JORGE LIZ MONCALEANO

Jorge Liz Moncaleano es uno de los hermanos Liz, los mismos que el compositor Jorge Villamil hizo famosos con su tema La Barbacoa que revive una fiesta en la que se cantaron las cañas de Cantalicio Rojas, a orillas del Río Saldaña, hasta el amanecer.

También es el mismo del pasillo Jorliz que le compuso su amigo Cantalicio Rojas y que refleja la alegría de este hombre y su amor entrañable por los pasillos, los bambucos fiesteros, las guabinas, su pueblo y su río.

Nació en Coyaima el 19 de enero de 1935 y su gusto por la música lo heredó de su abuelo, un trovador, responsable de muchas de las coplas de doble sentido que han tenido origen en esta región tolimense. Además, su tío Luis Enrique Liz, junto con Cantalicio Rojas, fue el compositor de El Contrabandista, canción que se ha convertido en el segundo himno del departamento. Su madre Mercedes Moncaleano es una gran narradora y de ella heredó la capacidad de contar historias a través de sus canciones.

Sus temas, si bien son algunas veces nostálgicos, en su mayoría son festivos, pues en ellos recuerda la alegría de las bandas, su obsesión infantil que lo hacía perseguir a los músicos de pantalones y camisa blancos y raboegallos que caminaban por las calles calurosas interpretando los bambucos fiesteros mientras maldecían a los niños que chupaban limón frente a ellos para hacerlos desentonar. Uno de estos temas fiesteros ocupó el segundo puesto en el concurso de bandas más importante de Colombia, el realizado tradicionalmente en Paipa, Boyacá.

Estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia. Su trabajo en los Ferrocarriles Nacionales le permitió conocer gran parte del país a bordo de los trenes que atravesaban de lado a lado nuestro territorio. Formó un cuarteto de cuerdas llamado Cantalicio Rojas con el que ganó el primer Concurso Folclórico de la sabana en 1964.


En la mayoría de sus temas está presente el Saldaña, el río que lo vio nacer, compañero de su niñez y motivo de nostalgias en su ausencia. Nostalgia que se refleja en algunos de sus temas de amor, tomados de vivencias cotidianas y que conservan un lenguaje lleno de poesía, ternura y candidez.

Su primera grabación se llamó Ilusión, interpretada por los Hermanos Martínez. Los temas que le siguieron fueron ejecutados por artistas como Oriol Rangel, Gentil Montaña, Jaime Llano González, Garzón y Collazos, Jorge Villamil, Silva y Villalba y los Hermanos Uribe.

Martirio, inspirado en la muerte de su abuela, Desde mi cabaña, Ofrenda y Soñado ideal, son temas que hacen parte del repertorio colombiano, ese que Jorge Liz se ha encargado de difundir a toda costa en las reuniones de su casa y los innumerables sitios a donde viaja llevando siempre consigo un casette con su música favorita seleccionada.

Es esta labor silenciosa y apasionada a favor de la música de sus ancestros la que lo hizo merecedor de la Orden de Pacandé en el municipio de Natagaima, distinción que habían recibido artistas como el dueto Garzón y Collazos .

Toca guitarra, tiple y bandola. Aprendió sólo, escuchando los programas radiales e imitando las canciones de los músicos que se presentaban en los radioteatros.

Recuerda que cuando joven la bandola era un instrumento de viejos y sus amigos se reían al verlo interpretarla con tanto entusiasmo. Es un incansable promotor de los grandes valores musicales en los diferentes medios de comunicación y en los grandes escenarios de Bogotá.

En la actualidad posee una de las colecciones de música colombiana más completas que incluye grabaciones inéditas de personajes como José A. Morales.

Siente que la muerte de cada uno de sus amigos, como Darío Collazos o José A. Morales, es un retazo de vida que se le va y aún guarda vivos los recuerdos de las tertulias interminables en las que el tiple era el rey y él un espectador que grababa cuidadosamente cada uno de los sonidos, sus voces y sus risas que hoy escucha en la sala de su casa como si sus protagonistas aún vivieran.

Jorge Liz Moncaleano continúa su labor como compositor y aunque la gran mayoría de sus temas de banda se encuentran inéditos, no pierde las esperanzas de que un día los colombianos vuelvan sus ojos a sus raíces y se encuentren con ese tesoro escondido que guarda parte de su historia y de su sentir.