CARLOS EDUARDOLOZANO TOVAR

 

Carlos Eduardo Lozano Tovar, quien naciera el 7 de abril de 1930 en Ortega y realizara sus estudios primarios en la escuela pública de su pueblo bajo la férula de don Primitivo Caballero, su profesor, quien practicaba el viejo refrán de la letra con sangre entra, se convirtió con el paso de los años y de los libros, en uno de los hombres que, a diferencia de los pragmáticos, comprende cómo el ideologismo es la única salida para los pueblos latinoamericanos.

Serían la década del cuarenta y el colegio San Simón los testigos de su descubrimiento de la cultura y el arte cuando, gracias al interés que demostraba por la academia, formó parte de un selecto grupo de alumnos que en las noches se reunía con el entonces rector, Germán Torres Barreto, para estudiar historia de la filosofía en un libro de cuatro tomos que ganara por ser el mejor lector del colegio. Había ingresado al plantel en 1944.

Pero no sólo serían las actividades intelectuales las que rodearan a Lozano Tovar durante sus estudios secundarios. Su participación en el batallón del colegio San Simón, un grupo de estudiantes entrenados por el capitán Lizarralde por el año de 1948, poco después del asesinato de Gaitán, lo marcaría políticamente de manera radical.

En 1950, luego de graduarse como bachiller en el área de filosofía y letras, ingresa a la Universidad Libre para iniciar sus estudios de derecho y ciencias políticas, que debe abandonar en 1953 debido a las continuas amenazas que recibía de parte del S.I.C., el D.A.S. de la época, por su condición de presidente del consejo estudiantil durante más de dos años y su activa participación en manifestaciones contrarias al gobierno.

Alumno de Carlos Lleras Restrepo y de Alfonso Palacio Rudas, Carlos Eduardo Lozano Tovar se matricula en un liberalismo ortodoxo pero el contacto con las ideas marxistas lo hace pasarse a la social democracia que lo cobijaría el resto de su vida.

Su padre, Felipe Lozano Góngora, lo apoya para que salga del país y reinicie sus estudios de derecho en la Universidad de los Estudios de Roma, los cuales termina en 1956. Durante su estadía en la ciudad eterna hace parte de un grupo al cual pertenece el sacerdote Camilo Torres, con quien comenzaría a publicar artículos denunciando los atropellos de las dictaduras en latinoamérica. De aquel grupo saldrían siete sacerdotes rebeldes que predicarían su ideas por toda Latinoamérica

Es en Italia donde logra ganar una beca para realizar estudios en un país socialista. Por consejo de Dario Echandía, su amigo personal, quien para aquella época se encuentra en Roma, viaja a la República Democrática Alemana donde estudia alemán y economía política en la Universidad berlinesa de Humboldt. Allí conoce a su esposa, Erika Reinicke, declarada hija adoptiva de Ibagué por el consejo municipal de la ciudad. Fallecida recientemente, de ella dice Lozano que «sufrió con la intolerancia de los pueblos latinos pero en cambio gozó con los paisajes, la comida y la grandeza del pueblo tolimense».

1959 significó el regreso de Lozano Tovar a Colombia. Vinieron los tiempos del M.R.L., en el Tolima, aliado de Pedro J. Ramos, Felipe Salazar Santos, Saúl Pineda y Hernando Yepes, y contra ellos se encaminó la persecución desatada por algunos dirigentes. Por esta época, Lozano se desempeñó como juez promiscuo municipal en Villapinzón y Guaduas hasta 1961, luego fue visitador del Ministerio de Justicia en 1962, cuando decidió dedicarse a la empresa privada y se convirtió en jefe del departamento jurídico de la empresa Siemens Colombiana de donde es despedido debido a su militancia política.

En 1964 es elegido como concejal de Ortega y Representante a la Cámara durante los años de 1966 a 1968 y en un segundo período entre 1974 y 1978. Sería precisamente durante este período cuando se desempeña por cerca de dos años como Gobernador del departamento, cargo en el cual llevó a cabo los primeros estudios para el Triángulo del Tolima, proyecto que recuperaría 40.000 hectáreas del sur del departamento y que no se ha realizado en su totalidad por los desmedidos intereses de unos cuantos terratenientes.

