JAIMEPAVA NAVARRO
Este dirigente político y empresarial que encarno como nadie la autenticidad tolimense, de grata conversación e ilimite generosidad, fundó una de las más importantes cadenas radiales del país y realizó un largo y exitoso peregrinaje por la política durante tres fatigantes pero satisfactorias décadas.
Hoy, la Cadena Super de Colombia, que cuenta con 13 emisoras propias y 43 afiliadas, saben que en 1972, el sueño inicial había llegado a realizarse al lograr enlazar en Cali, Medellín y Bogotá. A esto debe añadirse la creación de una gran emisora estéreo del Espinal para el Tolima, 88.9. de excelente audiencia en Bogotá.
Jaime Pava Navarro, quien fuera dos veces Vicepresidente y una vez Presidente del Senado, así como Presidente y Vicepresidente de la Cámara de Representantes, permaneció durante 28 años como miembro del Congreso. En el transcurso de este lapso fue también Presidente de la Comisión sexta del Senado, Vicepresidente de la Comisión Cuarta en la Cámara, miembro permanente del Directorio Nacional Conservador, Embajador en Panamá, República Dominicana y Australia, durante los gobiernos de Alfonso López Michelsen, Belisario Betancur y Ernesto Samper. Años atrás había participado en el congreso del parlamento Mundial en Londres.
Su periplo muestra una lucha de férrea terquedad desde la infancia para lograr hacerse figura. Procedente de una familia acomodada le tocó, sin embargo la parte dolorosa de la pobreza. Nació en Honda el 28 de agosto de 1928, estudió en la escuela pública, hizo parte de su bachillerato en el colegio Santander de su ciudad natal y recibió abundantes desayunos y almuerzos en el restaurante escolar que pagaba el Estado. Era el menor de cinco hermanos y conocio de memoria los recovecos de los muelles de caracolí y Arrancaplumas. Se solaza en el recuerdo de su infancia en el puerto cuando conoció de primera mano todos los detalles de la navegación fluvial por las aguas del río Magdalena.
El hijo de Alejandro Pava García, un laborioso agricultor y de Luisa Navarro de Pava, descendiente de una numerosa familia que provenía de Santander del sur y de clara militancia en el partido conservador, fue en la escuela regular alumno aunque aprendía las lecciones con rapidez insólita y cumplía con las clases pese a que debía combinar el horario de estudiante con el trabajo duro. Por que a muy temprana edad tuvo que buscar destino, como se decía por entonces para significar empleo.
Su primer oficio fue el de mensajero en Transportes Triana y Becerra, de donde pasa a trabajar en un puesto de baja categoría en la construcción del ferrocarril de Barbosa a Bucaramanga. Hacía 1946 comienza el ascenso y se casa al año siguiente, mientras continúa en el Ministerio de Obras como almacenista de la carretera Villeta- Guaduas, zona de Honda, o como habilitado contador- pagador del Puente del Carmen en la misma ciudad. Su buen rendimiento, la fama de cumplido y responsable, lo llevan entre 1951 y 1952 a la personería de Honda. Poco después, con su esposa y dos hijos, llega a Ibagué donde ha sido nombrado visitador de alcaldías.
Relacionado con los jefes políticos lo nombran Secretario General del Directorio Conservador unificado en esa época y su nombre, impreso en carteles, invitando a votar, recorre por primera vez las calles del Tolima. Luego es nombrado alcalde de Armero en la gobernación de Gilberto Polanco hasta cuando cae el gobierno de Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957. Aunque regresa a Honda tras ser destituido y reemplazado por militares, el capitán Gonzalo Forero Delgadillo, a la sazón alcalde de Ibagué, lo nombra Contralor de la ciudad.
Esta circunstancia que lo consolida y otorga un cargo de valía. Lo lleva a tomar en arriendo, a un precio elevado, una casona en el barrio La Pola. Su vida da un viraje cuando lo declaran insubsistente por no firmar a tiempo una carta de respaldo al alcalde. Es entonces cuando adopta la determinación de no volver a ser nunca más empleado del gobierno.
Instala en su casa una fábrica a la que le da el nombre de Aliños Sancho. La flamante empresa sólo cuenta con un diminuto molino ubicado en la habitación de la empleada del servicio mientras su esposa, Dilia cose en su máquina las pequeñas bolsas de empaque.
Pero algo conspira en contra de ellos. El gobernador Cuellar Velandia, preocupado por la suerte del joven dirigente, decide designarlo Tesorero de Ibagué sin que Pava ceda a la nueva tentación. Se mantiene firme en su idea de proseguir con la fábrica porque goza ya de amplio crédito en los almacenes Lobo de Armenia y es un consentido de los comerciantes de abarrotes que le estimulan su empuje y lo invitan a seguir adelante. Sin embargo, al estudiar las cuentas que algo no anda bien y se hace necesario modificar el rumbo. Las muchas cuñas sobre Aliños Sancho por las emisoras, lo llevaron a gastar cuatro mil pesos para vender dos y decidió entonces que el verdadero negocio consistía en tener emisoras para vender cuñas y no fábricas de aliños para contratarlas.
