JOSÉ ANTONIO "TOÑO" NIETO

Cuando el padre de Toño Nieto se dedicaba a discutir con su esposa por las llegadas tardes de este joven rumbero, terminaba con una frase contundente para zaherirla: “Parece costeño”. Y esa es la impresión que tiene todo aquel que mira su rostro moreno y escucha su voz, donde aún quedan pequeños lastres de fonemas caribeños, de los que no ha podido liberarse, aunque ya lleve varios años de nuevo en Ibagué y sólo escuche el dejo lento de los habitantes de estos lares.

José Antonio Nieto nació en Ibagué un 24 de marzo de 1949. Estudió la primaria en el colegio Americano y el bachillerato en el Murillo Toro y en el Tolimense. Desde muy temprana edad se aficionó a los ritmos del caribe, los que escuchaba en un enorme radio.

A los trece años conoció a un grupo de muchachos que tenían un conjunto vallenato en el barrio El Carmen donde él vivía. Se llamaban Los blues start e interpretaban salsa puertorriqueña, son cubano y demás ritmos que atraparon a ese adolescente que estaba obnubilado por la música tropical. Hacían parte de esa agrupación, entre otros, Edgar Bernal, quien viajó a los Estados Unidos, Miguel Montoya, acordeonista, Gustavo Urueña como cantante, Germán Saavedra y el guitarrista Hernán Gutiérrez, quien sería después el director de Fruko y sus Tesos y tuvo una orquesta propia en la ciudad de Miami.

El conjunto se presentó en la Voz del Tolima en su programa musical y de concurso Futuras estrellas de la canción. También lo hicieron en la Voz del Nevado. Se convierten en los más cotizados entre la juventud ibaguereña y son los animadores de los llamados matinés bailables.

Pasa del conjunto, donde ya interpreta con maestría la percusión, a orquestas como La Caribe, Sonovisión y Henry y su Combo. En este momento de su vida se da cuenta que serán “Los cueros” los instrumentos que acompañarán su vida artística y perfecciona ritmos como el merecumbé, la cumbia, el porro, el paseo y el chandé. Trabaja en los principales clubes de la ciudad y para las fiestas del folclor alterna con orquestas nacionales y extranjeras.

Viaja en el año 1968 a buscar otros horizontes e inicia su periplo por cuanta orquesta de renombre existe en la capital. Primero llega a la orquesta del maestro Chico Medina, luego a Los astros (hoy Nada que ver). Está en los comienzos de Los Tupamaros, también con Los Reales Brass de Colombia, La Tropibomba y la orquesta del maestro Ramón Ropaín.

Durante cerca de treinta años se dedica a tocar en agrupaciones capitalinas. Conoce a Jimmy Salcedo, a quien considera su verdadero maestro y hace parte del grupo Onda tres, que animaba el programa El Show de Jimmy. Actúa durante cinco años y medio cantando, haciendo coros y ejecutando la percusión, temporada que considera la más importante de su trabajo musical.

Jimmy le enseñó desde los modales de comportamiento en los diferentes sitios, hasta la combinación de la ropa para que apareciera elegante. Era un estudioso de la música y una persona que siempre estaba pendiente del profesionalismo. Creía que lo más importante era ganarse el respeto de la gente y a su vez no irrespetarla.

Cuando muere Jimmy y desaparece la agrupación, experimenta con un nuevo ritmo, el jazz. Conoce a Armando Marique, “Maricura”, y actúa en varios establecimientos de la zona rosa de Bogotá como el Hipocampus music bar. Entra a formar parte del grupo Café de Gabriel Rondón, gran guitarrista barranquillero, después se asocia con el maestro Joe Madrid, quien fuera director del famoso Mongo Santamaría en los Estados Unidos.

La profundidad del jazz, lo infinito de sus improvisaciones y la esencia que no se pierde por muchas variaciones que tenga, hacen que esta música se goce siempre como si fuera la primera vez. La música del jazz es algo espiritual que Toño utiliza siempre como una especie de sedante, de descanso frente al ajetreo cotidiano.

Después de su experiencia en la televisión con Jimmy Salcedo, trabaja otra vez para este medio y lo hace en el programa Dígalo con música que animaba Álvaro Ruiz. Definitivamente la actuación en la TV, además de dejar muchos amigos y conocidos, lo pule y cualifica como artista.

Cuando se ha cansado de estar de agrupación en agrupación, decide presentar su propuesta de trabajo. Saca a relucir sus composiciones y arma su propia orquesta. Su primera composición fue Viene la cumbia, un aire inspirado en ese mar lejano que sólo conocía por lo que decían las otras canciones y los poemas. Sin embargo este tema pegó y con el tiempo Toño pudo ir a comparar lo que decían las letras o mostraban las danzas folclóricas sobre el Caribe. Esta canción fue grabada por Los Astros en octubre de 1973.

Para los X Juegos Atléticos Nacionales que se celebraron en Pereira compuso un himno que fue incluido en un larga duración, donde también iba Pa’ ti, una canción tropical que gustó. Otras obras grabadas han sido: Llévame en tu corazón, paseo, y La desconfianza, las dos grabadas por Henry Castro y el Grupo Chambacú, incluido en el “Salsoso”, año 1976.

Con la Orquesta del maestro Ropaín graba Alegría vallenata, un paseo; como los Reales Brass llevan al acetato Amanecer de cumbia, Los Tupamaros incluyen la salsa Ven quiéreme, cantada por Álvaro del Castillo, quien después fue cantante del grupo Niche. Con la Orquesta Casablanca graba El velerito, paseo dedicado a Santa Marta y en el año 1983 regrabó Llévame en tu corazón con su propia voz.

