MARGOSK

 

En 1972, Margosk emprendió un viaje a ciudad de México en compañía de los escritores tolimenses Humberto Tafur Charry, Lola de Acosta, Carlos Orlando Pardo y el periodista Jorge Eliécer Barbosa Ospina. En su equipaje de viajero tenía la intención de quedarse, una pequeña cámara filmadora super ocho con el rollo de una película que estaba empeñado en terminar, tres pinceles por si acaso ocurría una iluminación y una trayectoria que lo convertía entonces en la más promisoria figura de las artes plásticas en el departamento del Tolima.

Durante su permanencia quedó prendado de los muralistas mexicanos y de la posibilidad de participar en concursos donde el premio era poder pintarlos en diversos poblados. Cuando llegó el momento del regreso, Margosk hizo pedazos el tiquete que lo devolvería a su país. Como quemando las naves, envió saludos a los que pudieran recordarlo y se quedó con la mirada fija en el amplio horizonte de la plaza mayor del Zócalo de la capital azteca.

En los casi 40 años transcurridos hasta hoy vino por dos ocasiones fugaces, escribió a uno o dos amigos enviándoles los recortes de prensa que registraban varios premios, entre ellos uno nacional, repasó más de cien cuadros suyos y una escultura dejada en casa de parientes, mencionó su matrimonio con una mexicana, refirió varios hijos, también el experimento que hacía elaborando su propio papel para pintar y la alegría que lo embargaba porque se sentía a gusto y con garantías para ejercer su oficio.

De Margosk no volvió a saberse nada.

Ni siquiera sus familiares saben de su suerte porque aún no se tiene establecido, con seguridad, si existe o no, ya que diversas noticias mencionan un accidente en el que al parecer perdió la vida. Oscar Ramiro Ramírez (Margosk es en realidad un anagrama: el nombre de su madre residente en Bucaramanga es Margot) nació en Ambalema en 1954 y realizó varias exposiciones individuales, la inicial en el primer piso de la gobernación en 1968. Dejó diversos murales que pueden ubicarse en el colegio de San Simón, en la sede de Utratol (Unión de trabajadores del Tolima) y la del cabildo en el municipio de Chaparral, entre otros.

Margosk efectuó para el diario El Cronista una tira argumental de comics, hizo las ilustraciones de la revista Cultura, fundada por Carlos Orlando Pardo cuando fuera jefe de Primaria en el Tolima, ilustró en varias ocasiones la revista Tolima, dirigida por Darío Ortíz Vidales, entonces Contralor General del Departamento, fue miembro fundador del grupo Cultural Pijao y escribió columnas sobre arte.

No hizo estudios académicos formales y fue esencialmente un acalorado entusiasta por la lectura de los grandes libros sobre arte y por el estudio de los maestros clásicos y modernos. Tenía gran habilidad para el dibujo y una sola meta en su vida: ser pintor por encima de todas las cosas. Luego se dedicó al neograbado, en una técnica de la que es profesor hoy en Ciudad de México.

La última obra escultórica monumental de Oscar Ramírez, más conocido como Margosk, fue inaugurada en Coatlinchan, México, en mayo de 2009. La réplica de Tláloc mide siete metros y pesa unas 75 toneladas. Está en la misma posición e inclinación que la original.

''Es una estructura metálica revestida con un concreto especial que ya tiene integrado el color y cargas que permiten su durabilidad. A esta técnica se le llama hormigón; es muy vieja pero muy efectiva. Da las características de una piedra'', indicó Ramírez Quintero.

Primero, explicó, se hizo la zapata, luego la columna vertebral, que son tres tubos gigantescos, y sobre ellos se colocó un cubo, al cual se agregaron cientos de varillas y alambrón para darle forma a la figura.

''Como si fueran los huesos, lo fuimos armando y después lo protegimos y vestimos de una tela de metal desplegado. Le dimos la forma como si estuviera en cemento, y sobre esta tela revestimos totalmente con el concreto. Hasta la falda del Tláloc está completamente maciza. Hacia arriba, en su interior, tiene unas paredes de 40 centímetros (de espesor)'', señaló.

El escultor detalló que se utilizó arena de río traída de Guerrero, arena de mar, polvo de mármol y cantera de color mezclada con cemento.

''Al comienzo se había propuesto hacerla de fibra de vidrio. Yo dije que no. A un pueblo de piedra no le puedes regresar una figura de plástico. Tienes al menos que regresarles algo que se parezca'', manifestó.

Para el escultor, es como si Tláloc lo hubiera escogido para hacer su réplica; además, considera un orgullo y un honor participar en el proyecto, por tratarse de una de las deidades prehispánicas más importantes.

El pueblo de Coatlinchan esperó 43 años para ver regresar a su deidad, Tláloc; aunque en realidad, es una réplica. El 16 de abril de 1964 el monolito del dios de la lluvia y el trueno fue sacado del poblado y llevado a la ciudad de México con la intervención del Ejército.

Durante más de un año hubo expectación en Coatlinchan, cuyos habitantes siguieron de cerca el trabajo del escultor Oscar Ramírez Quintero.

Para hacer la réplica se tuvo que hacer un estudio, tramitar permisos ante las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia y buscar apoyo logístico y técnico. Primero se hizo una escala de 70 centímetros y de ahí partió el proyecto.

En su turno, el escultor Ramírez Quintero explicó que para hacer la copia se tuvo que solicitar permiso al Museo Nacional de Antropología e Historia. ''Primero se hizo una pieza a escala, de 70 centímetros, y de ahí partió el proyecto''.


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