MILTON MARULANDA CAMPOS

La violencia bipartidista del país marca los primeros años de su vida. Y no sólo por lo que acontece en los alrededores, sino dentro de su casa, ya que la activa y beligerante participación de su padre en la lucha sindical, propicia continuos cambios de residencia. Pasarían por Montenegro, Quindío, Sevilla, Buga y Palmira, hasta asentarse definitivamente en Ibagué. En 1955, a su padre, Jesús Antonio Marulanda, le es encomendada la misión de fundar la Sociedad de Músicos y Compositores de Colombia, Sayco.

Milton Marulanda Campos, nace en la localidad de Montenegro, Quindío. Desde muy temprano se siente atraído por la música colombiana que alguna vez escuchara interpretar no sólo a su padre sino también a sus abuelos y tíos en un acto sagrado que se repetía en las reuniones familiares donde él, entre los cinco y siete años, ya sentía el impulso de “tomar los palos” como se les llama popularmente a los instrumentos de cuerda.

Su paso por Sevilla y Buga lo aprovecha para ingresar en cada uno de estos lugares a la banda juvenil. Primero en Sevilla, donde a la edad de siete años recibe los primeros rudimentos en solfeo y lectura musical, y luego en Buga donde apenas se está organizando la banda en la cual él tendrá su primer acercamiento con la trompeta, instrumento que años más tarde deja por sugerencia del maestro Alfred Hering, director de los Coros del Tolima.

En Palmira adelanta estudios en el colegio Cárdenas y viaja semanalmente a Santiago de Cali donde ingresa al Conservatorio de la Sultana del Valle. Ya en Ibagué, y matriculado en clases de teoría musical, lectura y técnica vocal, Marulanda organiza su tiempo para asistir también a los ensayos de los Coros del Tolima a los cuales ingresa como bajo y donde laboraría por cuarenta años consecutivos. Tres años después de su arribo y posterior ingreso al claustro, viaja con las masas corales a los Estados Unidos, año 58, en una gira exitosa a través de Nueva York, Washington y Miami, entre otras ciudades.

Para el año de 1964, al término de sus estudios formales, el compositor de Mi Tolima, Pescador del Magdalena e Indigencias, es nombrado bajo solista de las masas corales y en el Conservatorio le asignan algunas materias en el campo de la teoría musical. Hacia el año 66 comienza su impenitente labor como pedagogo en colegios de la ciudad como el Santa Teresita de Jesús, Liceo Nacional, San Simón, Andrés Bello y Liceo Gregg, donde siempre dictó la cátedra de música.

Este año de 1966 estaría marcado también por la fundación del Orfeón Popular en compañía del maestro José Ignacio Camacho Toscano recogiendo la idea que alguna vez tuviera el maestro Alfred Hering de conformar un coro con la gente del pueblo. No resulta difícil reunirlas. Pedro Antonio Rocha, locutor de la época, se vincula entusiasmado, informando de esta maravillosa idea a todos los cantantes aficionados que participaban cada fin de semana en los concursos organizados por las radiodifusoras de la ciudad. Con la colaboración del entonces gobernador Néstor Hernando Parra, quien en nombre del departamento dona un piano, el Orfeón emprende sus primeros trabajos. Luego del apoteósico lanzamiento en el festival folclórico de aquel año, vienen las presentaciones en Bogotá en el Teatro Colón en un concierto homenaje al presidente Carlos Lleras Restrepo, en el teatro del Sena en la misma ciudad, en Palmira en la plaza de toros, junto al dueto Garzón y Collazos, y en Cali en el hermoso escenario del Teatro Municipal. Desde entonces el coro tiene permanentes giras por los municipios del Tolima dentro de un itinerario que llena de alegría no sólo a sus integrantes sino a quienes gozan con el espectáculo de la música a partir de voces educadas del pueblo. Años más tarde, en medio de la indiferencia de los responsables de mantenerlo con las mínimas condiciones requeridas, empieza una lenta y angustiosa agonía hasta la extinción.

Para 1969 las masas corales del Conservatorio se desplazan hacia Europa en una ya famosa gira que dura alrededor de dos meses con una intensa programación de conciertos, a más de la exitosa participación en el Concurso Internacional de Guido Arezzo, en Italia, donde obtienen el segundo lugar en la sección b de la competencias de voces mixtas el 30 de agosto del año mencionado. (Ver Los Coros del Tolima) De aquella gira recuerda la presentación ante el Papa Pablo Sexto ubicado en el balcón de la casa de veraneo en Castelgandolfo, su paso por Madrid y ciudades alemanas que va iluminando en su memoria donde aún permanecen sin que el paso del tiempo los apague.

Al regreso, la actividad musical de Marulanda continúa. Funda y organiza la coral Rondalla integrada especialmente por profesores de la ciudad. El grupo, a pesar del gran esfuerzo debido a los horarios de estudio de sus integrantes, de nueve y media a once o doce de la noche, se caracteriza por la calidad vocal de sus interpretaciones. Bellas melodías inundan salas de conciertos en Bogotá, Cali, Neiva, Ibagué y otras ciudades antes de apagarse su voz debido a la falta de apoyo tanto público como privado.

Hombre sencillo y humilde, amante de la zarzuela y a quien el triunfo no lo embriagó de vanidad, recuerda la poesía como su inicial pasión y a los paisajes y al murmullo del río Combeima como las fuentes de inspiración para su composición Mi Tolima.

Milton Marulanda dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza de la música. Se retiró voluntariamente en 1995 del Conservatorio del Tolima, y murió en el año 2009.