CARLOSJUEZ

 

Carlos Juez nació en Ibagué en 1935. La importancia de su obra radica en que es el resultado de sus investigaciones en pintura sobre roca que se encuentran en las cavernas de la cordillera de Los Andes en diferentes países latinoamericanos como Colombia, Perú, Ecuador, México, Guatemala y Brasil, páginas líticas donde están consignados todos los conocimientos de las culturas precolombinas. De allí extrae las características fundamentales de su obra: diseño ancestral, color tropical y signos y símbolos de nuestra mitología perpetua.

Bachiller del colegio Camilo Torres en Bogotá, Carlos Juez se inició en el arte de una manera muy casual. Pasaba las tardes viendo al maestro Alberto Soto trabajando en el mural del café Grano de Oro, en Ibagué. Se dio allí la invitación del maestro para que ayudara y luego sus tardes pegando baldosas y escuchando orgulloso cómo todos los que pasaban lo trataban de artista.

Fue sólo un paso. Ya en Bogotá, hacia 1955, se había convertido en el primer ayudante de Soto. Colaboró en la realización de un mural en el Virrey Solís moviendo el caballete, pegando y colgando papel y cargando la hoja de triplex, hasta que algún día le dio por copiar algunos de los bocetos y en contra de las recomendaciones de su jefe terminó inmerso en el mundo de la pintura.

Hacia 1956 trabajaba con arquitectos e ingenieros en la Universidad Nacional en oficios de remodelación y culminación de algunos salones mientras los alumnos dejaban en los bordes de las ventanas carboncillos y papel de sobra. Nacen entonces sus primeros trazos hasta que se armó de valor y le pidió al maestro Soto que lo dejara estudiar pintura en el horario nocturno. Soto, que le había conseguido el contrato en la Nacional, aceptó con la condición de que no dejara su trabajo inicial. Jorge Elías Triana, director de la escuela para la época, facilitó su ingreso y desde 1957, todas las noches, hasta 1960, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes donde tomaba cursos de pintura, escultura, cerámica e historia del arte, alternando con oficios de albañilería para poder sobrevivir.

Alguna vez el maestro Manuel Hernández y Arcadio González comentaron su semejanza con el estilo Naif y comenzó una relación de protección entre Hernández y Juez que le permitió al pintor ibaguereño regresar a su tierra con una beca en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Tolima, otorgada por el mismo Hernández, director de la escuela, para luego concluir sus estudios en 1966 en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, gracias a la ayuda del maestro Hernández y de Marta Traba quien lo lanza como futuro valor de la pintura colombiana en su programa de televisión.

Aceptado en el Salón de Artistas Nacionales durante los años de 1961 a 1964, Juez realiza sus primeras exposiciones individuales en la Sala Ambigú de Ibagué en 1964, en la Gregorio Vásquez, en la Universidad Nacional, y más adelante en galerías como la Incolda, Mont Martré Vilón, Dimensión, Arte Colombia, Terrazas de Bachué y en el consulado de Colombia en Miami, en la embajada de Colombia en Washington y en el Gran Palacio de Bellas Artes de París.

Durante un viaje a San Agustín para los alumnos de último año de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Tolima escuchó clase frente a los monolitos y de ahí surgió su más profunda motivación: las culturas americanas, su macrocultura, las primeras expresiones de arquitectura, escultura y pintura, los decorados de los templos y las pinturas grabadas en las piedras como símbolo de su mitología.

Ha sido merecedor del Primer Premio de Pintura en el Salón de Estudiantes de Girardot, obtenido en 1962; el Primer Premio Salón Interamericano Armando Reverón, de Caracas, en 1977 y el Primer premio Salón Interamericano de Pintura en Miami en 1990.

La vida le dio muchas vueltas, de la albañilería y la brocha gorda a trazos suaves, de la escuela Libertador de Ibagué a maestros como Triana, Obregón, Hernández y Marta Traba, de la sala Ambigú de Ibagué al Gran Palacio de Bellas Artes de París, todo como parte de la carrera de un hombre que ha hecho de la pintura su más tenaz persistencia.

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