TOMÁS LATINO

Tomás Latino no se estaciona en la nostalgia. Sin embargo, de sus primeros años de infancia en Argentina recuerda las reuniones que se desarrollaban en su casa con orquestas y bandas. Crecer en un hogar donde los temas y las formas de la cultura estaban a la orden del día, le permitiría encausar su vida por los caminos del arte.

Desde aquellos años, éstas y otras vivencias, irían sentando las bases de un trabajo que años más tarde encontraría expresión en el teatro, la música, y la escritura. Para entonces, las lecturas de Emilio Salgari y Tarzán, héroes que calaron en su memoria y que hoy recuerda no con nostalgia sino con la alegría que atravesó aquellas páginas, alimentaron la imaginación de un niño nacido en La Patagonia, Argentina, en el año de 1948 y que luego iría a vivir a Río Gallegos frente a las Islas Malvinas para pasar después a Buenos Aires

A los 14 años de edad, las reuniones familiares realizadas los fines de semana en casa de amigos o parientes, se convertían en el espacio propicio para él y un grupo de amigos con los cuales no sólo se debatían los temas de importancia nacional del país gaucho, sino también, para ir compartiendo las primeras lecturas serias, como las de Cortázar, Borges, Onetti, Sábato, Benedetti, Whitman, Poe, y Dylan Thomas, entre otros, que comenzaban a abrir el espectro de un mundo real y maravilloso que mantiene intacto y renueva cada día.

A aquella galería de los primeros recuerdos también pertenecen las primeras composiciones alentadas por las experiencias hasta ese momento recogidas. Los temas de una agrupación londinense que para ese momento partía la historia no sólo del rock sino de la música en general y que se hacían llamar Los Beatles.

Pasada la primera etapa de la adolescencia, Tomás Latino parte desde la Argentina hacia México recorriendo país por país, ciudad por ciudad, plaza por plaza, hasta llegar a Canadá. Gracias a sus contactos con las revistas literarias de la época duerme en las casas de los poetas más sonados del momento. Parte luego hacia el sur de Europa y el norte de África; escuchando allí músicas diversas y conociendo culturas muy distintas. Todas estas experiencias iban afirmando en él, lo vivencial como elemento fundamental para emprender después cualquier tarea en la vida

Realizar luego otro viaje que lo condujera por las ruinas arqueológicas del continente como una manera de encontrarse y de reconocerse en el origen de quienes poblaron estas tierras, beber de estas fuentes de conocimiento donde el tiempo no perece, le comenzaban a dar un lugar en el mundo que él iba tomando con más propiedad.

Entre los años de 1968 y 1969, con la inquietud del teatro callejero, Tomás llega a Lima, Perú, donde adelantaría estudios de Mimo y Títeres con el maestro Jorge Acuña Paredes. Viajaría luego por el resto de Latinoamérica fundando teatros de la calle que para la época colocaban en evidencia el exclusivismo del teatro de sala. Así, llega a Caracas, Venezuela, donde recibe por parte de la Universidad Central la invitación para ser profesor del Centro de Estudios Teatrales de la Facultad de Bellas Artes, en un ofrecimiento que declina porque no podía darse el lujo de dejar pasar la oportunidad de seguir aprendiendo.

Su estadía en Venezuela también estaría marcada por el cine y la fotografía que continuarían abriendo dentro de sí el panorama del hombre moderno, sus amores y desamores, sus angustias y sosiegos, su futuro siempre vivo.

Al término de su estudios teatrales, pasa por Bogotá, donde estuvo trabajando algunos años al lado de Betty Rolando, Carlos José Reyes y Enrique Vargas en el teatro Alacrán. De allí pasa a la ciudad de Ibagué donde lo alienta la posibilidad de trabajar sin necesidad de inscribirse bajo ninguna fórmula o maquinaria, permitiéndole esto desarrollar su quehacer en un lugar donde aún hay muchas cosas por realizar.

Desde su llegada a la ciudad, su trabajo ha estado signado por el tema de la tradición, el folclor y las costumbres. Así su primera obra en la ciudad, Iiiii... San Juan, que mezcla lo musical con lo teatral, es ante todo una labor seria en la investigación de las tradiciones de la región manejado con la técnica del teatro callejero y su componente “Happening”; espectáculo comunitario sin protagonistas estelares.

Siempre con una visión crítica de su trabajo y del mundo, la misma que le ha permitido atravesar la vida con la convicción de que su labor contribuye a hacer hombres mejores o por lo menos más felices a pesar de la oscuridad que a veces luce avasalladora, Latino le ha dado la vuelta al país a través de festivales tan importantes en el panorama musical colombiano como el del Mono Núñez, el del Pasillo en Aguadas Caldas, el Colono de Oro en Florencia Caquetá, como también a través de encuentros musicales como el de Yumbo y Sevilla Valle, durante seis veces consecutivas desde 1990.

Luego del encuentro con Claudia Contreras, los bambucos, cañas y pasillos constituyeron durante mucho tiempo el exclusivo repertorio del grupo musical Tierra Caliente.

