AUGUSTO LABRADOR VÉLEZ
Augusto Labrador tenía de adolescente una manera bien original de darle serenatas a la novia: instalaba bajo la ventana de la homenajeada un pequeño tocadiscos de pilas y dejaba sonar en él cada tres o cuatro minutos esos pesados discos de setenta y ocho revoluciones en el orden previamente escogido, en la que siempre se escuchaba como inicial El romance del cacique y la cautiva de Oscar Golden.
Nació Augusto Labrador Vélez en el municipio tolimense de Venadillo el 28 de enero de 1949. En este pueblo cálido y grato aprendió las primeras letras y sintió los primeros arrebatos musicales con la guitarra al lado de sus tempranos amigos, para luego trasladarse a Ibagué donde sus padres César Labrador, mecánico de oficio, y Carlota Vélez, lo matricularon en el colegio Jiménez de Cisneros, pero se hace bachiller en 1969 del colegio San Simón. Por ese mismo año ya estaba involucrado con el quehacer musical que traía desde Venadillo y con un grupo de amigos forma el conjunto Los Supremos para interpretar música tropical-bailable con el que empezaron a mostrar sus habilidades en la guitarra, hasta 1970 cuando inicia sus estudios superiores en la Universidad del Tolima donde termina la carrera de Administrador de Empresas.
En el proceso de su aprendizaje musical, cuenta entre sus maestros al director de bandas Noel Charry, al tiplista “El Negro” Parra y al maestro José Ignacio Camacho Toscano.
Aunque su formación autodidacta lo inició en el sueño melódico de la composición y la interpretación, tuvo también la fortuna de recibir la experiencia musical de importantes maestros de la música colombiana. Estudió guitarra clásica con Gentil Montaña, piano con la profesora Blanca Bernal y armonía con el maestro Telésforo Rojas. Por un período de cuatro años, 1970-1974, permanece en Medellín donde tiene la oportunidad de aprender armonía con uno de los hermanos Martelo. En Bogotá se inició en el estudio del jazz con Joe Madrid y por esa época ya interpretaba con soltura la guitarra, el bajo, el piano y el manejo de los sintetizadores.
Augusto Labrador se preparó en el manejo de estudio de grabación digital, el de secuencias profesionales de música y dirección musical y artística, campo éste en el que, al lado de la interpretación y composición, alcanza un gran desempeño. Con estos conocimientos se vincula a la programadora del también tolimense Jorge Barón, en calidad de director artístico y musical de los programas Embajadores de la música colombiana, El show de las estrellas y La nueva estrella de las canciones. Ejerce las mismas funciones en la programadora Gegar T.V., y como director musical del programa Animalandia, entre 1977-1981.
Como director artístico y musical, Augusto Labrador ha estado a la cabeza de artistas tan importantes como Galy Galiano, Jorge Villamil, Marlene Tovar, Luz Aída, Rodolfo Aicardi, Gloria Henao, El dueto Víctor y Daniel y Franco la Brum, entre otros.
Como compositor, Labrador es el creador del Sanjuanero ciudad musical, Venadillo merece nuestro amor y Mi región, páginas inspiradas en su tierra natal y que le merecieron, junto con el dueto Viejo Tolima, la condecoración El venado de oro. Suyas son también las canciones Por todo lo que te debo, grabada por Franco la Brum, La cumbia profeta, que fue éxito musical en el hermano país de las rancheras y Estas malditas ganas en la voz de Gloria Henao, entre otras. Simultáneamente compone temas comerciales para anuncios de publicidad o jingles para empresas nacionales y, como compositor, ha sido incluido en más de un centenar de discos de larga duración.
La bohemia y la música, de la mano siempre, las asume Augusto Labrador desde su incansable tarea como músico y productor, como creador e intérprete. En 1998 produjo y arregló el trabajo discográfico Sobre todo amor, con 18 composiciones de Carlos Orlando Pardo y grabadas con su grupo Signo como base. En el año 2001 inaugura su propio estudio de grabación. En este mismo año realiza los arreglos y producción del disco de Albert Molina Un corazón despedazado. En la actualidad prepara la producción y arreglos musicales del próximo trabajo de Los Barones del Tango.
Con Jorge Guzmán crea la Fundación Hacer Región que busca apoyar el talento local, quizá porque no puede dejar la música, aquella que le inspiró algún remoto día bajo una ventana anochecida cuando ponía discos de setenta y ocho revoluciones para que los escuchara alguna novia sorprendida.