LA BEATA
Cruza muy compungida por la mañana
envuelta en su mantilla verde-borraja;
en su rauda carrera nadie la ataja,
máxime si oye el toque de la campana.
Llega al templo. La mano con fe cristiana
sumerge entre la pila; se desparpaja
mascullando oraciones en voz muy baja
y reza hasta que quita la … santa gana.
De regreso, en su casa con la vecina
arma tamaña gresca; grita, se empina,
blasfema y refunfuña. ¡Jesús, qué necia!
Mas ella los temores del Cielo mata
diciendo que quien peca, rezando empata.
Y humilde y compungida, vuelve a la iglesia.