversación y generosidad sin límites, fundó una de las más importantes cadenas radiales del país y realizó un largo y exitoso peregrinaje por la política durante tres fatigantes pero satisfactorias décadas. Hoy, en la cadena Super de Colombia, que cuenta con 13 emisoras propias y 43 afiliadas, saben que hace más de un cuarto de siglo, en 1972, el sueño inicial había llegado a realizarse al lograr enlazar Cali, Medellín y Bogotá. A esto debe añadirse la creación de una gran emisora estéreo del Espinal para el Tolima, la 88.9, de excelente audiencia en Bogotá.

Jaime Pava Navarro, quien fuera dos veces Vicepresidente y una vez Presidente del Senado, así como Presidente y Vicepresidente de la Cámara de Representantes, permaneció durante 32 años como miembro del Congreso. En el transcurso de este lapso fue también Presidente de la Comisión sexta del Senado, Vicepresidente de la Comisión Cuarta en la Cámara, miembro permanente del Directorio Nacional Conservador, Embajador en Panamá, República Dominicana y Australia, durante los gobiernos de Alfonso López Michelsen, Belisario Betancur y César Gaviria. Años atrás había participado en el congreso del Parlamento Mundial en Londres.

Su periplo muestra una lucha de férrea terquedad desde la infancia para lograr hacerse una figura. Procedente de una familia acomodada le tocó, sin embargo, la parte dolorosa de la pobreza. Nació en Honda el 28 de agosto de 1928, estudió en la escuela pública y recibió abundantes desayunos y almuerzos en el restaurante escolar que pagaba el Estado. Es el menor de seis hermanos y conoce de memoria los recovecos de los muelles de Caracolí y Arrancaplumas . Se solaza en el recuerdo de su infancia en el puerto cuando conoció de primera mano todos los detalles de la navegación fluvial por las aguas del río Magdalena.

El hijo de Alejandro Pava García, un laborioso agricultor, y de Luisa Navarro de Pava, descendiente de una numerosa familia que provenía de Santander del sur y de clara militancia en el partido conservador, fue en la escuela regular alumno, aunque aprendía las lecciones con rapidez insólita y cumplía con las clases pese a que debía combinar el horario de estudiante con el trabajo duro. Porque a muy temprana edad tuvo que buscar destino, como se decía por entonces para significar empleo.

Su primer oficio fue el de mensajero en Transportes Triana y Becerra, de donde pasa a trabajar en un puesto de baja categoría en la construcción del ferrocarril de Barbosa a Bucaramanga. Hacia 1946 comienza el ascenso y se casa al año siguiente, mientras continúa en el Ministerio de Obras como almacenista de la carretera Villeta-Guaduas, zona de Honda, o como habilitado contador-pagador del Puente del Carmen en la misma ciudad. Su buen rendimiento, la fama de cumplido y responsable, lo llevan entre 1951 y 1952 a la personería de Honda. Poco después, con su esposa y dos hijos, llega a Ibagué donde ha sido nombrado visitador de alcaldías.

Relacionado con los jefes políticos, éstos lo nombran Secretario General del Directorio Conservador unificado en esa época y su nombre, impreso en carteles, invitando a votar, recorre por primera vez las calles del Tolima. Luego es nombrado alcalde de Armero en la gobernación de Gilberto Polanco hasta cuando cae el gobierno de Laureano Gómez. Aunque regresa a Honda tras ser destituido y reemplazado por militares, el capitán Gonzalo Forero Delgadillo, a la sazón alcalde de Ibagué, lo nombra Contralor de la ciudad.

Esta circunstancia que lo consolida y otorga un cargo de valía, lo lleva a tomar en arriendo, a un precio elevado, una casona en el barrio La Pola. Su vida da un viraje cuando lo declaran insubsistente por no firmar a tiempo una carta de respaldo a Rojas Pinilla en documento preparado por el alcalde. Es entonces cuando adopta la determinación de no volver a ser nunca más empleado del gobierno.

Instala en su casa una fábrica a la que da el nombre de Aliños Sancho. La flamante empresa sólo cuenta con un diminuto molino ubicado en la habitación de la empleada del servicio mientras su esposa, Dilia, cose en su máquina las pequeñas bolsas de empaque. Pero algo conspira en contra de ellos. El gobernador Cuellar Velandia, preocupado por la suerte del joven dirigente, decide designarlo Tesorero de Ibagué sin que Pava ceda a la nueva tentación. Se mantiene firme en su idea de proseguir con la fábrica porque goza ya de amplio crédito en los almacenes Lobo de Armenia y es un consentido de los comerciantes de abarrotes que le estimulan su empuje y lo invitan a seguir adelante. Sin embargo, comprende al estudiar las cuentas que algo no anda bien y se hace necesario modificar el rumbo. Las muchas cuñas sobre Aliños Sancho por las emisoras, lo llevaron a gastar dos mil pesos para vender cuatro y decidió entonces que el verdadero negocio consistía en tener emisoras para vender cuñas y no fábricas de aliños para contratarlas.

