MARIOLAFONT

 

Mario Lafont preparaba en 1980 sus maletas para partir, en el verano casi inmediato, hacia la isla de Ibiza donde expondría parte de los dibujos que trabajara con ardor bajo una insospechada nieve en ese invierno.

Este tolimense que había cultivado la amistad de destacados escritores en Nueva York, donde se instaló por varios años, se atrevió a publicar allí una revista de poesía en dos idiomas, junto al poeta pereirano Zahur Klemak. El dibujante se vuelve un francotirador de la izquierda latinoamericana al comienzo y ante todo un enamorado del arte y de la vida. Ni él mismo recuerda su nombre porque hasta en su casa lo llaman por su apelativo de combate, pero decidió una tarde de otoño, atraído por el amor que siempre tuvo a su tierra, regresar al Tolima para mostrar aquí su laborioso trabajo y acomodar sus huesos en el solar de siempre.

Pero ¿cómo comienza su larga travesía por los territorios del sueño? Es bueno remontarse a 1.958, año en que tiene sus primeros vínculos con el mundo artístico de Ibagué.

Mario Lafont inicia en esta ciudad, junto a Antonio Camacho, César Valencia Solanilla y William Umaña lo que ha de ser el movimiento nadaista. Se especializan en escándalos estrambóticos y borracheras que sacan del marasmo a la ciudad provincial de entonces. En 1964 funda su primera república independiente cuando aparece con una revista literaria, científica y artística bajo el insólito nombre de Hongo Pop, de la cual, como es de suponer, apareció sólo un número.

Parte para Bogotá y Carlos José Reyes, por aquel entonces subdirector de la Casa de la Cultura de Bogotá, le ofrece una plaza de actor que hace valer actuando en la famosa obra de Pirandello titulada La Patente. Pero no son las improvisaciones que se enseñorean porque ya Jaime Santos estaba en Ibagué dirigiendo el grupo de Teatro de la Universidad del Tolima, montando Milagros en el mercado de Oswaldo Dragún que acababa de ganar el Premio Casa de la Américas y en la que Mario Lafont hacía el papel protagónico.

Fuera de ello la Universidad le otorga en 1964 el primer premio de poesía a nivel de ese claustro. Pero lo que considera el artista como verdadero antecedente es su primera exposición individual en la Sociedad de Amigos del País, en el año de 1962 y otra en la Casa de la Cultura en la Manzarda, ambas en Bogotá. En 1967 es profesor en el Colombo-Alemán y en Cali participa en el IV Festival de la Vanguardia con el nadaismo donde entierra sus actividades en éste, para él, ya largo y extenso recorrido en la locura. Y por fin su primer soñado viaje al exterior: a Nueva York invitado por la Universidad de Columbia donde expone bajo la mirada reconocida de críticos y periodista especializados.

Son seis años los que trascurren viviendo Mario Lafont en el East Village de la insondable Nueva York, situado en la parte oriental de las famosas casas verdes en que se hallaba el fuerte alucinado de los hippies. Conoce de lleno toda la pintura americana en el fantasioso Museo de Arte Moderno, la del Metropolitan Museum y el de Brooklyn. No se quedan sus ambiciones en penetrar el misterio de la pintura y la traducción de su magia, también tiene experiencias teatrales con grupos del off Broadway y literariamente con los sectores militantes en la poesía y la literatura del momento. Lafont se abre camino a punta de talento y sin recomendación distinta a la de su ingenio, con la bandera de su juventud y con el deseo de ser, de hacer, de estar ahí en revistas como Azú, colaborando plástica y poéticamente en otras como la reconocida Pentagón, editada por la Columbian University y dejando por una y otra parte dibujos, poemas traducidos a m‡s de cinco lenguas y un deseo de seguir corriendo hasta llegar a Europa, instalarse en la insospechada Barcelona, pintar, beber, vivir, fumar incansablemente cigarrillos Pielroja y dejarse ver por ahí en un bar del barrio Gótico.

Darío Ortiz Vidales sostiene que Mario Lafont es un poeta que escribe al óleo. Este representante de lo que se bautizó como surrealismo socialista, nació en Ibagué en 1942. Recibe en el grupo La Mama de Bogotá un seminario sobre el Método del Teatro Pobre basado en las técnicas de Jersey Grotowski, llevado por Anda Panda Robinson y Joe Switz, directores del grupo de teatro La Mama de Nueva York. Hasta 1969, Lafont llevaba 42 muestras de arte individuales y colectivas que va complementando cuando, becado por una fundación alemana, estudia grabado en el Pratt Grafhis Center de Nueva York.

