LOS INOLVIDABLES
Arnulfo y Hernando,

Además de los pasajes, el cura párroco de Chaparral le entregó una pasta de largatil para que se tomara un cuarto una hora antes de su presentación. Arnulfo estaba muy nervioso, era su primera experiencia en un concurso y las barras de sus contrincantes hacían retumbar el radioteatro donde se escogería al representante del Tolima a la final del programa La Estrella de la Canción, de Jorge Barón. Presa de la angustia le preguntó al animador a qué horas debía actuar y él le dijo que estaba de cuarto en el programa. No pudo soportar la presión y se escabulló hasta los baños, donde ingirió el total de la dosis.

Escuchó al primer cantante con la atención lejana de quien inicia un recorrido demasiado largo, del segundo no alcanzó a descifrar su voz, porque una nube embotó sus sentidos y quedó atrapado en la placidez del sueño. De repente sintió que estrujaban su cuerpo y haciendo un gran esfuerzo pudo abrir los párpados, dos moles inmensas y pesadas que no obedecían sus órdenes. El animador le informaba que tenía que actuar.

Adormecido subió al escenario y pronto se recuperó ante los ojos que parecían censurarlo en la distancia. Cantó con todo el sentimiento que había acumulado para ese momento. El miedo había desaparecido, una sensación de dominio se tomó todo su cuerpo y al terminar la interpretación quiso repetirla de nuevo, pero los aplausos lo silenciaron.

Cuando dieron el veredicto final, solo pensó en la confianza y la fe expresada por el padre José de Jesús Fernández, el párroco de Chaparral y en la felicidad que experimentarían sus amigos y en ese futuro etéreo que lo esperaba al tener que trasladarse a Bogotá a actuar en la televisión donde sería visto por millones de desconocidos.

Arnulfo Moreno nació el 22 de marzo de 1950 en Chaparral, estudió primaria en la vereda La Sonrisa y bachillerato en el colegio Manuel Murillo Toro. Desde los cinco años entendió que cantar sería su destino. Por eso, la materia que siempre disfrutó durante sus estudios fue el canto. A los catorce años ya tenía un pequeño conjunto donde cantaba vallenatos gracias al impulso - ironías de la vida - que le daba su profesor de matemáticas, materia que era su tortura académica. Fue precisamente Manuel Ortiz Palma, un gran matemático, quien le infundió la moral necesaria para que siguiera adelante con el canto. En 1974 gana el concurso La nueva estrella de la canción. El premio consistía en grabar un sencillo, pero esa ilusión se esfumó por problemas de la programadora. A cambio se le abrieron otras puertas por donde penetró en busca de la popularidad. Su primera estación fue la orquesta La Gran Tribu del Tolima, de Chaparral, en la que todos los integrantes se sentían orgullosos de su origen pijao.

Pronto sus amigos le dijeron que estaba perdiendo el tiempo en Chaparral y que debía buscar nuevos horizontes en otras partes. El apego a su tierra le impedía vislumbrar su futuro. Sin embargo, siguió el consejo y se fue para Bogotá a trabajar en una empresa promotora internacional de discos.

Pronto hizo amigos en su nueva sede y un paisano lo vinculó con la orquesta Sonocaribe. Aún estaba iniciando su trabajo cuando tuvo la oportunidad de trabajar en la orquesta La Playa, que tenía su sede en la ciudad de Villavicencio y con la que firmó contrato por varios años. Su paso por esta orquesta fue fructífera, pues le dio la oportunidad de cantar en una agrupación de profesionales. Se radicó en Ibagué desde donde viajaba todos los viernes en la madrugada hacia Villavicencio para regresar el domingo en la noche. Este ritmo de vida duró cinco años. Con dicha orquesta grabó un sencillo con dos composiciones suyas, Chaparral, pueblo del sur, un porro, y la gaita Colegiala. Esta sería su primera grabación.

Arnulfo estudió en el Conservatorio técnica vocal, solfeo y otras materias. El método que utiliza para componer sus canciones no siempre es el mismo. Muchas veces resulta silbando una melodía que nunca ha escuchado y de ahí nace una canción que tendrá letra más adelante. Otras veces se queda mirando a la gente, piensa en los conflictos que pueden estar viviendo y comienza a componerla mentalmente. También ha ocurrido que en mitad del sueño se despierta con una idea, toma la guitarra y prende la grabadora y al día siguiente termina de pulir.

Otras formas de componer parten de sus propias vivencias, sobre todo cuando discute con una persona que ama y el estado de ánimo lo empuja a escribir y tararear. Así han surgido algunas de sus canciones, particularmente aquellas que se inscriben en el género ranchero.

Arnulfo ha encontrado en la música ranchera un filón, su origen campesino, su contacto con las fondas y tiendas donde los hombres se embriagan de sentimiento y alcohol. Ha compuesto más de setenta rancheras, las cuales han sido grabadas por varios intérpretes, entre ellos Juan Carlos Zarabanda, un cantante popular de prestigio en el sur del Tolima, con títulos como Mi madre está en el cielo; Ella, mi esposa querida; Déjame decirte; Adiós a un amigo y muchas más.

