RAÚL EDUARDO MAHECHA

 

Su nombre fue sinónimo de rebeldía en las orillas de la Ciénaga Grande de Santa Marta y las poblaciones de la zona bananera durante los años veinte.

La infancia de Raúl Eduardo Mahecha, quien nació el 13 de octubre de 1884 en el Guamo, transcurre en las propiedades de su familia en el sur del Tolima. Su madre, Manuela Caycedo, se uniría con Manuel Antonio Mahecha, un hombre viudo de cuarenta años que no soportaría nunca la superioridad social de su cónyuge. Manuela era sobrina natural de José Ignacio Caycedo, heredero del señorío de las haciendas de Saldaña, El Palmar y La Cucuana, un personaje que encarnaba el poder militar en la región y cuyas vastas propiedades de terrateniente se unían con las del Saldaña y Chipuelo. Sería José Ignacio, a la postre padrino de Raúl Eduardo, el que lo iniciara en el arte de las guerras regulares e irregulares.

Durante la guerra de los mil días, Raúl Eduardo se alistó en el ejército conservador bajo las órdenes del coronel Francisco Urdaneta. En el año de 1903 ostenta el grado de teniente en el Batallón Colombia, pero siente ya la necesidad de retirarse definitivamente del ejército y del conservatismo. Lo hace y viaja a la costa atlántica para dedicarse al comercio y conoce las sociedades obreras de Calamar y Cartagena, lo cual tendría un efecto grande en su proceso de formación.

Más adelante se radica en Neiva y se inicia en el movimiento obrero-católico. Recibe su bautizo de fuego en la lucha sindical de 1911 cuando, bajo la dirección de un cura, participó en la huelga contra una empresa británica que terminó con sus arcas vacías y las instalaciones incendiadas ante la negativa de un aumento salarial. Como él mismo la definió, fue "una huelga que se resolvió a chingazos y en donde hasta el cura dio machete".

En 1914, militando aún con los Socialistas Católicos, participó en una huelga al lado de los braceros de Neiva, pero el fracaso, sumado a la débil reacción de los curas, hizo que se proclamara simplemente socialista y que no volviera a participar en huelgas hasta 1920, cuando se sumó a un paro ferrocarilero en La Dorada. Para este tiempo, Raúl Eduardo Mahecha ya era uno de esos indios revoltosos que el estado quería apaciguar con ejemplarizantes torturas como las infligidas por la misma época al defensor de indígenas Manuel Quintín Lame.

Durante estos años de relativo aislamiento Mahecha se limitó a una actividad política consistente en la impresión gratuita de comunicados y la redacción de editoriales en dos de los periódicos de la época: Eí Luchador, editado en Medellín entre 1919y 1923, y ElBaluarte, medio girardoteño que apareció en 1918, en donde bajo los pseudónimos de Han de Islandia, Miguel Strogqff y Modesto Bueno, comenzó una labor que poco a poco cambiaría la conciencia de los obreros colombianos.

Años después, cuando se decidió a dejar su tierra y andar en pos de cada conflicto laboral que surgía en el país, o a formarlo donde se hallara, Mahecha se ingenió, con laboriosidad artesanal, la manera de acomodar su imprenta en un maletín y convertirla en viajera del río Magdalena; en ella se editaron periódicos de braceros, estibadores, obreros del petróleo, jornaleros del café y trabajadores del banano. Finalmente, junto con sus demás pertenencias, la imprenta fue destruida por el ejército durante la huelga de las bananeras.

En 1922, Mahecha se instala en Barrancabermeja con el objetivo de organizar a los obreros y al año siguiente logra la conformación de la Sociedad Unión Obrera, actual U.S.O., que lo situó como el dirigente más prestigioso del Magdalena. Para 1924, poco después de la edición del primer número de Vanguardia Obrera, periódico que él mismo fundara, exigió que la Tropical Oil Company se ajustara a la legislación laboral colombiana. La petición culminó con la famosa Semana roja de Barranca, cuando los obreros destruyeron las carrileras, paralizaron los carros de la empresa y rompieron las alambradas que separaban la ciudad de los gringos de la Barrancabermeja colombiana y terminaron con una manifestación en que la policía disparó sobre los trabajadores. Del mitin quedó un muerto y una acusación a Mahecha, quien fue encarcelado pero liberado 17 meses después ante la presión de los participantes en el II Congreso Obrero.

El 21 de noviembre se reunió el III Congreso. Sus dos vicepresidentes fueron los líderes más prestigiosos del momento: María Cano y Mecha, como era conocido popularmente. En este congreso se unificaron los esfuerzos dispersos en un partido que se fundó con el nombre de Partido Socialista Revolucionario, P.S.R., y que se inició con una serie de giras que culminó con la del río Magdalena (Girardot-Barranca), la cual sobrepasó cualquier previsión. En todas partes fue aclamado fervorosamente.

