GABRIEL MILLÁN LOPEZ

 

Como Presidente de la Comisión Mixta de Colombia con Alemania Oriental, Checoeslovaquia, Yugoeslavia y Rumania, cumplió en 1982, cuando era Viceministro de Desarrollo en el Gobierno de Julio César Turbay Ayala, una misión que revisaba y actualizaba los tratados internacionales con cada uno de esos países en busca del perfeccionamiento de las relaciones culturales y comerciales. Su trabajo de clearing, consistente en los intercambios comerciales que se hacen por el denominado trueque, penetró con sonado éxito el mercado de la entonces órbita soviética.

Varias veces encargado del Ministerio de Desarrollo que ocupara Gabriel Melo Guevara, durante su año de ejecuciones dirigió cuarenta y dos juntas de entidades decisivas en la economía nacional tales como el Banco Central Hipotecario, el Instituto de Crédito Territorial, el Fondo Nacional del Ahorro y el Intra, en jornadas agotadoras que ayudaron a construir y preservar la solidez del país en los respectivos campos de esas entidades.

Este abogado que fuera Superintendente Delegado de Sociedades a lo largo de más de cuatro años durante los gobiernos de Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana Borrero, participó en la elaboración del Código de Comercio bajo la dirección de Moisés Prieto. Las normas allí consignadas rigen la materia desde 1973.

En aplicación a éste sistema normativo dirigió el primer concordato preventivo obligatorio que se hizo en América Latina. Con ello se evitó la quiebra de diez y seis importantes empresas en la costa atlántica y a través del espíritu propio del concordato pudieron seguir cumpliendo su objeto social y su función económica.

Gabriel Millán López nació en el Líbano el 21 de febrero de 1935 y fue el menor de siete hijos del matrimonio de Sixto Millán Guzmán y Carmen Rosa López. Luego de realizada su primaria en la escuela pública y sus dos primeros años de bachillerato en el Instituto Nacional Isidro Parra, por falta de recursos para continuar se traslada a Cali en 1950 para vivir con su hermano mayor y terminar su segunda enseñanza en el colegio nocturno de Santa Librada, graduándose en 1957 con la satisfacción de obtener la medalla General Santander que se otorga al mejor estudiante.

Con Rodrigo Múnera, Cayetano Rojas y Alberto Aguirre Quintero, entre otros condiscípulos que más tarde serán personajes nacionales en ministerios y bancos, se traslada a Bogotá, sorteando aún difíciles circunstancias económicas, tras haber participado en la creación de la Universidad Santiago de Cali.

En la capital de la república se vincula a la educación como profesor de escuelas y colegios oficiales y privados, al tiempo que estudia derecho en la Universidad Gran Colombia, destacándose como líder y vinculándose a la política del Frente Nacional. Su disciplina y capacidad lo llevaron a ser Presidente del Comando Nacional de Juventudes Conservadoras, centro orientado por Laureano Gómez en colaboración con quien fuera su director de estudios, Diego Tovar Concha, y la asesoría de José Galat. De allí surgieron Gabriel Melo Guevara, Rodrigo Marín Bernal, Roberto Gerléin, Rodrigo Lloreda y Carlos Holguín Sardi.

Obtiene su título de abogado en 1963 y es invitado por el presidente John F. Kennedy a participar en diálogos con la clase dirigente política norteamericana en compañía de otros cuatro jóvenes líderes latinoamericanos. Continúa como profesor, alternando la cátedra con su creciente actividad política, hasta ser elegido concejal en su ciudad natal y llegar como diputado a la Asamblea del Tolima, institución que lo nombra su presidente ese mismo año.

En Bogotá aplica sus conocimientos sobre sociedades y su manejo para crear una empresa ensambladora de televisores y equipos de sonido: Industrias Electrónicas Tel-Sonic y exporta estos productos al Ecuador. Es llamado por el gobernador Carlos Eduardo Lozano Tovar para que ocupe la Secretaría de Gobierno del departamento en 1974 y Yesid Castaño González, en su período como mandatario seccional, lo designa para el mismo cargo, pero sólo lo desempeña por espacio de pocos días porque es nombrado alcalde de Ibagué.