Es aquí, precisamente, donde se forja el propósito de crear la que llegaría a ser una de las más poderosas cadenas de radio del país. La política, entre tanto continuaba apoderándose de su ánimo y las reuniones permanentes con los militantes de su partido le proporcionaban nuevos adherentes cada día. Modificado el gobierno, Pava Navarro se lanza a las plazas públicas difundiendo tesis y defendiéndolas con ardentía, hasta lograr la satisfacción de salir elegido como Representante a la Cámara por las listas laureanistas en 1958.
Pero lo uno no quitaba lo otro. Su idea de las emisoras se atravesaba recurrente. Primero surge La Voz del Llano en 1961. Arribó allí atraído por la circunstancia de que este sector del país era visto entonces como tierra de promisión. Dejando en el camino, según su expresión, “pedazos de alma, carros y relojes”, compra en Medellín, Cali y Bogotá, emisoras del Circuito Tricolor de don José Vanegas.
En 1962, como suplente de Laureano Gómez, Pava Navarro, con 34 años apenas, ingresa al Senado de la República avalado por el expresidente.
Su vínculo inicial con éste tiene origen cuando organiza un comando de juventudes en Honda e invita a Alvaro Gómez Hurtado a presidirla. Con gente del oriente de Caldas, occidente de Cundinamarca y norte del Tolima, llena la plaza América de su ciudad natal, con banderas azules que ondean ahora en tierras de tradicional liberal. Tal acto le granjea la simpatía del hijo de Laureano Gómez quien lo conduce a su padre. Desde entonces traba una cálida amistad con el expresidente hasta su muerte, en 1955, siendo Pava su suplente en el Senado.
El trabajo y empuje de su esposa Dilia y sus hijos son definitivos para consolidar la cadena radial. En el Tolima compra en 1964, inicialmente, La Voz del Espinal, que luego bautiza como La Voz del Centro. Adquiere con amplio crédito Ecos del Combeima a don Camilo Rafúl y luego La Voz del Nevado. Prestantes liberales como Diego Castilla Durán, Sergio Restrepo y Rafael Caicedo Espinosa le proponen compra de ésta última buscando que las dichas emisoras no queden sólo en manos conservadoras y les vende pero, 20 años después, les compra de nuevo. Allí, en la sede de sus transmisores, instala un sitio de recreo con piscina y un amplio kiosco además de un vagón ferroviario a modo de bar para solazarse con amigos y compartir recuerdos.
Para Pava Navarro, los más importantes momentos de su vida fue su matrimonio, su elección como Senador suplente de Laureano Gómez y la creación de su cadena radial. A todo trataba de aplicarle el jugo de lo que denomino la glándula de la risa, no leyo horóscopos aunque sabia que era virgo, no tuvo agüeros y jamás conto sus derrotas porque siempre supo ocultarlas sabiamente. Sin embargo al otro lado de la moneda, se encuentran la muerte de su madre o la caída del gobierno conservador que evoco como grandes tristezas y que supo borrar con música, como para grabar un larga duración con los aires de José Alfredo Jiménez.
Siempre supo que para pelear se necesitan dos y él no estaba en la brega de los odios. La causa de su éxito la debe a su fe en si mismo y a que Dilia, su mujer confió en él. Al estilo de los caballos que tenían talanqueras en los ojos para mirar sólo al frente, con la disciplina de las hormigas arrieras, la terquedad de una mula y el optimismo siempre n su pecho. Pava logró volverse un triunfador.
Este hombre que detesto la negligencia, el pesimismo y el mal temperamento, que se definio como un ser alegre que supo cumplir todas sus metas, fue un enamorado de la poesía como expresión del corazón y los sentimientos humanos y se declaro un hincha de Andrés Eloy Blanco, José Asunción Silva, Julio Flórez, Ismael Enrique Arciniegas, Porfirio Barba Jacob y Pablo Neruda. Pava quien siempre vio promisorio el futuro del país, rico y exuberante, con buena gente en alto porcentaje, viajo por Alemania, Checoslovaquia, Italia, España, Francia, China e Indonesia y tuvo sobre su pecho varias distinciones importantes como la Vasco Nuñez de Balboa en su más alto grado por su gestión brillante y oportuna en Panamá y la Medalla de oro en República Dominicana.
El amigo personal de Laureano Gómez, Belisario Betancur, Alfonso López Michelsen, Guillermo León Valencia, Mariano Ospina Pérez, Alberto y Carlos Lleras, cree que en su vida influyó un poema que aprendió de memoria cuando cursaba el cuarto de primaria y que encontró en la cartilla La alegría de leer. Este texto, que convirtió en coraza y recitaba en voz alta cuando le aparecían dificultades o era necesario empecinarse en la defensa de sus ideas, tenía como titulo curioso A un impaciente, y dice: Lo que no logres hoy, quizá mañana/ no es tiempo todavía/ Nunca en el breve término de un día/ madura el fruto ni la espiga grana/ No son jamás en la labor humana, / vano el afán ni inútil la porfia/ El que con fe y valor lucha insistente, / los mayores obstáculos allana/ Trabaja y persevera que en el mundo, / nada existe rebelde ni infecundo/ ante el poder de Dios y de la idea/ Hasta la estéril y deforme roca, / es manantial cuando Moisés la toca/ y estatua cuando Fidias la golpea.
Pava Navarro falleció el 21 de marzo de 2006. El Presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez afirmó que “Jaime Pava transmitía en todo momento el mayor y el más desinteresado afán porque Colombia saliera adelante, la preocupación suya era el Tolima, la preocupación suya era la Patria entera”.