Los éxitos de sus canciones rancheras lo han llevado a grabar un CD que contiene varias composiciones de este tipo, pues entiende que a la música hay que combinarle posibilidades económicas las que, justamente, pueden estar por el lado del despecho y no del folclor.

En la década del ochenta se vinculó a trabajar como asistente del maestro Darío Garzón en Sayco. Un día el maestro lo escuchó cantar en la oficina y se quedó observándolo por largo tiempo, después le comentó que le tenía una sorpresa que significaría un verdadero cambio en su vida musical. En la tarde el maestro le presentaría a Hernando Bustos, un guitarrista nacido en Venadillo, segunda voz, que había hecho parte del dueto Viejo Tolima. Este estudioso de la guitarra, versátil y talentoso, tenía grabadas varias composiciones y era autor de algunas melodías instrumentales. Había compuesto la música del tema Ambalema, con letra de Alberto Santofimio Botero. El maestro Garzón les dijo que antes de morir quería dejar un dueto que siguiera la tradición. Le pidió a Hernando que tomara la guitarra y él tomo el tiple. A Arnulfo le tocó cantar y comenzó con Llorando por amor, tras lo cual el maestro los retó a interpretar otras. Se pasaron la tarde cantando y lo hicieron como si hubieran estado ensayando por mucho tiempo.

Así, en 1984, nació el dueto Los Inolvidables. Se pusieron de acuerdo en algunos puntos mínimos. El maestro Garzón le enseñaría a tocar tiple a Arnulfo, debían dedicarse un año a estudiar a puerta cerrada antes de actuar en público y estarían bajo su dirección. Siguieron los ensayos dos y tres veces por semana, asimilando cada uno las enseñanzas del maestro, como bebiendo en una fuente inagotable, construyendo su propio estilo, sin imitar a los modelos. Llevaban algún tiempo en esto y el maestro Garzón invitó a Pedro J. Ramos para que los escuchara. El compositor se entusiasmó de tal manera que les propuso grabar. Al responderle que no tenían contactos, el maestro Pedro J. Ramos les entregó algunas canciones propias para que montaran las que quisieran en su repertorio.

Un día llegó Jorge Villamil, los escuchó en la academia y de inmediato les dijo que viajaran la semana siguiente a Medellín, contratados por Sonolux. En este sello apareció su primer larga duración, Bendigo la soledad, en el año 1984. Por razones administrativas se alejaron de Sonolux, pero pronto fueron llamados por Codiscos, donde grabaron los trabajos Volaron los años y Homenaje a Garzón y Collazos.

Proliferaron las grabaciones, también su contacto con el público. En el Teatro Tolima fueron presentados por el propio Darío Garzón, el padrino más codiciado por otros músicos. Sonolux los volvió a llamar y esta vez hicieron Florencia musical. La Cooperativa de Caficultores de Chaparral, en sus veinticinco años, patrocinó el álbum de postales musicales Tierra de paisajes. También le rindieron homenaje al compositor Pedro J. Ramos con diez canciones suyas, en un disco titulado Vivirás mi Tolima, verdadero himno de nuestra región.

Para otra empresa de Chaparral, Cointrasur, grabaron Chaparral de los grandes. Su última producción discográfica fue con Sonolux en el año 1995, Diez años cantándole a Colombia, en el cual festejan la primera década de estar cantando juntos con una antología de sus éxitos.

En 1985 se ganaron El centauro de oro en el Festival de la Canción de Villavicencio y viajaron poco después a Ecuador, donde actuaron un veinte de julio ante la colonia colombiana que celebraba la fiesta patria.

Una de las presentaciones que ha tenido carácter dramático fue la realizada en el Conservatorio del Tolima frente al cadáver de su maestro y protector Darío Garzón. Luego de interpretar dos canciones, no pudieron continuar con la tercera porque físicamente algo se anudó en sus gargantas y las lágrimas brotaron, incontenibles.

Obtuvieron el segundo premio en el Concurso Nacional de la Canción de la Policía Nacional, cuya final se efectuó en el municipio de Melgar. También actuaron en el Reinado Nacional del Folclor, en la concha acústica, ante un público que los ovacionó hasta el delirio.

Consideran Los inolvidables que el legado de Darío Garzón se debe continuar, ya que sus investigaciones del folclor en los pueblos del Tolima fueron muy beneficiosos en su época y todavía existen grandes filones por explorar.

En el año 2000 sale al mercado su disco Los Inolvidables, 15 años cantándole a Colombia que incluye temas como La niña de mi vida y Golondrina fugitiva, ambos convertidos en grandes éxitos.

Actualmente Arnulfo, además de componer para algunos cantantes populares prepara con Hernando dos CDs para la disquera Codiscos de Medellín con composiciones del primero y de otros.

Su relación a lo largo de la existencia del dueto ha sido muy especial. Los inolvidables consideran que un dueto es otra forma de matrimonio, unidos por intereses económicos y artísticos y en el cual cada integrante depende exclusivamente del otro. Como en toda relación, se presentan divergencias que han sido superadas inteligentemente por los dos. Una de las pruebas más fehacientes es que llevan 17 años cantándole a Colombia.



Galería