MISION CUMPLIDA

 

Cumplí la compulsión de mi destino:

creer sin fe, amar sin que yo amara,

y mi pie navegante se prepara

a una evasión sobre el cristal marino.

Rescaté de los ojos del felino

la estrella que la noche abandonara,

y recibí de la arrullante vara

la tesitura forestal del trino.

Ya con las manos sobre el pecho duro,

palpo en el fondo al enemigo oscuro

que a sus plantas me viera esclavizado.

Reconozco mi angustia y mi tristeza;

la perversión de mi naturaleza

y el error cerebral de haber soñado.