ALBERTO MENDOZA MORALES

 

Ser premio nacional de periodismo Simón Bolívar por su trabajo Anatomía de regiones publicado en el diario El Espectador durante 7 años, premio Hergenthaler, otorgado por la sociedad interamericana de periodismo en 1976 por Anatomía de un país y candidato a la presidencia de la república para el período de 1994 a 1998 son algunos de los méritos que hacen de este ibaguereño un protagonista del siglo XX en Colombia.

Hijo de Manuel Mendoza Molina y Carmen Julia Morales Cristancho, Alberto Mendoza Morales nace en Ibagué el 26 de enero de 1926 en la casa central de la hacienda Tolima.

Su padre fue encargado del traslado de una maquinaria para la construcción de la primera hidroeléctrica de Ibagué, por lo cual debio desplazarse a esa ciudad. Pero sería San Antonio su refugio en la niñez. Una casa de 10 hectáreas ubicada en las afueras, le permitió desarrollarse en un ambiente cálido, tranquilo, descubriendo las primeras letras al lado de su madre y divirtiéndose junto a sus siete hermanos, hasta el momento de entrar a estudiar con los Hermanos Maristas, donde la variedad de compañeros, debido a las diferentes clases sociales que confluían allí, le darían una de las lecciones aún no olvidadas: el valor de la amistad y la sencillez.

Su paso por el colegio San Simón le marcó no sólo su inclinación hacia las humanidades sino el sendero por donde este ibaguereño ha trasegado. Dos años antes de culminar sus estudios de bachillerato viajó a Bogotá para cursar el quinto grado en el colegio nacional de San Bartolome, por consejo del rector de San Simón a su madre. Su evocación más grata de aquel año es haber conocido a Tomas Rueda Vargas y a Oswaldo Día Díaz, rector y vicerector respectivamente.

Finalmente, Mendoza Morales regresa a la ciudad músical para terminar su bachillerato y alcanza el título en noviembre de 1944 en uno de los colegios más representativos e importantes del país para la época: San Simón.

Tenía puesta su mirada en Estados Unidos, país adonde viajó para adelantar estudios sobre minas y petróleos. Debería, sin embargo, regresar a su patria cuando en el consulado se le pidió a sus padres autorización para que, en caso de emergencia, su hijo estuviera en el frente de batalla de la recrudecida segunda guerra mundial.

Ante la negativa rotunda sobre dicha autorización, Alberto Mendoza Morales se desplazó a Medellín e ingresó a la Escuela de Minas que por entonces era reconocida no sólo como uno de los centros culturales fundamentales del departamento sino también como una de las instituciones más rigurosas y de más elevado nivel académico en el país.

Era la primera vez que estaba realmente fuera de casa y de los internados. Se entregó a una vida bohemia con los compañeros simonianos que de algún tiempo atrás ya estaban en Medellín y durante seis meses los estudios quedaron relegados para dar paso a numerosas aventuras. Vivir la vida, gozarla plenamente, era la consigna.

A su regreso a Ibagué es enviado a una hacienda de unos familiares de Rovira donde durante cinco meses debe dedicarse a las labores del campo en una jornada que comenzaba a las cuatro de la mañana y acababa a las cinco y media de la tarde. Diciembre de 1945 llegó con la noticia de su viaje a Chile.

Regresó a Ibagué, preparó maletas, zarpó hacia Santiago de Chile en un viaje que más bien pareció una odisea. Se embarcó en una nave que recién había participado en la guerra y donde sólo iban seis pasajeros. Buenaventura, Esmeraldas en el Ecuador, Talara y El Cayao en el Perú, Arica, primer puerto chileno, Antofagasta y finalmente Valparaíso fueron conformando la agreste geografía que saltaba día a día ante sus ojos.

Su hermano César, quien estudiaba arquitectura e ingenieria civil con otros amigos colombianos, lo recibió en el puerto de Valparaíso y a la llegada a Santiago las botellas de vino chileno no se hicieron esperar. Al día siguiente, Alberto Mendoza Morales sufrió una transformación radical. Su paso durante 6 años por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile sería testigo de ello. Se convirtió desde entonces en un estudiante sobrio, serio y ejemplar que conduciría de ahí en adelante su vida por la línea del orden y la disciplina.

