MADRE
Sé que estás viva. Que palpitas
en este corazón adolorido
que es fuente de amarguras infinitas
y de desolaciones es un nido.
Comprendo, madre, que no te he perdido.
Que te llevo en el alma, que te siento
suspirar cerca a mí, que ya se ha unido
el alma tuya con mi pensamiento.
Estoy solo y distante, madre mía.
Dos viñedos maduros son mis ojos
que vierten zumos de melancolía.
Recibe, madre bondadosa y pía,
convertidos en flores mis abrojos
y úngelos con tu boca en este día.