HELMUT LEVI

 

Su handicap exhibe una brillante lista de pruebas y triunfos. Ha participado en dos olimpiadas, las de Montreal y Moscú, en tres campeonatos mundiales, una copa mundo, cinco juegos centroamericanos, ocho suramericanos, dieciseis torneos en los Estados Unidos de alto nivel y otras competencias como las llamadas espartaquiadas de Moscú. Participó también en las Maccabiadas, los juegos del mundo judío. En todas puso en alto el nombre de Colombia.

Es de mediana estatura y reciedumbre atlética. Su rostro irradia satisfacción y una cierta afable seguridad, la de quien se siente en paz consigo mismo. Su nombre completo es Helmut Arturo Levy Quintero y nació en Ibagué el 16 de marzo de 1959 en una familia de cinco hijos, cuatro mujeres y él que es el tercero. Las hermanas se llaman Giselle, la mayor, Erika, Ingrid y Claudine, la última, y todas, al igual que el hermano, se destacaron en la natación al punto de llegar a participar en pruebas de nivel internacional. Su padre es alemán, Helmut Levy Hoffman, nacido en un pueblo cercano a Francfort y su madre tolimense, de Honda, Mariela Quintero, educadora y copropietaria del colegio Liceo Val, de Ibagué, donde su hijo cursó estudios de primaria. El padre, como más adelante lo hará el hijo, incursionó en el periodismo por varios años y se desempeñó un tiempo como director de la emisora La voz del Tolima. Gran importancia tuvieron en la vida del futuro nadador los abuelos, Arturo Levy Levy y Gertrudis Hoffman, ambos alemanes descendientes de judíos que llegaron a Colombia en los años treinta, poco antes de la segunda guerra mundial, huyendo de la persecución nazi que empezaba a instaurarse en Alemania. La familia de los abuelos era marcadamente religiosa. «Esa parte judaica fue muy importante para mi, como se verá más adelante -dice Helmut - Tuve una infancia feliz en Ibagué, con el constante apoyo de mis abuelos y mis padres, con el aleccionador ejemplo que la disciplina y la armonía que los caracteriza me inculcaba». Vivían todos en el tradicional barrio La Pola, en el mismo edificio, separadas las dos familias sólo por un pasillo. En ese ambiente de disciplina y confraternidad va adelantando sus estudios de secundaria que inicia en el Colegio Agronómico Salesiano San Jorge y en el cual cursa hasta cuarto. El quinto lo hará en el colegio Bermans de Cali donde se le llamó y se le apoyó y en 1976 regresa a Ibagué para terminar su bachillerato en el colegio Tolimense.

En 1963, a los 4 años, empezó a frecuentar la piscina del Club del Comercio. Recibe clases del profesor Ramón Largacha. Ahí empezó la pasión por la natación. Tanto él como sus hermanas se dedicaron a nadar. Prácticamente vivieron su infancia en las piscinas. La madre había sido basquetbolista y los estimuló y apoyó sin restricciones. «Por esa época -comenta-, la natación tenía mucho auge, había buenos dirigentes y la gente era muy consagrada. Los padres apoyaban a sus hijos». De ahí que no sea sorprendente que a los 7 años gane ya competencias locales y sea campeón del Club y del Tolima.

Tras triunfar en numerosas competencias departamentales y nacionales, a los 9 años representa al país en el campeonato centroamericano cumplido en San Juan de Puerto Rico donde queda de sexto. El viaje fue una gran motivación para él. Lo considera como el despegue. De ahí para adelante su carrera es meteórica: lidera los 200 metros combinado individual en el país hasta 1980, año en que por decisión propia se retiró de la natación. Por más de una década dominó las pruebas de los 200 y los 400 metros combinado pero alternaba con otras modalidades en las que igualmente le iba bien. En el transcurso de varios campeonatos nacionales ganó siete medallas de oro en su categoría a nivel nacional e internacional. Participó en 123 competencias internacionales en todo el mundo, paseándose por los juegos centroamericanos, suramericanos, panamericanos y americanos. Entre sus actuaciones más importantes de esta época está la de las Olimpiadas de Montreal en 1976. Era muy joven aún -17 años- pero esta experiencia le sirvió como preámbulo para sus éxitos en Estados Unidos. Viaja a ese país en 1977 y ese año y el siguiente nada para la Universidad Indian River Community College de Fort Pierce, pequeña ciudad a 120 millas al norte de Miami, donde gana varias pruebas que lo hacen acreedor al título de nadador del año de los Estados Unidos. «Eso fue muy importante y satisfactorio, ser nadador del año en el país que domina la natación a nivel mundial», comenta.