En 1976, Lozano es nombrado como Embajador ante el gobierno de la República Democrática Alemana, donde realiza un estudio que cuestiona la viabilidad de los países socialistas ante el hecho de destinar a subsidios un 80% del presupuesto.

Sin embargo, no publica este trabajo por temor a que el gobierno alemán tome represalias con la familia de su esposa. Lo hará en 1979, cuando regresa a Ibagué para participar en los comicios electorales.

Lozano Tovar pierde las elecciones, caracterizadas ese año por la compra masiva de líderes y decide retirarse de la política por juzgar que en un departamento como el Tolima puede más el dinero que los planes de desarrollo que se traten de implementar.

Durante varios años ejerce su profesión de abogado y en 1981 es nombrado jefe del departamento jurídico de la Comisión Nacional de Valores, cargo que desempeña hasta 1982.

Pero la administración pública, desde donde Lozano dirigió toda una carga doctrinaria, no sería la única plaza de este tolimense que peleó por el nuevo país que hasta ahora se está gestando. Trabajos suyos como Consecuencias en las economías de los países subdesarrollados por la inversión de capitales monopolistas extranjeros, La crisis mundial del treinta, El mandato claro en el Tolima, Se acata pero no se cumple: significado y consecuencias de lafrase en la institucionalidad de América Latina, han sido el resultado de una labor investigativa que lo llevó a estudiar a fondo la economía y la política de los países subdesarrollados.

En 1986 es nombrado Director Nacional de Instrucción Criminal hasta el año de 1989, cuando las voces anónimas que amenazaban su vida pasan a la acción y asesinan varias personas que trabajaban con él. Durante estos tres años Catarrito, como le decían desde la época en que era Gobernador, funda el Cuerpo Técnico de Investigación, en un intento por evitar la corrupción de los cuerpos policiales del Estado.

Desde 1989 hasta 1993 se desempeña como Embajador de Colombia ante el gobierno de Bolivia, donde se dedica, fuera de las labores diplomáticas, a elaborar un estudio sociopolítico sobre ese país que está a punto de terminar y que espera ver publicado en los próximos meses.

Hoy, este hombre que salió desilusionado de la actividad política al no encajar en los procedimientos corruptos que, según su expresión, desde siempre han imperado en el departamento, que ha debido huir varias veces del país por el imposible delito de creer y manifestar firmemente que sólo una efectiva social democracia puede dar una voz de aliento a quienes aspiran a construir una nueva patria, dedica su tiempo a investigar y a escribir.

Sus hijos, ya mayores, se encuentran en Alemania. Carlos Eduardo Lozano Tovar es amigo de viajar con frecuencia al exterior, leer y escuchar música clásica. Vive con la satisfacción de haber luchado por lo que ha creído y es sin lugar a dudas uno de los verdaderos gestores del nuevo país que hoy comienza a resurgir de sus cenizas.

La indignidad en el derecho sucesorio, trabajo suyo que fuera publicado en el Anuario Italiano, en 1956, y Prolegómenos de la constituyente y la participación democrática, son otros de los aportes que Catarrito ha entregado en la lucha ideológica con la que se ha comprometido desde siempre.

Lejos están los días en que los metros europeos eran testigos de sus incursiones como «cantante». La vida política activa, también se encuentra en el pasado. Hacia adelante sólo queda su bella biblioteca, sus escritos, la música clásica, los viajes, sus hijos que aún viven en Alemania, y la mente universal de un hombre que aún sigue analizando los temas nacionales e internacionales con la misma pasión con que inició sus estudios en Roma, y con el mismo amor que siempre le ha brindado a un país, del que sin lugar a dudas, es uno de sus verdaderos gestores.

Fue también embajador ante la República Democrática Alemana de cuyas experiencias publica el libro Memorias de la RDA.