A MI ESPEJO

 

Cuántas veces, espejo de mi vida,

retrataste mi faz, fresca y sonriente;

y cuántas veces, al ponerte al frente,

dejaste mi ansiedad tan complacida.

Mi ambición, anhelosa y sonreida,

se asomaba a tu luna transparente,

y contemplaba, lisonjeramente,

mi deliciosa juventud florida.

¡Todo aquello trocado en amargura!

¡La vida, los placeres y los años

se llevaron mi halago y mi hermosura!

Hoy, aunque relegado, pobre y viejo,

debo, para marcar mis desengaños,

con pavura mirarme en ese espejo.