En mayo de ese año de 1978 va a los campeonatos suramericanos realizados en Guayaquil, obtiene cinco medallas de oro y es declarado nadador del torneo. Entre sus rivales se cuenta Jorge Delgado, quien venía de ser cuarto en el mundo en 200 metros estilo mariposa, es ecuatoriano y por lo tanto compite en su país, en su propia casa, lo cual creó una gran expectativa y aumentó el significado del triunfo de Levy. Su éxito en Guayaquil le abre las puertas mundiales y hace que le ofrezcan becas de 26 universidades estadounidenses para competir por ellas. Se decide por la de Miami pero antes de viajar participa en junio, en Medellín, en los Juegos Centroamericanos donde ocupa dos veces el primer lugar. En la modalidad de relevos, alternando con otros tres nadadores, Pablo Restrepo, Jorge Jaramillo y Genaro Otero, queda de sexto en el mundo. En agosto de 1978, ya en Miami, compite por la universidad en el campeonato nacional americano para quedar de cuarto, puesto altamente significativo si se tiene en cuenta que los campeonatos de las universidades norteamericanas son considerados como la tercera competencia de mayor importancia en el mundo.

Reafirma así el lugar que ya ocupa a nivel mundial. Pero el esfuerzo que tuvo que hacer - en ocasiones su entrenamiento consistió en cuatrocientas piscinas diarias- y los méritos que tuvo que demostrar para ser incluido en el equipo fueron arduos porque antes del campeonato nacional, al menos ese año, hubo cada ocho días intercambios competitivos con otras universidades. Gana doce pruebas invicto y llega al campeonato nacional como máximo favorito. Vuelve a competir en 1979 por la Universidad de Miami en este torneo. A los que quedan en los seis primeros puestos se les llama all american, un título deportivo que es allá de alta valoración y que permite a sus poseedores presentarse y competir por América en la primera copa mundo de natación que se realizó en Tokio en septiembre de 1979 con participación de nadadores de los cinco continentes. Allí va Helmut Levy como all american y queda de sexto. «Fue esa - dice- la máxima figuración que he tenido», y lo dice como si tal cosa, como si no fuera importante: ¡sexto en el mundo!

Los triunfos y los títulos continúan acumulándose. Es declarado Deportista de la Década en el Tolima y Deportista del Año en Colombia, mejor nadador extranjero en la Universidad de Miami. En esta universidad sigue estudios de educación física y los alterna con sus intensas prácticas de natación. Termina su último año de estudio siendo nuevamente all american. Durante los cuatro años que nadó en los Estados Unidos fue siempre de los mejores a nivel mundial. En 1980 hace parte de un gran equipo con nadadores de Inglaterra, Sudáfrica, Canadá y él como colombiano.

Llega el verano de 1980 y con él las olimpiadas de Moscú. De tiempo atrás ha decidido que ésta será su última prueba en natación, que se retira. Queda en décimo primer lugar en su especialidad de los 200 metros combinado individual y a su regreso vuelve a la Universidad de Miami para terminar sus estudios.

Su vinculación con la Universidad de Miami no terminó al graduarse de master en educación física. Continúa en ella haciendo un curso de especialización y al mismo tiempo trabaja con el equipo en colaboración con los entrenadores Charles Hudson y Bill Diaz. Al terminar el curso, 1982, regresa a Colombia y en Ibagué se inscribe en la Corporación Universitaria para la carrera de mercadotecnia de la cual cursa tres semestres y que por el momento, según dice, no piensa acabar por carecer de tiempo. Alterna sus estudios con un trabajo en Coldeportes, regional Tolima, como instructor de natación.

Pronto entra a manejar toda el programa acuático y simultáneamente desarrolla un proyecto con Julio Nieto Bernal, entonces director nacional de Coldeportes. en el cual imparte clases de capacitación, incentivación, charlas motivacionales y sicológicas a entrenadores y técnicos.

Se dedica a esta tarea por espacio de un año y al cabo de ese tiempo regresa a Estados Unidos y se instala en San Francisco para trabajar como asistente técnico en la universidad de esa ciudad. Bajo su orientación el equipo de la universidad compite en el campeonato nacional de Estados Unidos y ocupa el décimo primer lugar lo cual es un excelente puesto. Permanece en San Francisco por año y medio hasta las olimpiadas de Los Angeles en 1984.