Como lo señalara Ignacio Torres Giraldo en su libro Los Inconformes, «lo que se percibía en el rio Magdalena era Mahechismo, y Mahechismo era lo que se respiraba en Barranca». Y es que este caudillo de buena estatura, piel bronceada y modales de cierta ordinariez que agradaban al pueblo, no tenía una cultura general que revelara gran información social contemporánea, pero en cambio poseía un rico arsenal de grandes y pequeños episodios de las luchas populares en Colombia.

El 5 de mayo de 1927 estalló la huelga en Barrancabermeja y Mahecha, después de rechazar 200.000 dólares de la compañía, fue arrestado, torturado y sometido a un juicio por sedición. Uno de los periódicos del momento, Eí Correo, publica fotos donde las cadenas y las marcas de crueles castigos despiertan la solidaridad de sus compañeros y es liberado bajo fianza tres meses más tarde.

Poco después fundó la Federación Regional de Trabajo de Santander pero tuvo que huir precipitadamente a la costa atlántica, debido a los cientos de soldados que lo buscaban centímetro a centímetro porque su cabeza estaba altamente cotizada entre los grandes propietarios del departamento.

En diciembre, con la zona bananera a punto de explotar, Mahecha organizó una concentración en la plaza del ferrocarril de Ciénaga para intentar marchar a Santa Marta: ráfagas de ametralladora sobre una plaza atestada de obreros dej aron cientos de muertos y heridos. Serían éstas, según informe del propio Mahecha, las primeras víctimas de un total de más de mil muertos y algo más de tres mil heridos en la zona.

A partir de ese momento el general Carlos Cortés Vargas, responsable de la masacre de las bananeras, comenzó una guerra abierta contra Raúl Eduardo Mahecha. El Ministro de Guerra de la época declaró a Eí Tiempo que Mahecha era el objetivo de la campaña militar. Fueron semanas de informaciones contradictorias sobre la muerte del líder sindical hasta que en los últimos días de mayo de 1929 reapareció en la Conferencia Comunista Latinoamericana, en Montevideo. Cuando se le concedió la palabra, comenzó diciendo: "Ustedes notarán que yo no traigo papeles, porque los soldados no llevamos papeles nunca".

Del congreso de Montevideo viajó a París, invitado al Congreso Mundial Antiimperialista. Era tal su prestigio internacional que en este Congreso se le coloca por encima de Farabundo Martí y Sandino. De allí viaja a Moscú, donde logra su entrada por autorización directa de Stalin para regresar a su país a comienzos de la cuarta década del siglo.

De tiempo atrás, su nombre hacía ya parte de la leyenda. Los trabajadores, en medio de sus faenas, componían coplas en las que hablaban de Mahecha como «hombre indestructible», decían que de los mil tiros que sobre él había disparado el ejército sólo uno logró alcanzarlo y eso apenas para rozarle un pie, que en el «forro de sus dientes» escondía el secreto, etc.

En 1930 se fundó el Partido Comunista pero Mahecha siguió organizando sindicatos independientes y en 1935 fue uno de los principales promotores del Primer Congreso de la Confederación Sindical de Colombia, C.S.C., nombre inicial de la C.T.C . Dicho Congreso se dividió y cuando fue reunido de nuevo, en 1936, el partido comunista repartió la cuota burocrática con los liberales, expulsando de la Confederación a los independientes, con Mahecha a la cabeza.

A los 52 años contrajo matrimonio civil con Filomena Sarmiento, profesora homeopática que atendía en un consultorio del barrio Olaya Herrera de Bogotá. Al ser expulsado de la C.S.C., tenía 53 años y pese a que su trabajo contribuyó en gran parte a la caída del régimen hegemónico conservador estaba ya condenado al olvido. Sus días terminaron en su casa del barrio Olaya junto a dos de sus hijos, Rusia Luz y Raúl Eduardo, leyendo la buena fortuna en las manos de sus clientes gracias a un manual de quiromancia que le regalara en España Giovanni Tazani. El gobierno no lo volvió a perseguir a excepción de una demanda que se le hiciera por recetar sin licencia.

El 27 de julio de 1940, la prensa despliega titulares en donde registran la muerte del líder sindical.

Más que un ideólogo, Mahecha fue un soñador que se entregó de lleno a las luchas de su pueblo como ningún otro dirigente sindical lo hizo. Un tolimense que participó en las grandes revueltas del país y que ahora sólo es recordado por algunos de sus compañeros como el modelo del "nuevo tipo de militante de masas" que Latinoamérica requería, tal como se le describió en la Conferencia Comunista de Montevideo.



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