Aunque algunos prefieren colocarlo sólo en el ámbito del teatro, Tomás entiende que, el arte en sus diferentes disciplinas es el vehículo para expresar sus pensamientos y necesidades. Su incursión en la música no es nueva. Ya desde 1978, año del montaje músico- teatral Ambalá, obra de la poetisa ibaguereña Luz Stella y en compañía de dos músicos reconocidos, José Camacho Losuano y Cesar Augusto Zambrano Rodríguez, siguen, en su estilo y magnitud, otros tan importantes como Batatabatí, cantata profana del ritual del juego y la fiesta, Beca de Creación, Ministerio de Cultura e interpretada por Sinfónica Juvenil del Conservatorio del Tolima. Con ello demostraba no sólo otras maneras de abordar la música y las tradiciones a través de una poética que podríamos llamar inusual hasta ese momento en la música tradicional colombiana, sino también, la posibilidad de que por medio de otros ritmos y bajo una propuesta sólida, la música popular no se quedara anquilosada en las antiguas formas musicales, que caminara a la par del hombre moderno.

La dirección de la opereta infantil Prefiero Vivir y de la pieza testimonial Dónde está la paz, realizada con alumnos del Liceo Colombia, la labor como cofundador y participante del primer y segundo encuentro de las nuevas expresiones en la música colombiana en Sevilla, Valle, la dirección artística del Primer Festival Nacional de la Canción Infantil y su participación como ponente y artista en el Segundo Encuentro Latinoamericano de la Canción Infantil en Maracaibo, Venezuela, hacen parte de su amplia trayectoria.

Hacia 1987, año en que se vincula a la agrupación Tierra Caliente, conformada hoy por Claudia Contreras y él, comienza a desarrollar un trabajo más directo con la música. De su ya larga labor con la agrupación son los temas discográficos para niños Plácido y Bombón, cuentería musical, Momo, montaje escolar, el CD Haciendo el Oso para la feria cultural Expoinfantil , Un balón blanco, juguete musical, La carreta de Pombo ,Ganas de cantar, y Albricias. Estos trabajos, sin duda alguna, desde una nueva gramática musical, con el elemento humorístico vestido de irreverencia, plantean alternativas musicales y a través de ellas también de vida. A todas estas experiencias las caracteriza su didáctica festiva que él plasma en talleres de creatividad ejerciendo la pedagogía artística para maestros de preescolar y primaria.

Para Latino cualquier género musical es la posibilidad siempre abierta para poder expresarse. Su trabajo muestra una unidad conceptual, donde regularmente pone de manifiesto su inconformidad con el mundo, sus maneras y la superación del hombre mismo, temas que lleva a través de la música como un evangelio a un público abierto, heterogéneo y siempre expectante de su trabajo.

Otras muestras de su labor son su participación como libretista y musicalizador en especiales de la ya desaparecida emisora Sinfonía 2000 en el año de 1984 hace su incursión en el mundo de la radio, como expositor de conciertos didácticos con la Banda Sinfónica del Tolima, la obra vanguardista Espantos y el montaje de la pieza clásica Pedro y el Lobo con la Orquesta Sinfónica del Conservatorio del Tolima dirigida por Paul Dury, donde se narra una historia para niños, la dirección general del trabajo Ritual a Dionisios que se presentó en la inauguración del VIII festival de teatro en Ibagué en 1997 y donde Tomás vuelve a unir música y teatro.

Condecorado con la Orden al mérito artístico por la Gobernación del Tolima en 1978 y ya con algunas páginas en la Historia del Teatro en Colombia, texto de consulta editado por Colcultura y en la Historia del Teatro Callejero en Colombia de Editorial Magisterio, ambos libros de Fernando González Cajiao, este hombre que ha construido su itinerario a través de la docencia, la prensa, la radio, el cine, el teatro, los libros, la música, pero por sobre todo, que ha pasado por la vida contando una y mil historias, trabaja en el proyecto becado por Colcultura en 1997, una cantata profana titulada Batatabati, posteriormente hace un alto en el camino de la música para reflexionar sobre una tarea que ya cumplió una década entera de labor ininterrumpida y que deja en él la sensación de estar logrando con su tarea como un apostolado que siempre llevará a cuestas.

Tierra Caliente, Grupo Gira Luna y Hotland Cartago Fusion fueron agrupaciones de los 90s en que jóvenes talentosos e inquietos participaron en presentaciones y eventos de carácter musical.

Durante el 2000 Tomás y Claudia realizan una gira de 12 meses por Costa Rica y Panamá, de regreso a Ibagué, Tomás le compuso a la ciudad para su cumpleaños 12 canciones reunidas en un concierto llamado Un abrazo con Ibagué.

En el 2001 se realiza el estreno de la obra musical infantil El Cromasol cinco cuentos de colores para niños, editan el casette de juegos musicales Así soy yo.

En el 2002 se inaugura La Casa del Cromasol ubicada en el barrio La Pola dónde Tomás y Claudia dedican todo su tiempo a realizar diversos talleres encaminados hacia la pedagogía artística con niños de todas las edades. Entre sus proyectos más inmediatos está el de tener allí su propia sala de teatro.