Se ha trabajado arduamente a lo largo de muchos años. Es hora de tomarse un descanso, piensa Helmut Levy en Los Angeles tras las olimpiadas, y decide irse de viaje. Como deportista eran muchos los países y ciudades visitados de modo que traza su itinerario para ir a los lugares hasta entonces no conocidos. Viaja así por Singapur, Tailandia, Australia, la India y ve realizado un antiguo sueño, el sueño de todo judío, llegar a Israel.

Ha viajado durante ocho meses y ahora está en Israel y aunque sólo es judío adoptivo, por decirlo así, recuerda las enseñanzas de sus abuelos y sus padres en Ibagué que desde niño lo hicieron identificarse con el judaismo a tal punto que en su brillante carrera deportiva, al salir a las piscinas de los grandes escenarios, su maletín, su bata y su pantaloneta ostentaban como distintivo la estrella de David.

«Soy practicante del judaismo -dice Helmut en la sala de un apartamento situado en la parte posterior del Liceo Val, acompañado por su hijo de nueve años Nathanel-. Durante mi carrera me hice más observante, me llenaba de meditaciones espirituales mientras me preparaba para una competencia y recorrí las piscinas del mundo proclamando con orgullo que era judío. Pero eso nunca me hizo relegar mi condición de colombiano, yo soy ante todo colombiano, los dos aspectos eran como una identificación y ambos me apoyaban».

En Israel no sólo lo esperaban los parajes bíblicos y ruinas y monumentos históricos caros a la historia del judaismo sino también el amor. Allí conoce a la mujer que será su compañera por ocho años, Nava Califf, quien le dará dos hijos. Con ella regresa a Ibagué en 1985 pero permanece breve tiempo porque al saberse que está embarazada piensa en el futuro de su hijo y decide regresar a Miami en donde se vincula nuevamente a la universidad como asesor técnico. Nace su hijo Nathanel, nombre que en hebreo significa regalo de Dios -»Mi hijo es un regalo de Dios», comenta con una amplia sonrisa- y que actualmente lo acompaña en Ibagué por una corta temporada. Nathanel habla tres idiomas: hebreo, inglés y castellano. Cuando nació se le advirtió una fístula esofágica que requería operación y el médico que lo atendió debía viajar a San Francisco del todo. No es esencial que sea el mismo médico quien continúe viéndolo pero para Helmut, quien ha entablado buena amistad con el cirujano, es definitivo que así sea, de modo que se va tras él con su hijo y su mujer. Todo sale bien y, de otra parte, allí se le abren las puertas de la universidad en que ya una vez trabajara.

Pero en 1986 se le presenta la oportunidad de trabajar en Israel con la organización Maccabi, entidad social, cultural y deportiva fundada en homenaje a los macabeos. Se vincula al departamento de natación de Maccabi en Tel Aviv. La organización Maccabi ha ganado campeonatos de baloncesto y voliball en Europa y cada cuatro años celebra las maccabiadas, juegos deportivos judíos. Bajo su dirección el equipo de Maccabi gana por primera vez en la historia de la natación israelí, en 1988-89, los títulos nacionales.

Se destaca en estas competencias una gran nadadora, Irit Efrati, quien rompe 23 marcas nacionales. Helmut se siente muy orgulloso de haberla tenido por alumna. El equipo participa con buen suceso en la olimpiada de Seúl y en el campeonato mundial de Australia. En 1989 se le nombra entrenador nacional del equipo que va a participar en la maccabiada.

Tiene bajo su mando un total de 40 nadadores lo cual es considerado por Helmut como un gran logro profesional. Con los ocho mejores nadadores de Israel, entre ellos seis de su equipo de Maccabi Tel Aviv, viaja a Estados Unidos para participar en un campeonato nacional en el Centro Olímpico de Colorado Spring. Entre tanto, en 1987 había nacido en Israel su hija Naam, que actualmente tiene ocho años. Aunque su nombre hebreo no signifique lo mismo que el de Nathanel, también ella es un regalo de Dios.

En 1983 asistió en Moscú a un curso del Comité Olímpico Internacional sobre enseñanza de la natación a bebés. Este será el punto de partida para una de sus actividades básicas: la enseñanza a niños de temprana edad. En Israel, durante el período vacacional, enseñaba a los niños y fue desarrollando una técnica propia en este campo.

Desde entonces acaricia la idea de tener algún día su propio centro deportivo. La oportunidad llega cuando, en 1990, comprende que debe buscar mejores horizontes económicos y los encuentra en la enseñanza para bebés de manera que se retira de la parte competitiva en Maccabi Tel Aviv y monta en esta ciudad un Centro de enseñanza para niños. Un amigo invierte en el proyecto y el Centro se construye con un diseño adecuado a sus fines. Satisface así un viejo anhelo y ve plasmar en realidades concretas su sueño cuando el Centro llega a tener más de 1200 bebés al año. Se consagra con energía a consolidarlo. Viaja por Europa y establece contactos internacionales. Barcelona, particularmente, es una ciudad que le agrada mucho. Desarrolla un trabajo con el Instituto de Educación Física de Israel. Todo marcha sobre ruedas y se siente satisfecho.