Con el respaldo decidido del presidente Alfonso López Michelsen, la ayuda de Alfonso Palacio Rudas, entonces Ministro de Hacienda, la asesoría de FONADE, Planeación Nacional y el Fondo Financiero de Desarrollo Urbano, adquiere para la capital del Tolima todos los recursos disponibles a nivel nacional para ejecutar diferentes planes y programas como la creación de Planeación Municipal, revivir el Departamento de Valorización y realizar los estudios del plan vial que dará a la ciudad su verdadero desarrollo en posteriores administraciones. En la suya se construyó la primera parte de la avenida Ambalá, de la carrera primera hasta la 32 y la variante Mirolindo- El Jordán. Con la compañía Ericcson negoció la refinanciación de la deuda de la empresa telefónica de Ibagué que tenía una moratoria de ocho años y se adjudicó el contrato para desarrollar el programa de telefonía con 64 mil líneas.

Más adelante, por la experiencia y ponderación en el manejo de la cosa pública que demostrara en la Alcaldía, se le postula ante el presidente López Michelsen, con amplio respaldo de la ciudadanía, para gobernador del Tolima. Sin embargo, arreglos políticos internos lo conducen a no aceptar la misión. Continúa en la alcaldía y se retira a los 18 meses para hacerse cargo de sus negocios y empresas cafeteras, en cuyo campo ejerce un liderazgo.

Antes de abandonar definitivamente la vida pública, ocupa nuevamente la Secretaría de Gobierno en el período de Miguel Merino Gordillo, de 1979 a 1981, y en los últimos años ha organizado fundaciones culturales como Pro-Arte. Fue el creador de la Promotora Agroindustrial del Líbano y, desde el punto de vista jurídico, fundó con amplia viabilidad económica diez y seis empresas que buscan el desarrollo industrial de su ciudad natal.

Gabriel Millán es un intelectual de su partido, un ciudadano admirado por quienes conocen su desempeño y un lector y musicólogo místico que ha tenido en sus hijas Carmelita, Stella, Marta y Gloria, profesionales que ejercen la docencia universitaria, la satisfacción de verlas realizadas en sus diferentes oficios y en sus vidas afectivas.

Finalmente se le ha visto presidir foros donde se plantea la problemática de la crisis cafetera en los últimos años, reclamar airadamente ante las entidades del estado justicia para el gremio, del cual es parte, al tiempo que repartir beneficios como miembro del Comité de Cafeteros de su ciudad natal. Así mismo, estudiar con su consabido rigor la materia del derecho en lo que respecta a sociedades en búsqueda de elaborar los apuntes definitivos para un libro largamente anunciado, repasar de memoria los poemas y las obras predilectas que le recuerdan su antigua vecindad con la poesía, en cuyo género tiene trabajos clandestinos, acariciar el proyecto de viajar a grandes conciertos y museos del mundo que hace rato no cuentan con su presencia, pero también a construir urbanizaciones, levantar edificios, seguir siendo un creyente ingenuo de amigos que lo han traicionado y estacionarse en la historia, una invitada permanente en sus conversaciones y entusiasmos.

Gabriel Millán, quien militó al lado de Alvaro Gómez Hurtado durante casi toda su vida política, antes de iniciar aventuras independientes en las que no tuvo resultados felices pero sí amplias satisfaciones espirituales y éticas, se ha convertido en una especie de consejero permanente de entidades públicas y privadas, las que seguras de su conocimiento riguroso de los temas que trata, ven en él, como lo hicieron varios presidentes de Colombia y altos directivos, a una figura que al estilo de las canciones clásicas, no ha pasado de moda.

Murió en 1998.