RECUERDOS DELVIETNAM

 

Estoy asediado, rodeado, no tengo más opción que disparar. Si logro salir de esta trinchera sin que lo noten, iré de trinchera en trinchera enemiga matando a uno a uno sin compasión; ellos tampoco la tendrían conmigo, de eso estoy seguro. Al fin y al cabo no necesito de nadie: ni de sus madres, ni de sus hijos, ni de sus hermanos.

Esta arma es mi amiga, ella no me engaña, no me traiciona. Ella me ha sacado de las situaciones más difíciles y no me hará quedar mal ahora.

Cuando tiro del gatillo se agolpa un torrente de emoción en mis sentidos y escucho a los aviones depositar sus huevos, y se expanden y se multiplican las explosiones y los heridos, y los gritos de auxilio, y las voces de sálvese quien pueda, y las imprecaciones de fuera yankis hijuetantas, y ya no siento el lodo hasta la pantorrilla ni me llega a bocanadas el olor del arroz y el humo de los tanques ni los zancudos picando, siempre picando. Sólo escucho mi corazón repicando como una campana bajo las cartucheras y el llamado siempre agresivo de mi sargento: avancen cabrones, avancen.

Sigo disparando pero todos sabemos que de aquí no sale nadie vivo, que el gobierno nos lanzó a esta selva y se olvidó de nosotros. Que debemos aprovechar ahora para matar porque después los árboles disparan, los pantanos vomitarán fuego de ametralladoras y granadas, y cada grano de arroz querrá volverse bala contra nosotros; y hay que matarlos porque de nada sirve atraparlos vivos; se dejan matar en las torturas sin confesar estos malditos y sus mujeres; esas cochinas que lo van atrayendo a uno hasta hacerlo caer en los emboscada, y sus churrientos, desgraciados correveidiles, pata de conejo, transmisores infames de la jungla. No, así no se puede.

Por eso voy de trinchera en trinchera dándole un balazo a cada uno en la purita porra, porque el enemigo es bueno pero muerto. Y este miedo que no nos abandona no con la droga porque sabemos que en cualquier momento nos dan de baja de un balazo y se acabó, y no importan nuestras familias, ni que hubiéramos protestado para no venir a esta guerra interminable. Aquí la vida es esto, disparar, disparar, sólo disparar. O matas o te matan. Qué carajo. No fallar. Por eso sigo disparando aunque se rindan, aunque broten banderas blancas y se disfracen de Cruz Roja.

Esta cosquillita que me entró por el pecho y las otras cosquillas que me están entrando por el pecho y la cabeza me dan toda la razón: o matas o te matan.

Todos los diarios lo contaron: “Sicópata veterano del Vietnam muerto por la policía después de asesinar a sangre fría a treinta desprevenidos comensales”.