TRINITARIAS
Llevamos el reloj
en la sonora caja de la vida:
Una clepsidra suelta las horas de la muerte.
La niña alzó los brazos
y no pudo alcanzar sus ilusiones:
En el agua del pozo consigue las estrellas.
Con el viento enredado en las pestañas
envejece el futuro:
Sólo el tiempo renace con la miel de los sueños.
En nosotros habitan los muertos de la guerra
vivos y enamorados:
Hay ausencias presentes en el trueno.
Siempre alertan los pasos vacilantes:
La ventana, los silbos,
el lecho, cada calle… desde el fondo amenazan.
Música siempreviva
llora la noche al fondo de sus calles:
¿Aún después del sepelio alguien canta en silencio?
Las armas caen al mar y de nuevo serán peces
resueltos en estrellas:
Nosotros sembraremos las gaviotas.
Este abismo de luz que nos inunda
trae dolor del cosmos:
¿Navegamos a oscuras las horas de la historia?
Más arriba del cielo, más arcano
ya no hay ni dioses viejos:
Por debajo del cosmos nacen nuevos faroles.
La cabeza cortada
tristemente sonríe a su verdugo:
El hacha cae a tierra pensando lo que ha hecho.
Este samán recuerda
el sueño que colgaron después de ametrallado:
La niña en su columpio goza el viento.
La muerte está atacando ciegamente
los discursos, los templos, el trabajo perdido:
¿Vivirán las violetas?
Viven desesperando los maderos antiguos
sus cielos humillados:
Nunca guarda su espada de la esperanza.
El semáforo cierra sus ojos cuando pasan
festivos generales:
Todas las calles se abren al sepelio.
Ahora canta la guerra su epitafio
de pólvora perdida:
Cada herida pronuncia su semilla en el viento.
Esta noche los sueños subieron y bajaron
a no se sabe dónde:
Ella dice que estaba amaneciendo.
Durmió la luna anoche sin corpiño,
los cerros la imitaron:
Nosotros nos vestimos con la gasa del viento.
Todos los horizontes
vienen a confundirse en esta roca:
Ningún amor es vano como patrón del día.
Enmudecen las sábanas
cuando cabalgas todos tus ardores:
El deseo es un potro con espuelas de fuego.
Todo minuto lega algún intento
de invierno fecundante:
Cada instante intentamos un verano infructuoso.
Si el olvido se fuera
nos dejaría sus lanzas en el pecho:
¿Algo retorna ileso cuando el amor se marcha?
Si la vida se entierra en el poema
ya no vive la muerte:
Más allá de la hoguera permanece el incendio.
En su extraño lenguaje
trae el viento una voz de alguien ausente:
El pecho reconoce la imagen olvidada.
Al viento la osadía de esos senos
amenazantes y ebrios:
Estos labios sedientos y sumisos sucumben.
La máscara preciosa
enamora al espejo que se estremece al fondo:
¿El ángel de la alcoba sigue ciego?
Reconstruimos astros, perlas, besos
para siempre en las sábanas:
el tiempo resquebraja las heridas del viento.