Es aquí, precisamente, donde se forja el propósito de crear la que llegaría a ser una de las más poderosas cadenas de radio del país. La política, entre tanto, continuaba sin remedio apoderándose de su ánimo y las reuniones permanentes con los militantes de su partido le proporcionaban nuevos adherentes cada día. Modificado el gobierno, Pava Navarro se lanza a las plazas públicas difundiendo tesis y defendiéndolas con ardentía, hasta lograr la satisfacción de salir elegido como Representante a la Cámara por las listas Laureanistas en 1958.

Pero lo uno no quitaba lo otro. Su idea de las emisoras se atravesaba recurrente. Primero surge La Voz del Llano. Arribó allí, atraído por la circunstancia de que este sector del país era visto entonces como tierra de promisión. Dejando en el camino, según su expresión, “pedazos de alma, carros y relojes”, compra en Medellín, Cali y Bogotá, emisoras del Circuito Tricolor de don José Vanegas.

En 1962, como suplente de Laureano Gómez, Pava Navarro, con 34 años apenas, ingresa al Senado de la República avalado por el expresidente. Su vínculo inicial con éste tiene origen cuando organiza un comando de juventudes en Honda e invita a Álvaro Gómez Hurtado a presidirla. Con gente del oriente de Caldas, occidente de Cundinamarca y norte del Tolima, llena la plaza América de su ciudad natal, con banderas azules que ondean ahora en tierras de tradicional mayoría liberal. Tal acto le granjea la simpatía del hijo de Laureano Gómez quien lo conduce a su padre. Desde entonces traba una cálida amistad con el expresidente hasta su muerte, en 1965, siendo Pava su suplente en el Senado.

El trabajo y empuje de su esposa Dilia y sus hijos son definitivos para consolidar la cadena radial. En el Tolima compra en 1964, inicialmente, La Voz del Espinal, que luego bautiza como La Voz del Centro. Adquiere con amplio crédito Ecos del Combeima a don Camilo Raful y luego La Voz del Nevado. Prestantes liberales como Diego Castilla Durán, Sergio Restrepo y Rafael Caicedo Espinosa le proponen compra de esta última buscando que dichas emisoras no queden sólo en manos conservadoras y les vende, pero 20 años después, les compra de nuevo. Allí, en la sede de sus transmisores, instala un sitio de recreo con piscina y un amplio kiosko, además de un vagón ferroviario a modo de bar para solazarse con amigos y compartir recuerdos.

Para Pava Navarro, los más importantes momentos de su vida han sido su matrimonio, su elección como Senador suplente de Laureano Gómez y la creación de su cadena radial. A todo trata de aplicarle el jugo de lo que denomina la glándula de la risa, no lee horóscopos aunque sabe que es virgo, no tiene agüeros y jamás cuenta sus derrotas porque ha sabido ocultarlas sabiamente. Sin embargo, al otro lado de la moneda, se encuentran la muerte de su madre o la caída del gobierno conservador que evoca como grandes tristezas y que sabe borrar con música.

Siempre supo que para pelear se necesitan dos y él no estaba en la brega de los odios. La causa de su éxito la debe a su fe en sí mismo y a que Dilia, su mujer, confió en él. Al estilo de los caballos que tenían talanqueras en los ojos para mirar sólo al frente, con la disciplina de las hormigas arrieras, la terquedad de una mula y el optimismo siempre en su pecho, Pava logró volverse un triunfador.

Este hombre que detesta la negligencia, el pesimismo y el mal temperamento, que se define como un ser alegre que ha cumplido parte de sus metas, es un enamorado de la poesía como expresión del corazón y los sentimientos humanos y se declara un hincha de Andrés Eloy Blanco, José Asunción Silva, Julio Flórez, Ismael Enrique Arciniegas, Porfirio Barba Jacob y Pablo Neruda.

Pava ha viajado por Alemania, Checoeslovaquia, Italia, España, Francia, China e Indonesia y tiene sobre su pecho varias distinciones importantes como la Vasco Núñez de Balboa en su más alto grado por su brillante y oportuna gestión en Panamá.

El amigo personal de Laureano Gómez, Belisario Betancur, Alfonso López Michelsen, Guillermo León Valencia, Mariano Ospina Pérez, Alberto y Carlos Lleras, Darío Echandía y Alfonso Palacio Rudas, cree que en su vida influyó un poema que aprendió de memoria cuando cursaba el cuarto de primaria y que encontró en la cartilla La alegría de leer. Este texto, que convirtió en coraza y recitaba en voz alta cuando le aparecían dificultades o era necesario empecinarse en la defensa de sus ideas, tenía como título curioso A un impaciente. Murió en marzo de 2006.

Más información en el menú Protagonistas del Tolima.

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