JESÚSNIÑO BOTÍA

 

Una larga y variada serie de exposiciones individuales dan prueba del trabajo intenso e incansable de este bumangués que nació en 1928 pero que hizo de Ibagué su verdadera casa. Desde 1948, hasta su muerte en 2008, no cesaron sus muestras. En Bucaramanga o San Antonio, en Venezuela, en Cúcuta o Maracaibo, en Caracas o en Girardot, donde alcanzó el primer premio en escultura en 1962, en Bogotá, trátese de la Galería de Arte Moderno o en la del Automático, en Medellín, o en Ibagué, donde obtiene el Primer Premio del Concurso de diseño para la construcción de una glorieta, obra que nunca se realizó, en algunos salones nacionales y regionales, Jesús Niño Botía hizo reales sus sueños.

Pero ahí no queda todo. Porque si se trata de exposiciones en conjunto, Niño Botía figuró en varios salones nacionales, obtuvo becas por la calidad de su obra, logró la de México en 1957, medalla de oro en el Salón de Artistas Santandereanos en 1959 y un primer premio al año siguiente en el mismo evento.

Sin embargo la mejor presea para este notable y consagrado maestro, fue la Medalla al Mérito Cultural del Concejo Municipal de Ibagué en 1996, porque según sus palabras era el reconocimiento y el cariño de los ibaguereños.

Este maestro de maestros recorrió diversos senderos en su ya larga aventura pictórica, como afirma el escritor Hugo Ruíz en el catálogo de una exposición realizada en el Centro Cultural de Artes Plásticas Roberto Ruíz que él fundara y sostuviera con su propio esfuerzo durante varios años. El consagrado narrador del Tolima advierte que "Niño se interesa sobre todo por el sentido estético de una tela o de un mural, sin importar aparentemente arbitrarios contrastes que lejos de ser un capricho obedecen a profundas razones de armonía plástica." Lo que el mismo intelectual califica, al hablar de una determinada etapa de Niño, como "pintura escultórica", recordando a Miguel Ángel, lo hace notar como un cambio a su antiguo figurativismo y como una búsqueda permanente que es al fin y al cabo lo que hace todo artista verdadero.

Niño obtuvo su título de maestro en pintura, dibujo y escultura en la Universidad Nacional de Colombia pero no se quedó ahí sino que ha estudiado las artes plásticas de manera apasionada y enfermiza y aún evoca los tiempos en que dedicó siete años de su tiempo al estudio del arte clásico y neoclásico con Oscar Rodríguez Naranjo. En la Universidad Nacional aprendió estilos, teoría, historia del arte, anatomía y todo lo que le hacía falta para complementar su valiosa destreza en el manejo de la plástica. Porque ya era tanta su habilidad desde épocas de la escuela primaria que al presentar la práctica y el examen que le hicieran para recibirlo en la Nacional de una vez lo admitieron en segundo año de carrera.

El maestro que una tarde dejó en medio de un sentimiento de orfandad la pintura clásica, no se considera un artista sino un cocinero de las artes. Su placer consistió en inventar cada día una nueva sazón para que el gusto aumentara. Su disfrute, decía, no está en lo que sienta el público sino lo que alcanza cada noche con el cambio de textura o de línea, con el experimento del color que nunca es repetible.

Le agradaba el juego del cambalache entre el cerebro y la acción. Niño Botía era un neopurista que busca encerrar no sólo la forma dentro de una línea y que nada se salga de ello sino que va más al fondo, puesto que el color crudo puro es su malabar preferido, ya que mezcla volúmenes y formas hasta llegar a la combinación plástica que le dé el toque de su personalidad o de su estilo. Su colorido es siempre vibrante hasta el punto de que un maestro alemán que examinó su obra lo definió como un gran colorista.

En efecto, Jesús Niño Botía es un brillante maestro del color en todas sus dimensiones. En el caballete experimentó la línea con el arte precolombino al que le revuelve brujería, dioses y divinidades que han poblado al hombre y a la tierra, a lo que imagina colmó los cerebros desde el arte neoclásico hasta el expresionismo dentro de un surrealismo mágico.

Sacrificó en ocasiones el proceso estético como si su espíritu de maestro dejara un fácil manejo de la comprensión literaria. Su espíritu de joven que quiere brincar en todas partes lo llevó en medio del júbilo a pasearse por mantos sagrados, desnudos, sábanas y hasta mitos, los que pintó tras una investigación intensa de los existentes en Colombia.

Murió en marzo de 2008.


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