Es allí donde conoce a su primer gran amor, porque ya vendrán sucesivas historias sentimentales que recuerda pensativo cuando escucha boleros antiguos en un bar. Y ella es la Janet Pfunder de sus ternuras iniciales en el autoexilio, con quien se tropieza una tarde de agosto pocos meses antes de publicar un libro titulado Poemas Podridos, que edita Ediciones Villa Miseria con prólogo de Robert Gover, el famoso best seller de los años 70 en Norteamérica. Alcanza a conocer de cerca a poetas Beats como los inolvidables Allen Ginsbert y Jack Michelín.

En 1972 el poeta-pintor asiste en Columbia University a un curso sobre literatura latinoamericana con el grupo Taller bajo la dirección de los poetas chilenos Nicanor Parra y el desaparecido Letamendi. Publica también en aquel año, con Leonel Góngora y Vita Georgi, un pergamino de poemas que llama Tripartitos y sale por ediciones Museo Latinoamericano en la primitivamente bautizada New Amsterdam. Así mismo, realiza la lectura de sus poemas en diferentes centros culturales y a raíz de sus muestras el crítico de arte norteamericano Barry Schwart afirma en el diario El Tiempo de aquella ciudad, bajo el mote de surrealista crónico, que "En el arte de Mario Lafont sus sueños se unen a nuestros sueños," y agrega: "La conexión humana se realiza en un mundo que no entendemos. Su capacidad creadora es notable, pero su deseo de expander la fuerza del surrealismo hasta el presente es lo que da a su obra una importancia esencial".

Corre el año de 1973 y Lafont es incluido en la antología Yard Bird editada en Berkeley, California, siendo el único representante por latinoamérica. En el calendario figura el mes de abril y viaja a España. "Son ojos que levitan desde donde soles húmedos emiten rayos negros y azules que roban las imágenes de la materia y las envía al recuerdo. Más tarde el acto creador las recupera y las expulsa en esa dimensión extraña a través de diferentes morfologías de países socialistas que pretendo divulgar", escribe Lafont refiriéndose a su Serie de Ojos que describen los catálogos como soles que iluminan el jardín de la imaginación.

Por aquellos meses están los periplos de su conversación con los escritores colombianos residentes en Barcelona Luis Fayad, Carlos Perozzo, Héctor Sánchez, y Manuel Giraldo -Magil -. Son también los días en que Penti Saaritza, presidente mundial del Comité por la Paz, con sede en Helsinsky, Finlandia, lo designa coordinador en Europa del Latin Seminary Internacional. En 1978 conoce al músico griego Teodorakys, se relaciona profundamente con la vanguardia del arte español y habla con Jorge Castillo y Joseph Guinovart. Pero hay otro amor para esos tiempos, llamada Pilar Castañeda Escola.

En 1985 ingresa al hospital antituberculoso San Francisco de Ibagué donde permanece hasta el 21 de febrero del año siguiente cuando se vincula al Instituto Municipal de Cultura en calidad de director de los talleres para niños y adultos durante cuatro años. En 1988 ejecuta el mural denominado Eros y Thanatos en la Corporación Darío Echandía y el 28 de junio de 1989 llega a Santo Domingo, Cauca, para entrevistarse en las montañas con la cúpula del M-19, especialmente con Carlos Pizarro León-Gómez, organizando en aquel campamento un museo de arte. Expone entre diciembre de 1992 a enero de 1993 su obra pictórica titulada Los sueños de Colón en el mar Caribe, homenaje a América 500 años, ingresando a la colección de Casa de las Américas, en la Habana, Cuba, con una de ellas denominada Soñé con los monstruos marinos de la antigüedad que no le permitían avanzar.

En 1994 forma parte del jurado de las regionales de teatro y el 27 de mayo de 1996 ingresa al hospital Federico Lleras Acosta donde se le dictamina cirrosis alcohólica. Sale en julio 3 y comienza a trabajar dia y noche de manera obsesiva declarando que cree en el arte por encima de la vida. Murió en Ibagué en 1999.


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