GUSTAVO MEJÍA ESCOBAR

 

Ser juez equino nacional e internacional acreditado por la Asociación de Criadores y Propietarios de Caballos de Paso y Silla del distrito federal del Estado de Miranda, en Venezuela, le dieron a Gustavo Mejía Escobar, nacido el 12 de marzo de 1917 en Ibagué, el crédito corno uno de los mejores caballistas del país.

Bisnieto del patriarca sonsoneño Lorenzo Jaramillo, de quien se dice que en su caballo color oro pobló los territorios que unen a Sonsón con Manizales cuando el siglo XIX comenzaba a correr, a Mejía Escobar le viene el gusto por los equinos de varias generaciones atrás.

Leyenda o no, lo cierto es que una gran población caballar y mular del suroriente antioqueño y viejo Caldas desciende de los reproductores de su bisabuelo.

Mejía Escobar cursó la primaria en la Normal Nacional de Varones de Ibagué con los hermanos Santiago y Antonio Vila, Darío Collazos y Emeterio y su bachillerato en el colegio Nuestra Señora de los Andes, de Cali. En este plantel creyó que su condición de interno se convertiría en un suplicio pero, para sorpresa suya, ocurrió todo lo contrario. El colegio era campestre y los Hermanos Maristas tenían allí una pesebrera de la cual se hizo nombrar cuidador dominical, oficio que incluía cepillada, arreglo de crines, monta y baño general.

A su regreso a Ibagué se consagra a su finca ubicada a orillas del río Combeima, donde vive con su esposa Amelia Jaramillo Londoño y un hijo.

Su afición por los caballos comenzó, según su madre, Francisca Escobar de Mejía, desde que era niño cuando, para que se tomara el tetero había que situarlo junto a Chirilín, su primer caballo.

Su permanente asistencia a las primeras ferias equinas de Ibagué que hacia la década del 20 se realizaban en la Plaza de Bolívar, fue cultivando en él un agudo criterio que pronto fue descubierto por el juez nacional José Ignacio de Francisco quien lo llevó por primera vez a una feria internacional en Cundinamarca, donde se estrenó como juez nacional. Pero sería en una feria en Buga donde Gustavo Mejía Escobar prestó juramento como caballista el 20 de julio de 1962.

Su recorrido por ferias colombianas tan importantes como las de Tuluá, Buga, Bogotá, Medellín y Popayán e internacionales como las de Puerto Rico, Miami, Aruba, Panamá y República Dominicana, donde se ha caracterizado siempre por su pulcritud y honestidad, lo han acreditado como uno de los hombres más conocedores del mundo equino.

Por su rectitud como jurado ha recibido homenajes en Armenia, Venadillo, Pumaral y numerosas localidades de los Llanos Orientales y en general del país. Sabe a ciencia cierta cuáles son los requisitos que debe reunir un buen caballo: repartido, corte, dorso, anca y cuello parejos.

En desarrollo de su trabajo viaja por las más importantes ferias equinas del país, evita las celebraciones que se presentan en el mundo caballístico y siempre va, como él dice, de la casa a la pista y de la pista a la casa. En el atuendo diario de Mejía Escobar, un hombre que nunca apostó al 5 y 6 pero sí a los caballos de paso, trochadores y galoperos, nunca puede faltar el sombrero, el pisacorbata en forma de ancas y la figura de un caballito corno prendedor. Las mancornas representan cabezas de alazanes y en la chapa de su cinturón está grabada la imagen de un corcel negro. Los organizadores de los festejos taurinos que se realizan en el marco de festivales folclóricos regionales, siempre acuden a él para pedirle consejo sobre el caballo que deben montar las reinas.

Secretario de Agricultura en tres ocasiones durante los mandatos de los gobernadores Jaime Polanco, Yesid Castaño y Alberto Rocha Alvira, Mejía Escobar colaboró con el departamento en lo tocante a la creación de doce puestos de monta en todo el Tolima y logró así hacer eficaz el apoyo del gobierno central para este campo.

Fue una figura familiar para los ibaguereños como quiera que todas las tardes pasea a caballo por el centro de la ciudad, tal como lo hacía de niño. Amante de la música mejicana, de las películas de Cantiflas, Pedro Infante y Jorge Negrete y de cuanto evento equino se presenta en la televisión.

Hasta su muerte, fue considerado uno de los mejores jueces equinos de América Latina.