En el año 1984 funda la Orquesta Tropicolombia. Graba varios de sus temas, entre ellos: Pa´ la sultana, salsa; esta canción se convierte en un éxito en la ciudad de Cali para una feria y permanece por varias semanas como la primera en sintonía. En ese mismo disco figuran Colombia tropical, paseo; Ecología, salsa; Linda salmanquera, paseo e Ibagué, paseo de homenaje a su tierra natal.

La Tropicolombia tiene una duración de unos seis años. Ante las dificultades por la competencia ardua que se presenta en Bogotá y las actitudes deshonestas de algunos músicos, decide desintegrarla y venirse a vivir de nuevo a Ibagué, luego de haberse paseado por escenarios nacionales e internacionales. Estuvo por cuatro años viajando constantemente a Aruba y Curazao a cumplir compromisos adquiridos por el grupo Maya de Colombia, que dirigía un gran trompetista. También viajó a Tabatinga a actuar con Los Astros, acompañando a Rodolfo Aycardi.

En Bogotá atravesó por una época difícil por el mal manejo del licor. Por problemas sentimentales dejó que desapareciera la línea divisoria entre los tragos sociales y los que corresponden a etapas del vicio, y tuvo que pedir ayuda a los alcohólicos anónimos, quienes lo libraron realmente de las cadenas que lo ataban a la dependencia etílica.

Toño Nieto no recuerda exactamente cuantas canciones le han grabado y mientras dialoga le asaltan los nombres de orquestas y conjuntos que han interpretado sus ritmos. Evoca a la Orquesta de Joe Madrid y la salsa El gran Benitín de su autoría, lo mismo que el paseo Mi lucero, grabado por Adolfo Castro y su conjunto Afrocosta. Otras de las canciones incluidas por la Tropicolombia en su segundo larga duración fueron Cali gozando, una salsa y Mujer moderna, gaita.

En la actualidad cuenta con más de treinta canciones inéditas, entre ellas una salsa dedicada a Cali, Azúcar, y otros ritmos con ese sabor tropical que hace parte de su personalidad, aunque también ha tratado de incursionar tímidamente en otros aires, por ejemplo tiene un pasaje llanero y algunos boleros, a los cuales no les ha dado mayor difusión.

Sus conocimientos musicales no tuvieron una mayor profundización académica, puesto que el aprendizaje fue la práctica diaria en bares, clubes y otros escenarios. Sus composiciones aparecieron como una idea madurada por largos períodos, hasta que afloraron plenamente y en forma completa en un momento determinado y él echó mano de una grabadora y de un lápiz para escribirlas. Una vez capturada esta esencia, visitó a músicos profesionales y arreglistas para que terminaran el trabajo de pulimento.

Después de más de veinticinco años actuando en distintas orquestas en Bogotá, como una especie de hijo pródigo regresa a su ciudad natal. Aunque el ambiente es bien distinto, el terruño, las raíces, los amigos, generan una atmósfera de paz interior. Se vincula a varios clubes y comienza su labor como cantante e intérprete.

En Bogotá se rompe su primera relación amorosa. De ella quedan cuatro hijos, ninguno de los cuales ha optado por la música. En Ibagué se reconcilia con el amor y establece una nueva unión de la cual nace un hijo que se convierte en su razón de ser y para quien cuenta con todo el tiempo del mundo, pues en él trata de recuperar o vivenciar el paso de los años.

Pa’ la sultana, fue una canción que le trajo gran éxito y la historia de esta composición es un poco curiosa, ya que había escrito la letra para que apareciera coyunturalmente por la época en que en la televisión se pasaba la telenovela La tía Julia y el escribidor, del autor peruano Mario Vargas Llosa. Cuando la llevó a la disquera y ya iban a comenzar a grabar, la telenovela se terminó y debió replantearse la letra y aligerar el ritmo puesto que se había vuelto obsoleta.

A estas alturas de su vida, Toño no escucha demasiada música. Los fines de semana saca algunas horas para escuchar salsa, bolero y jazz. Ahora sólo le queda un arrume de discos en algunas de cuyas carátulas aparece su rostro rodeado de músicos e intérpretes costeños, de los cuales no se diferencia en nada porque su bigote a lo Bienvenido Granda y su tez morena confirman que este ibaguereño se ha dejado impregnar de las cadencias tropicales y caribeñas.

Su participación en el grupo Signo y bajo la dirección de Augusto Labrador, le dieron la ocasión para resucitar cuando esa voz maravillosa se dejó escuchar en atípicas interpretaciones con obras del compositor Carlos Orlando Pardo. En su C.D. interpreta cuatro canciones, colocándole el sello propio de quien con tanto talento, como muchos artistas, no ha tenido ocasión de ser lo que en verdad merece, una estrella de la música y la interpretación. Igualmente para el volumen dos de Sobre todo amor, del escritor y periodista Pardo, tiene una nueva salida con tres canciones que se mueven entre el bolero son y la salsa.

Entre tanto, Toño Nieto, alegra con su voz y su tambora las noches ibaguereñas, alterna con los más sobresalientes artistas, cuida a sus hijos y sueña con su propio C.D. para lanzarse, como en los viejos tiempos, a ser lo que es, una figura grande de la interpretación.

En el año 2009 lanzó un trabajo de boleros con su inconfundible estilo.



Galería