LOS SUREÑOS

El Ibagué romántico de las serenatas se apuntala en el recuerdo de un dueto que si bien se acicalaba cada noche para echarle leña al candil de la vida bohemia, también fue célebre por la creación de boleros y pasillos que ejecutaban para trasegar con la nostalgia y resucitar amores perdidos: Los Sureños estuvo integrado por el binomio Argemiro Vélez Restrepo y Néstor Guarín Cárdenas.

El primero había nacido en Jericó (Antioquia) el 28 de marzo de 1928. Los 44 años de su periplo vital fueron suficientes para hacerse a un nombre respetable y a una gran admiración de los tolimenses. Respetable porque su nombre está registrado en la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco, como creador de canciones excelentes que el olvido no podrá derrotar, entre ellas Te fuiste, bambuco, 1966, Solamente tú, balada, 1966, Lo que dicen de tí, bolero, 1966, Sentir, bolero, 1966, En tu día, vals compuesto en 1968 como homenaje a los 15 años de su hija Luz Ángela Vélez; La luna y tú, bambuco, 1967, Rubia divina, bolero, Por qué, Señor, pasillo, Si ya no me quieres, bolero, Te conocí un domingo, bolero, Por qué te alejas, bolero, todas en 1968, y más adelante Que me perdone Dios, danza, Luna que vuelve, vals, No me digas que no, bolero, Tú en mi pensamiento, bolero, Regalo de Dios, bolero, Aquel amor, balada y Envidia, bolero.

Por su parte, el otro integrante del dúo, Néstor Guarín Cárdenas, había nacido en Armenia el 18 de mayo de 1931 y ni la sangre ni el ambiente prefiguraban un intérprete de buena laya. La única señal inequívoca de que habría de ser excelente cantante fue, por supuesto, su habilidad innata de tenor lírico.

Un poco antes del medio siglo, Néstor deambula por medio país y desemboca en Medellín. A pesar de estar recién salido de la adolescencia, no busca propiamente fortuna sino complemento para sus dotes de guitarrista e intérprete. La capital paisa hierve de duetos, tríos, solistas, que tan pronto trinan La ruana como un tango de Gardel. Ninguno satisface al hijo de Armenia, hasta cuando el destino tercia en favor de un encuentro y aparece así Argemiro Vélez. Se conocen y hacen los primeros ensayos en Antioquia, pero el dueto siente que el meridiano de su cuarto de hora no pasaba por el Valle de Aburrá ni en cercanías.

Es en los primeros años de la década del cincuenta cuando el dueto resuelve emigrar hacia el sur del país y se establece en Ibagué con el nombre de Los sureños.

La vocación festiva y la atmósfera musical de la capital tolimense satisfacen la necesidad de arraigo de Los sureños, que desde un principio enriquecen la vida bohemia y sientan las bases nostálgicas de una Ibagué que ya no existe. Cantan boleros, danzas, bambucos, baladas y conquistan rápidamente el corazón de las gentes.

El primero en sentirse tolimense, en reconocerse como fruto artístico de esta heredad, es Argemiro Vélez, que contrae nupcias con Aura María Cuellar, de prestante familia ibaguereña, de cuya unión quedan dos hijos: Carlos Alberto, radicado en Canadá y Ángela, afincada en Ibagué.

Con el Tolima, Néstor Guarín se relaciona de una manera más profesional, menos sentimental, aunque igual de humana. Si el primero del dueto, Argemiro, tocaba a “puro oído” y hacía sus serenatas para llevar deleite a sus admiradoras, el segundo, en cambio, Néstor, leía notación musical: fue alumno del Conservatorio de Música y en 1960 integrante de los Coros Mixtos del Tolima. Además alcanzó a ser profesor de materias musicales y de cuerdas típicas en aquella institución. Los sureños eran tal vez un cerebro y un corazón armonizados en el sentido artístico y literal de la palabra. El hijo de Néstor, heredero de su nombre y de su vocación, exrector del Conservatorio del Tolima, atestigua que su padre se hizo apreciar por el virtuosismo de su voz. La hija de Argemiro, Ángela, testimonia el don de gentes, el porte elegante, la preferencia por el bolero de su padre Argemiro Vélez.

El dueto inolvidable Los sureños desde 1951 a 1972 edifica un momento preciso tanto en la bohemia como en la creación musical romántica. En la bohemia, las canciones de Los sureños despidieron una época del Ibagué un tanto parroquial y ya amenazada por dolorosas y fuertes inmigraciones campesinas. En la creación musical romántica, las composiciones de Argemiro Vélez, que interpretaba el dúo, constituyen una muestra más de la poderosa influencia que en la creatividad ejerce el Tolima sobre sus habitantes.

Admirados por Garzón y Collazos, Los sureños son hoy recordados con admiración por Julio Hernández, integrante del Trío Madrigal, “por haber sido maestros de la música romántica y folclórica tolimense”.

Al dueto, como los buenos matrimonios, lo disolvió la muerte. Argemiro Vélez muere en circunstancias trágicas en 1972; Néstor fallece en la capital tolimense el 31 de diciembre de 1989 por quebrantos de salud. Sin embargo, el binomio tuvo vida suficiente para recorrer Estados Unidos (1958) y parte de Europa (1964), Venezuela y algunos países centroamericanos. Por algún rincón de Ibagué, en una cinta magnetofónica, reposan las únicas canciones que dejaron grabadas. La posteridad espera su publicación discográfica.