Su vida en Chile se desenvolvió entre la facultad de arquitectura, visitas a los círculos esotéricos que para entonces estaban muy desarrollados, su participación en centros literarios, las jornadas de dibujo con su hermano y un grupo de amigos de la facultad de bellas artes y la lectura de autores como Huidobro y los Edwars. El 21 de diciembre de 1951 se gradúa como arquitecto con un trabajo conjunto sobre la planeación de una zona industrial para Santiago. Este proyecto causó mucha controversia entre el profesorado y el jurado y fue premiado por la municipalidad de Santiago como el mejor de todas las facultades de arquitectura de la capital.

A su regreso a Colombia, en enero de 1952, comienza a trabajar junto a su hermano en la oficina de arquitectos que éste había abierto en Ibagué años atrás. Lee en un períodico un aviso del Instituto de Crédito Territorial (INSCREDIAL) en el cual se ofrecen becas para un postgrado de vivienda y planeación en el Centro Interamericano de Desarrollo de la O.E.A., en un convenio con la Universidad Nacional. Este fue su primer postgrado.

En1958 Alberto Mendoza Morales contrató por un año con una comisión venezolana para diseñar el Instituto de Vivienda en Maracaibo. Se quedaría siete años, tiempo en que trabajó con la municipalidad y con la Universidad de Zulia dirigiendo la oficina de Planeación. Tuvo a su cargo el diseño de la nueva Universidad de Zulia. Venezuela lo envía durante un año a la Universidad de Hannover, Alemania, a especializarse en planeación urbana, y tras su regreso a este país, donde permanece hasta 1965, viaja invitado a Nicaragua para asesorar a la Universidad de dicha nación en el plan de desarrollo. De allí pasa a Honduras en misión similar y luego a Chile donde encabeza la comisión para revisar la estructura de la sede de la universidad, comisión auspiciada por el Banco Interamericano de Desarrollo. Y así continúa desplazándose por Brasil, Perú y el resto del continente en tareas de asesoramiento sobre planeación de las ciudades universitarias.

Fueron catorce años sin tregua alguna, viajando, dictando conferencias en las universidades de Kansas, Stanford y otras ciudades de Estados Unidos, participando como científico colaborador en el departamento de urbanismo, vivienda y planeación regional en la escuela técnica superior de Hannover, donde en 1968 es profesor huésped; se ha desempeñado como científico extranjero en la Universidad alemana de Gissen, catedrático de la Universidad Javeriana en la facultad de estudios interdisciplinarios, de la facultad de postgrado de la Escuela Superior de Administración Pública de Bogotá (ESAP) y profesor de geometría descriptiva, perspectiva y urbanismo en la facultad de arquitectura de la Universidad de Zulia durante siete años consecutivos.

Alternó su paso por Planeación departamental y regional con la dirección del plan de desarrollo de Quindío, Boyacá, Norte de Santander, Valle, Huila, Cundinamarca y Maracaibo, así como con el diseño de modelos de desarrollo para Casanare y de reordenamiento para la zona de desastre en el norte del Tolima. Cumplió igualmente trabajos de prospección para Antioquia y Huila.

Fue asesor en programación del presidente Carlos Lleras Restrepo en la Dirección Nacional Liberal y de esta experiencia nació el libro Rompiendo el cerco, publicado por el Fondo Colombiano de Investigaciones Cientificas (COLCIENCIAS). Asesoró también al constituyente Arturo Mejía y fue presidente de la Sociedad Geográfica Colombiana.

Colombia auténtica o enajenada; Retorno al campo, una estrategia de desarrollo rural para Colombia; La nueva sociedad, un ensayo prospectivo; Universidad: Pedagogía y Política y La Colombia posible, que lleva ya 10 ediciones y le valió comentarios favorables en el momento de su campaña por parte del presidente de los Estados Unidos, Bill Clintón, son algunas de las más importantes publicaciones de Alberto Mendoza Morales.

Es miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, de la Sociedad Interamericana de Planificación, fundador y actual presidente de la Sociedad Colombiana de Planificación y miembro de número de las sociedades Bolivariana y Geográfica de Colombia.

Alberto Mendoza Morales, amante de la música clásica, en especial la de Bethoveen y Mozart, la música andina y la del litoral atlántico, es un hombre que teme cerrarse a las diversas corrientes del pensamiento humano y sueña con un país mejor donde la tolerancia y la democracia estén a la orden del día. Continúa su labor como asesor en planes de desarrollo para las diferentes universidades y regiones del continente. En su estudio, donde ha pasado más de quince años, retoma las lecturas de Carl Sagan y Pronovski y piensa que si volviera a nacer se dedicaría a la física matemática y a la estética en sus diversas manifestaciones.

En el año 2000 publicó el libro Colombia estado regional sociedad geográfica de Colombia