Pero en 1992 se separa de su compañera, Nava, y por un tiempo -dice- se sintió muy solo. Comprende que no puede ni debe continuar así y decide regresar a Colombia. Añora el ambiente cálido y entrañable de sus padres, hermanas y abuelos. Deja atrás no sólo un hogar sino también una ardua tarea «no tanto de dinero -agrega- sino de trabajo».

De su padre había heredado el gusto por el periodismo y en las oportunidades que le dejaba su trabajo lo ejercía. Cada vez que tenía oportunidad participaba en conferencias, simposios, seminarios, especialmente de periodismo deportivo. Hacia los años 80 había hecho lo que llama sus primeros pinitos en el Grupo Radial Colombiano. Fue corresponsal de Caracol en Israel y en calidad de tal cubrió desde allí la guerra del golfo pérsico. También fue corresponsal del Noticiero Uno. Ahora, desde Ibagué, escribe para el rotativo Aurora de Jerusalén despachos sobre la actualidad en Colombia del mundo judío.

En 1992 regresa a Colombia. Los hijos quedan con la madre en Israel. En febrero del 93 es nombrado director de Coldeportes en el Tolima y en ese cargo trabaja durante trece meses. Dice que se lograron hacer algunas cosas positivas a pesar de la falta de recursos. Por estos meses tiene la oportunidad de crear en Colmundo el programa dominical Shalom Israel, dirigido a la comunidad judía y a sus simpatizantes. Shalom traduce paz pero es también un saludo. El programa se emite actualmente.

Al retirarse de Coldeportes se decide por fin a llevar a cabo una vieja y entrañable ambición y monta Maccabi Ibagué, llamada así porque pertenece a esa organización internacional. Allí se practican diversos deportes pero se hace énfasis en la natación. Los niños pueden adquirir hasta diez horas y media semanales de deporte. Es una escuela de iniciación deportiva y como tal incluye a bebés a través de la academia de natación.

Se realizan jornadas deportivas para las temporadas de vacaciones y se está organizando el club para los niños que quieran practicar natación recreativa o competitiva. Por ahora la empresa funciona parcialmente en el Liceo Val y en un local con piscina en el barrio Santa Elena donde ha montado su oficina.

Quiere quedarse en Ibagué y crear escuelas de iniciación y capacitación deportiva en Cali, Medellín y otras ciudades. Cumplió el 16 de marzo de 1995 treinta y seis años. Siempre lo habían sorprendido sus cumpleaños en Buenos Aires, Hawai, Dakkar, París, Miami, Tel Aviv, pero ahora lo celebró en compañía de sus padres, sus hermanas, su abuela y su hijo, además de algunos amigos. Dice que aunque le hacen mucha falta es feliz de saber que sus hijos están en un país como Israel. Recientemente estuvo en Cuba en un viaje relacionado con su trabajo en Coldeportes.

En el Liceo Val, rodeado de niños y niñas que chapotean en la piscina del plantel, Helmut Levy, mientras damos un paseo por los amplios corredores, habla de sus proyectos. Atrás quedaron sus grandes triunfos en los escenarios deportivos más importantes del mundo de la natación, atrás sus repetidos viajes por todo el mundo y el nombre de Colombia repetido a coro para congratularlo por sus brillantes desempeños.

Ahora, sin llegar siquiera a los cuarenta años de edad, mira hacia el futuro y para él los años por venir transcurrirán en el medio en que siempre transcurrió su vida: la natación. Recuerda acaso los tiempos en que siendo prácticamente un niño realizaba infinidad de piscinas diariamente para no ser inferior a su vocación y orienta en consecuencia toda su actividad hacia el aprendizaje de los bebés y los infantes. El sabe que es desde la niñez cuando un nadador se forma y trabaja en forma ardua para lograr alcanzar las metas propuestas. Su experiencia como entrenador de adultos en Miami y de niños en Israel la pondrá ahora al servicio de su ciudad natal, una ciudad que ama entrañablemente y en la cual aprendió a nadar quien llegaría a ocupar un sexto lugar mundial en su categoría de los 200 metros combinado.

En los últimos años se radicó en Atlanta desde donde dirige el programa radial y la página de Internet Tolimenses por el mundo.



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