GREGORIO MATTA ROJAS

El primero de junio de 1978, cuatro días antes de morirse, Gregorio Matta Rojas contrajo matrimonio con doña Ana Cleofe Másmelas. En su lecho de moribundo y nupcial, el músico cumplió su deseo de dejarle al pueblo tolimense su música y partir a la eternidad sin tener deudas con nadie. Por eso se casó con Ana Cleofe al final de sus días luego de haber vivido media existencia a su lado, pues la otra mitad de su vida estuvo acompañado por otra Ana -Ana Polanía Núñez-, las dos inspiradoras de sus canciones.

Nació Gregorio Matta Rojas en el hogar campesino que habían formado Nazario Matta y Micaela Rojas en la vereda de Coello, el 4 de marzo de 1904; humilde hogar donde también nació otro músico, Arturo, su hermano, con el que se inició en el trajinar melódico mientras trabajaban el campo.

Aprendió las primeras letras en la escuela de su vereda y, como la gran mayoría de los músicos, adquirió experiencia en el ritmo y la melodía por obra y gracia de ese natural talento que traía metido en la sangre desde siempre, como el verdadero reflejo de la idiosincracia de su pueblo. Se inició arrancándole sonidos a las flautas de caña que el mismo construía y entre silbos y sueños descubrió desde muy temprano que el oficio de su vida era la música, esa música lenta y cadenciosa en sus comienzos que fue tornándose alegre y fiestera a medida que le acomodaba coplas de su propia inspiración.

Por allá en el año de 1925, Gregorio Matta Rojas creó y dirigió en su natal Coello la primera escuela de formación musical y años más tarde la banda municipal de la cual fue director al igual que su hermano Arturo. Por la vecindad de su vereda viajaba constantemente al Espinal donde se vinculó con los compositores e intérpretes de este municipio y sus primeras composiciones empezaron a conocerse entonces a lo largo y ancho del Tolima, mientras serenateaba de vereda en vereda y construía sus canciones inspirado en el paisaje que lo invadía a diario y las muchachas bellas que conocía en cada fiesta pueblerina. Viajó en esa época por todo el departamento donde lo llamaban para hacer sus “toques” y vivió en cada pueblo creando escuelas de música y organizando bandas, lo que le permitió ser director, entre otras, de las agrupaciones de Rovira, Venadillo, Lérida, Coello, Espinal y Girardot y años más tarde en Florencia, Leticia y Nariño donde vivió haciendo música hasta el final de sus días.

Virtuoso ejecutante de los instrumentos de viento, escogió la trompeta mayor como su eterna compañera y con ella compuso e interpretó su música. En los días que regresaba a su pueblo, se desempeñaba alternamente como profesor, secretario del Concejo Municipal, director del Fondo de Caminos Vecinales y otros cargos públicos que no eran más que pretextos para desde allí progresar en su ejercicio musical, ejecutando con maestría numerosas obras propias y ajenas.

En uno de sus tantos peregrinajes, Gregorio Matta Rojas fue a parar un día a la población de Nariño, Cundinamarca, donde conoció a Ana Cleofe Másmelas y con todo y su trompeta se enamoró del pueblo y de la mujer. Nombrado luego director de la banda se quedó para siempre a vivir allí.

El sentir y el pensar de los pueblos que visitaba en su incansable caminar de músico, enriquecieron su repertorio evocando las escenas hogareñas de los humildes campesinos y un paisaje que le era entrañable. Su obra, de fina inspiración e innegable valor artístico, recogió la mayoría de los aires del folclor tolimense: bambucos, bundes, guabinas, rajaleñas, pasillos y torbellinos ocuparon su creación y su ejecución y se le conocen entre sus páginas musicales los pasillos Siempre tuyo, Triste despedida, Izquierdistas y derechistas, Inspiración tolimense, Contigo en la distancia, Amanecer tolimense e Inspiración; los boleros Amor lejano y Distancia enamorada; Camelia, que fue compuesta doblemente como bunde y ranchera; la rumba Dos corazones, la marcha Minerva; los valses Atardeciendo y Encanto mío; el porrro Carmencita; el joropo Patria chica y los bambucos Ana y Recuerdos de amor. Le sobrevivió al maestro Gregorio Matta Rojas una copiosa producción de canciones inéditas de hondo deleite espiritual, acumuladas y escritas en sus últimos años de vida y que legó como herencia a su hija única, María Másmelas. Su muerte tuvo lugar en Nariño, Cundinamarca, a los setenta y cuatro años de edad.